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Iniciamos el año celebrando a Santa María, madre de Dios

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Mónica Muñoz - publicado el 31/12/23
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La Iglesia siempre supo que María era madre de Jesús, pero no solo de su humanidad, sino de la Persona de Dios con sus dos naturalezas

El primero de enero se dedica a Santa María, Madre de Dios, una atinada manera de comenzar el año porque, si nos ponemos a reflexionar un poco, iniciar el año de esta manera es la mejor forma de recordar que la historia de la salvación preparó a la humanidad para el gran momento en que la promesa del Señor se cumpliría:

«Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. Él te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón» (Gen 3,15).

Esa promesa se cumplió cuando el ángel Gabriel se presentó a una virgen de Nazaret, llamada María, para decirle que había sido favorecida por Dios y que tendría a su Hijo:

«No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin» (Lc 1, 30-33).

Obraz Matki Bożej Śnieżnej Salus Populi Romani

Verdaderamente es madre de Dios

En el concilio de Éfeso, del 431, se proclamó el dogma: María es Madre de Dios, es la Theotokos, y no solo es madre del humano, sino de Cristo con sus dos naturalezas, unidas indivisiblemente en una sola Persona: Jesucristo, el Señor, como lo había definido en el 325 el Concilio de Nicea I.

La Iglesia, madre y maestra, estaba de acuerdo. Los padres apostólicos sabían que era una verdad revelada por Dios. Una muestra es el siguiente himno compuesto por San Efrén el sirio, dado a conocer por su Santidad Benedicto XVI durante una audiencia general, en que se refleja el sentir de este extraordinario teólogo-poeta del siglo IV:

«El Señor vino a ella para hacerse siervo.

El Verbo vino a ella para callar en su seno.

El rayo vino a ella para no hacer ruido.

El pastor vino a ella, y nació el Cordero, que llora dulcemente.

El seno de María ha trastocado los papeles:

El que creó todas las cosas las posee, pero en la pobreza.

El Altísimo vino a ella (María), pero entró humildemente.

El esplendor vino a ella, pero con vestido de humildad.

El que lo da todo experimentó el hambre.

El que da de beber a todos sufrió la sed.

El que todo lo reviste (de belleza) salió desnudo de ella».

Devociones marianas:

¿Quieres estar siempre cerca del corazón de María? Aquí algunas devociones sencillas para dirigirte a ella como un hijo

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