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5 poderosas citas de la Biblia para amar la Eucaristía

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La Eucaristía en las manos de un sacerdote

Luisa Restrepo - publicado el 19/06/23

Algunos fragmentos bíblicos para profundizar en el sacrificio de Jesús presente todos los días en un pequeño pedazo de pan

Nuestro amor a la Eucaristía se despierta y quiere crecer gracias a la fiesta del Corpus Christi.

Profundizar en el misterio del amor de Jesús presente en un pequeño pedazo de pan, nos permite unirnos a Él e imitar su ejemplo para hacer de nuestra vida una misa prolongada, como decía el Padre Hurtado.

Comulgar es vivir en Jesús, y vivir de Jesús: como el sarmiento en la vid y de la vid. Jesús único principio y raíz de toda la vida: de la gracia, de la luz, de la fuerza, de la fecundidad, de la felicidad, del amor. Fuera de Jesús todo es muerte, esterilidad, desolación.

Para comprender el camino que Jesús recorrió hasta llegar a su sacrificio, te recomendamos 5 citas bíblicas sobre este gran misterio de amor. En ellas, Jesús se da a conocer como el pan vivo y nos va a mostrando cómo acoger la entrega que realiza por nosotros.

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1.“Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed” (Jn 6, 35).

2.“Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; este es el pan q ue baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo». Discutían entre sí los judíos y decían: ¿Cómo puede este darnos a comer su carne?» Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros». El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre” (Jn 6, 48-51).

3.“Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo.» Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: «Bebed de ella todos, porque esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados. Y os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre» (Mt 26, 26-30).

4.“La copa de bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? Así, siendo muchos formamos un solo cuerpo, porque el pan es uno y todos participamos del mismo pan” (1 Co 10, 16-17).

5. “Cada vez que comen de este pan y beben de esta copa están proclamando la muerte del Señor hasta que venga (1 Co 11,26).

Cuán ciertas son las palabras de Benedicto XVI:

No hay nada de mágico en el cristianismo. No hay atajos, sino que todo pasa a través de la lógica humilde y paciente del grano de trigo que muere para dar vida, la lógica de la fe que mueve montañas con la fuerza apacible de Dios. Por esto Dios quiere seguir renovando a la humanidad, la historia y el cosmos a través de esta cadena de transformaciones, de la cual la Eucaristía es el sacramento. Mediante el pan y el vino consagrados, en los que está realmente presente su Cuerpo y su Sangre, Cristo nos transforma, asimilándonos a él: nos implica en su obra de redención, haciéndonos capaces, por la gracia del Espíritu Santo, de vivir según su misma lógica de entrega, como granos de trigo unidos a él y en él. Así se siembran y van madurando en los surcos de la historia la unidad y la paz, que son el fin al que tendemos, según el designio de Dios.

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