La Iglesia católica tiene tanto sacramentales como sacramentos, que se usan de distinta manera, por lo que puede generar cierta confusión. Sin embargo, un sacramental y un sacramento, aunque tienen distintos objetivos, se administran con el mismo fin: acercarnos a Dios y derramar su gracia sobre quien los usa.
¿Qué son los sacramentos?
El Catecismo de la Iglesia católica define así los sacramentos:
"Los sacramentos son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina. Los ritos visibles bajo los cuales los sacramentos son celebrados significan y realizan las gracias propias de cada sacramento. Dan fruto en quienes los reciben con las disposiciones requeridas".
Entendemos que los sacramentos fueron hechos por Cristo para darnos la gracia santificante que nos une a Él y nos asegura la vida eterna, siempre y cuando no la perdamos por el pecado.
Cada sacramento da una gracia especial y se administra con sus elementos propios en momentos determinados de la vida del cristiano.
¿Qué es un sacramental?
Ahora bien, en pocas palabras, un sacramental es cualquier objeto apartado o bendecido por la Iglesia con el propósito de santificar nuestras vidas y llevarnos a los sacramentos.
Son signos sagrados y nos proporcionan gracia (ayuda espiritual) por intercesión de la Iglesia.
Estos podrían incluir escapularios, medallas, estampas, rosarios, crucifijos, sal, agua, aceite y casi cualquier cosa que un sacerdote bendiga con agua bendita.
Su relación con los sacramentos
Otra forma de describir los sacramentales es que son extensiones de los sacramentos.
No son sacramentos en sí mismos, sino que están relacionados con los siete sacramentos y fluyen de ellos, llevándonos finalmente de regreso a ellos.
Instrumentos para ir por el buen camino
Los sacramentales son solo instrumentos que Dios usa para guiarnos por el camino correcto.
Si los usamos adecuadamente, y bajo la instrucción de la Iglesia, nos aceleran en nuestro camino hacia el Cielo.
No son "amuletos de la suerte" y no "funcionan" sin la disposición adecuada. Básicamente, si nuestros corazones no están abiertos a Dios, ¿cómo puede alcanzarnos su gracia?
Si queremos recibir plenamente las gracias que Dios quiere darnos en los sacramentales y no usarlas de manera supersticiosa, entonces debemos disponernos a frecuentar los sacramentos de la confesión y la Sagrada Eucaristía.
Aquí te mostramos algunos sacramentales: