El veredicto del Grupo de Expertos en Derechos Humanos sobre Nicaragua de las Naciones Unidas subrayó que el gobierno sandinista –al menos desde abril de 2018—viola sistemáticamente derechos humanos de civiles.
En resumen, se trata de "violaciones generalizadas de derechos humanos que constituyen crímenes de lesa humanidad contra civiles motivados por razones políticas".
La lista de violaciones es enorme e incluye ejecuciones extrajudiciales, detenciones arbitrarias, tortura, privación arbitraria de la nacionalidad y del derecho a permanecer en el país.
Según el informe de la ONU, desde diciembre de 2018 a la fecha, han sido al menos 3,144 oenegés clausuradas y han sido descabezados todos los medios de comunicación independientes. La opresión a la Iglesia también se documenta.
Además de exigir la liberación inmediata de quienes han sido detenidos arbitrariamente (como el obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez) el Grupo de Expertos –establecido en 2022—llamó a la comunidad internacional a movilizarse contra los responsables de estos crímenes.
Como Fidel Castro
Así como en 1972 Fidel Castro prohibió la celebración de la Navidad, Daniel Ortega ha prohibido la celebración del viacrucis y cancelado su realización en la vía pública de todas las ciudades del país centroamericano.
"La dictadura de Nicaragua ha prohibido los viacrucis en la calle. Lo que no podrán impedir es que el Crucificado revele su victoria en cada acto de solidaridad, en cada lucha en favor de la verdad y la justicia y en cada esfuerzo por defender la dignidad de las personas", escribió en su cuenta de twitter el obispo Silvio José Báez, ahora exiliado en Estados Unidos.
Este acto unilateral y arbitrario –como lo que se ha vivido los últimos años en Nicaragua—procede de la violación sistemática al derecho universal a la libertad religiosa de parte del gobierno sandinista, canalizado con especial saña en contra de la Iglesia católica.
Los viacrucis van a ser meditados, dentro del templo o alrededor de la manzana en la que se encuentra situado, privando al mayoritario pueblo católico nicaragüense de una tradición piadosa de Semana Santa.
La hostilidad del matrimonio Ortega-Murillo contra manifestaciones religiosas viene aparejada de la "visión" del dictador nicaragüense sobre la Iglesia católica a la que ha tildado de "mafia criminal".
De hecho, y para que no exista ningún "atentado" contra el mandato oficial, fieles de la arquidiócesis de Managua han dicho que la policía está visitando templos para comprobar que se cumpla la prohibición de procesiones.