Esta semana me han vuelto a invitar a participar en un programa de la televisión gallega, invitación que decliné amablemente porque me parecía que buscaban un poco de guerra con este tema. ¿Conocías este término de la copaternidad? La copaternidad une a personas que quieren procrear y criar juntos a un niño sin tener un vínculo romántico. A veces se conoce como paternidad platónica o paternidad entre amigos.
Para empezar, voy a comentar lo positivo (lo único positivo) que yo veo en esta relación, que además, creo que es algo digno de imitación. Me refiero al hecho de hablar, de pactar una hoja de ruta sobre la educación del futuro niño contando con los imprescindibles de cada uno.
No se arriesgan a tener un hijo con alguien con quien no puedan coordinar sus
imprescindibles. Algo que se debería hacer siempre.
Nunca olvidaré el comentario de una persona muy ilusa, refiriéndose a los componentes de una pareja que no tenían ni pies ni cabeza: "Se quieren". Comentario digno del vestuario del instituto… Los adultos tenemos que profundizar un poquito más, fiarnos cuando una especialista como Marian Rojas nos dice: "Con el amor no basta". Tiene que haber amor, desde luego, pero sólo amor es insuficiente. La educación de los niños no se puede dejar en manos de la improvisación o de un sentimiento.
Escoger, seleccionar... ¿a qué recuerda?
Por otro lado, he de decir que me ha espantado la opción que se ofrece en alguna de estas agencias de copaternidad: elegir al coprogenitor en función de su color de ojos, de su color de pelo… Te animan a mostrar tu carga genética con fotos de cuando eras pequeño, como si de un mercadillo de ADN se tratase. Puedes ver el catálogo de fotos y buscar a la persona idónea para crear tu raza aria particular.
¿Pueden crecer armoniosamente niños en esas condiciones? Desde luego, pero es una versión inferior al hogar formado desde el amor.
La mejor, la más completa versión de un hogar, es con un padre y una madre que se quieren.
Sabemos que se puede crecer y ser feliz con una madre sola, con un padre que lo ves dos veces por semana, etc. Sí, pero es una versión inferior, nos pongamos como nos pongamos. Podemos engañarnos, hacernos trampas jugando al solitario las veces que queramos.
Para erradicar la violencia de género
Pero si le damos a elegir a un niño, desearía un padre y una madre que se quisieran toda la vida, y que se mostraran siempre respeto, cariño…
Eso, señoras y señores políticos, es el germen para erradicar la violencia de género. Cuando un niño ve cómo trata su padre a su madre, aprende lo que tiene y lo que no tiene que hacer. Y una niña aprenderá a ser querida viendo cómo su padre quiera a su madre.
Si esa relación es sana, se le despertarán todas las señales de alarma cuando su novio tenga gestos descorteses con ella, gestos que nunca había visto en su casa, y podrá cortar de raíz. Este es el único escenario que enseñará a las niñas a tener criterio. El reggaeton, las series, las películas, en lugar de ayudar, consiguen apagar esas alarmas, vendiéndolas incluso como deseables.
Mostrar como idílica una relación tóxica
De este apagón de las sirenas emocionales detectoras de relaciones tóxicas, habló el eminente doctor Jokin de Irala en un artículo que comentaba la película Las 50 sombras de Grey.
Era un artículo que alertaba sobre lo nocivo que es mostrar como idílica una relación tóxica. Una secretaria de la universidad donde trabaja, le comentó que no estaba de acuerdo con él, porque incluso la novela acaba bien: los protagonistas terminan juntos, formando una familia.
El doctor respondió rápida y rotundamente: "¡Esa es la peor parte! Porque a una mujer joven, después de ver la película, no se le activarán las alarmas de estar ante una relación tóxica, y esperará el irreal final de la película".
Esta sociedad se encarga de apagar las señales, mientras que un hogar con unos padres que se quieran será la única rama adonde agarrarse para muchos jóvenes.
¿Qué les ocurrirá en un futuro?
En las agencias de copaternidad defienden que estos hogares dan menos guerra que los tradicionales. Pero, por un lado, yo les preguntaría dentro de diez años qué ha pasado con esas familias, y, por otro, en muchos matrimonios, el gran problema lo provocan los hijos, problemas con soluciones imposibles de ser calculadas y pactadas, al no ser predecibles.
Así que esos dos amigos tendrán que hacer frente, como la familia tradicional, a los sustos, a los vaivenes de la vida de sus hijos, sin el elemento aglutinador por excelencia: el amor.
Señores de la televisión gallega, preferí hablar desde aquí, desde mi casa digital de Aleteia, para mostrar con calma mi posición en todo esto de la copaternidad. Porque no quiero ofender a nadie, pero no puedo ni quiero dejar de decir, alto y claro, que la mejor chimenea, la que más calor da a un hogar, es la relación de un padre y una madre que se quieren. Why not?