El pasado 13 de octubre, día del aniversario del Milagro del Sol y de la última aparición de la Virgen María en Cova da Iria, el rector del santuario de Fátima, D. Carlos Cabecinhas, anunció una actualización del documento de la positio (posición sobre las virtudes) de Sor Lucía.
En este escrito, necesario en todo proceso de canonización, se incluyen, además de los testimonios de los testigos, los principales aspectos de la vida, virtudes y escritos de la Sierva de Dios. El documento fue actualizado y entregado por los postuladores de su causa al Dicasterio para las Causas de los Santos.
El siguiente paso será su debida discusión por una comisión formada por nueve teólogos consultores, que han sido nombrados por la Congregación de las Causas de los Santos. Y después se debatirá su parecer en una sesión solemne de cardenales y obispos.
Si se demuestra por parte del Vaticano que Sor Lucía vivió las virtudes en grado heroico, el Papa Francisco podría promulgar el decreto que declararía Venerable a la pastorcita, el siguiente paso en el camino a la santidad.
Dos pastorcitos santos ya
Recordemos que fue el propio Papa Francisco quien canonizó en 2017 a los otros dos videntes de Fátima, los hermanos Francisco y Jacinta, primos de Sor Lucía, que murieron siendo niños a los 11 y 10 años respectivamente.
Lucía, en cambio, murió a los 97 años de edad el 13 de febrero de 2005, sobreviviendo en décadas a sus primos. Tres años después se iniciaba su proceso de beatificación.
El Vaticano estipula que deben pasar por lo menos cinco años desde el fallecimiento de una persona antes de iniciar la fase diocesana del proceso. Sin embargo, por medio de una solicitud de Monseñor Albino de Coimbra (Portugal) compartida por un gran número de obispos y fieles en todo el mundo, se acortó la espera, gracias a una dispensa de Benedicto XVI, Papa por aquel entonces.
El privilegio de ver a la Virgen
Los tres niños tuvieron el privilegio de ver a la Virgen el 13 de mayo de 1917 y le siguieron otras apariciones los meses siguientes, los días 13 de cada mes, hasta el 13 de octubre del mismo año. Los pequeños afirmaron que Nuestra Madre les había prometido que irían al Cielo, más Lucía vivió muchos años más y sirvió de testigo fiel de esas visiones.
En la última de estas apariciones, estando reunida una gran muchedumbre expectante ante lo que estaba ocurriendo en Cova da Iria, los niños habían anunciado que la Virgen les había confiado que ese día habría un milagro. Y fue cuando la gente, mirando al sol, vieron que éste empezó a realizar una actividad inusual, como si bailase o haciendo zigzag.
Después de las apariciones marianas, sobrevino el fallecimiento de Francisco y Jacinta, más la Sierva de Dios, Lucía, ingresó en el noviciado de la Congregación de las Hermanas Doroteas en Pontevedra (España) donde continuó presenciando visiones de la Virgen María y el niño Jesús. Más tarde ingresó en un convento carmelita en Coimbra.
Su larga vida nos ha permitido disponer de sus memorias escritas, que han brindado un relato importante del mensaje de Fátima. Desde los 10 años, edad en la que presenció la primera aparición mariana, hasta los 97 que murió pudo ser testigo de cómo los distintos secretos que le había confiado la Virgen se iban cumpliendo. Eran como una especie de profecías de eventos que iban a tener lugar ese siglo.
El primer secreto fue la cruda visión del infierno, en la que tuvieron el don de ver con sus propios ojos un gran mar de fuego en el que gemían diablos y almas.
El segundo secreto: la Virgen avisó que la I Guerra Mundial iba a terminar, pero que si no se dejaba de ofender a Dios iba a comenzar otra peor; profetizando así la II Guerra Mundial en 1939. Pidió la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón como medida para salvar al mundo.
El tercer y último secreto ha tenido mucha especulación y unos y otros han tratado de interpretarlo. Parece que la visión de un obispo vestido de blanco hace referencia al Santo Padre. En concreto se relaciona con el atentado que sufrió Juan Pablo II precisamente el 13 de mayo, día de la Virgen de Fátima.
A más de 100 años de las apariciones, el mensaje de Fátima sigue vivo. Rogamos a Dios que el proceso no se demore demasiado y que pronto podamos ver a Lucía Dos Santos entre los santos de la Iglesia.