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Padres que aterrorizan a sus hijos, el último (y grave) reto viral en Internet

Dejemos a Dios el control de nuestra vida.

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José Antonio Méndez - publicado el 06/09/22
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Padres que asustan o ridiculizan a sus hijos para grabarlos en video y difundirlo en redes sociales: la última tendencia en internet no es una broma de mal gusto sino que, como señalan los expertos, causa graves daños emocionales, cerebrales y sociales en los niños… y en los mayores

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Adultos que encierran a sus hijos a solas en una habitación a oscuras, con la única luz de un móvil encendido, y en cuya pantalla, gracias a un filtro de TikTok, aparece la imagen real de los pequeños… junto a un aterrador fantasma en movimiento. La reacción de los niños es la que cabe imaginarse: gritar presas del pánico, aporrear la puerta pidiendo auxilio y llorar sin consuelo, hasta que al adulto vuelve a la estancia, a carcajada limpia.

No es una tortura sacada de una película de terror, aunque lo parezca, sino la última tendencia de videos virales que se ha popularizado en Internet. Un «trend» que sigue la estela de otros, en los que los propios padres lanzan lonchas de queso a la cara de sus bebés, engañan a sus pequeños para exprimirles de golpe una botella de agua en la cara, fingen dejarlos sin regalos de cumpleaños, o, simplemente, captan momentos en los que el niño se golpea accidentalmente.

«Un impacto negativo muy alto»

Más allá de que producir y compartir este tipo de contenidos puede acarrear conflictos legales en algunos países, el gran problema de esta tendencia es que «el daño que se hace a los niños no es ninguna broma, sino algo muy serio y muy grave», como señala para Aleteia la psicóloga Diana Jiménez, creadora de la cuenta @infanciaenpositivo.

Según explica Jiménez, que es experta en disciplina positiva para niños y adolescentes, el hecho de que sus propios padres les traten de ese modo «tiene un impacto muy alto y muy negativo en los pequeños, pues para ellos, su mundo son los adultos de referencia que están a su cargo. Y si esos adultos no les dan seguridad, cariño y confianza, el niño desarrollará un apego inseguro que le impedirá vincularse de manera adecuada a los demás».

Si además, como en este caso, «ese contenido se comparte con otros adultos y se viraliza, estamos exponiendo a los menores a un juicio mediático del que no tienen control (y ni sus padres lo tienen, pues una vez publicado se escapa de nuestras manos) y que ya no puede borrarse», destaca la psicóloga.

De hecho, ser conscientes de esta pérdida de control es esencial, pues «un adulto debe saber que el contenido que comparte queda en la nube y nos hace vulnerables a corto y a largo plazo; y que ese niño tendrá una adolescencia, una juventud y una adultez» que pueden verse muy afectadas por estos contenidos. «¿O es que tenemos su permiso para exponer su vida privada, y que esta además sea objeto de burla o de crítica?», se pregunta.

Daños cerebrales… y sociales

La propia Diana Jiménez ha querido emplear su cuenta @infanciaenpositivo para denunciar que el objetivo real de estos videos no es sino «reírse de los niños, ridiculizarles, faltarles al respeto, crearles un trauma, destrozar su inocencia, exponerlos a la burla y no tenerlos en cuenta». Algo a lo que el neuropsicólogo experto en infancia Rafa Guerrero Darwin ha añadido que «este tipo de comportamientos generan en el menor una sensación de desprotección muy grande y afectan de manera significativa a su desarrollo socio-emocional y al desarrollo de su cerebro». 

Por si esto fuera poco, Jiménez apunta que el impacto de estos videos daña no solo a sus protagonistas, sino a toda la sociedad, pues «los máximos usuarios de las redes son los jóvenes, y también padres jóvenes que siguen modas cuyas consecuencias no han analizado. Y de esta forma, nuestros hijos están normalizando estos contenidos, con los que les mandamos el mensaje de que todo vale, de que su vida es de dominio público, y de que obtener risas, seguidores o likes a costa de los demás es totalmente válido».

Hace falta alzar la voz

Por eso, Diana Jiménez recuerda para Aleteia que, si recibimos este tipo de videos, es importante mostrar nuestro malestar con quien lo haya enviado, bloquear el hashtag para que conste nuestro rechazo y que no volvamos a recibir videos similares, y no mirar para otro lado como si fuese un tema menor.

Porque, como concluye, «hoy la infancia está muy desprotegida y muy expuesta a contenido e información que no es adecuada a su edad. Hay un discurso paralelo y subyacente que atenta contra las necesidades, valores y esencia de la infancia, adelantando procesos que no son necesarios por su momento evolutivo. Los niños deben ser niños, así que dejemos de condicionarles y confundirles con cuestiones propias de la vida adulta, como pasa con ciertos temas de contenido sexual, ideológico y social». Y remata: «Hoy, alzar la voz frente a estos contenidos es esencial para llegar a más familias que necesitan sentir que no están solas, y que actúan de manera correcta cuando protegen y educan a sus hijos conscientemente».

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