Es una de las divulgadoras educativas más prestigiosas del mundo, y desde hace 25 años logra que cada libro que publica se convierta en best seller internacional. El secreto de la pediatra estadounidense Meg Meeker no es otro que aprovechar cada intervención, conferencia o entrevista para ayudar a los padres con consejos prácticos, enraizados tanto en la neurociencia como en una antropología alejada de las ideologías y del discurso políticamente correcto.
Una de las últimas intervenciones de la doctora Meeker -cuyo exitoso libro «Padres fuertes, hijas felices» (Editorial Ciudadela, 2010) acaba de ser adaptado al cine y pronto se estrenará en las salas norteamericanas- se produjo en el Congreso Online Love Talks, organizado por el IFFD (International Federation for Family Development) y a cuyas ponencias se puede acceder hasta el mes de diciembre.
Los problemas de la promiscuidad
En ella, Meeker, que es miembro de la Asociación Norteamericana de Pediatría, denuncia la «hipersexualización de la sociedad» y alerta de que «hay una relación directa entre los adolescentes deprimidos y los sexualmente activos». Además, constata que «el 40% de las chicas adolescentes que son sexualmente activas entre los 14 y los 18 años, reconocen que tienen sexo que realmente no desean tener, pero al que no saben decir que no, porque nadie les está indicando que por ese camino no deben ir».
Esta iniciación temprana en la sexualidad «también pasa una factura física a los adolescentes, mediante infecciones y enfermedades de transmisión sexual (ETS)», muchas de las cuales les durarán de por vida, apunta la doctora. Y da datos: en 2022, 14 millones de jóvenes de entre 15 y 24 años sufrirán algún tipo de enfermedad de transmisión sexual como el herpes, la gonorrea, la clamidia o el virus de papiloma humano, solo en Estados Unidos. O lo que es lo mismo, 1 de cada 3 en esa franja de edad.
La regla de las 3 A
En su charla, la pediatra repasa algunas de las causas de estas cifras y señala 3 claves a los padres, en forma de 3A, «para mantener a sus hijos, y en particular a sus hijas, alejadas del peligro». Porque, aunque estos consejos valen tanto para madres y padres como para niños y niñas, Meeker enfatiza que «los padres varones tienen que darse cuenta de que para sus hijas son su primer amor, su introducción al amor masculino, y por eso les enseñan cómo los hombres deben amarlas y cuidarlas».
1Atención.
La primera pauta es «prestarles atención». «Deja el teléfono a un lado; cuando entres en la habitación, saluda y haz contacto visual. Y 15 minutos a la semana, toma la decisión de pasar un tiempo a solas con tu hijo, especialmente con tus hijas: ve al patio trasero, a patear un balón, llévala a hacer recados, id a tomar un helado o un café si es más mayor… lo que sea: no tiene que ser mucho tiempo, pero cuando le demuestras atención exclusiva, ella se siente importante y valorada», explica.
2Afecto.
A la atención, le sigue el afecto. «Tienes que abrazar, tocar sus hombros, acariciar su cabeza…», destaca la pediatra. En este punto, Meeker, que es una de las más populares conferenciantes de Norteamérica, detalla cómo «algunos padres con hijas de 14 o 15 años me suelen decir ‘no, no, usted no conoce a mi hija, ella no soporta estar cerca de mí’. Pero no es verdad. Sí puede. Y ella quiere y necesita afecto, lo que pasa es que se siente muy incómoda consigo misma». Así que, «si tu hija se aleja, no lo tomes como algo personal y continua dándole afecto», aconseja.
3Afirmación.
Por último, Meeker recuerda la necesidad de «cultivar la afirmación», o lo que es lo mismo, «encontrar cualidades de su carácter [no cualidades físicas] que admiras, y afirmarlas en ella». Algo del estilo «Sé que trabajas muy duro, que no te gusta el violín o las matemáticas, pero perseveras incluso cuando te sientes desanimada».
Y concluye: «Padres y madres, si os esforzáis en dar a vuestros hijos, y sobre todo a vuestras hijas, estas tres cosas: atención, afecto y afirmación, vais a ganaros su corazón y a mantenerlas alejados del peligro».