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Diciembre de 2021. El famoso certamen televisivo «Masterchef Celebrity» tuvo a un cura protagonista en Uruguay. Se trató de Juan Andrés «El Gordo» Verde, un joven sacerdote (32) uruguayo que en ese momento llegó a deslumbrar a todos con su habilidad en la cocina.
Juan Andrés llegó a la final (y hasta elaboró la Papieska Kremowka, el dulce favorito del papa San Juan Pablo II, propuesta que vio en Aleteia), pero la perdió. A pesar de eso, las luces del estudio televisivo brillaron con fuerza. Los aplausos, la presencia de famosos y el bullicio no se hicieron esperar.
Sin embargo, en ese entonces, también logró hacerse con un «trofeo inesperado», nada más ni nada menos que el agradecimiento de personas muy humildes, quienes fueron a felicitarlo hasta la iglesia esa misma noche.
«¿En qué quedó todo aquello de Masterchef Celebrity?», fue una pregunta que había que hacerle a Juan Andrés en virtud del impacto que había generado por su presencia en un certamen de televisión. Y esto fue lo que contestó en diálogo con Aleteia:
«En que pude descubrir una faceta que es la cocina. Pude descubrir que cuando la motivación es grande no hay barreras, no hay límites. Aquello que decía santa Teresa también: “A Dios se lo puede encontrar en las ollas”».
Luego de eso, «El Gordo» reconoció que ha tratado de evitar volver a las cocinas, salvo en ocasiones especiales por algún tipo de beneficio, pero no por competencia. No obstante, Juan Andrés insistió en señalar que esa experiencia le dejó grandes amigos, compañeros, varios de ellos famosos y referentes de los medios de comunicación, que también lo han apoyado con su obra en un asentamiento ubicado en la zona de Carrasco Norte de Montevideo conocido como Santa Eugenia. En definitiva, el lugar de los sueños y desvelos de Juan Andrés.
Un paso más… Santa Eugenia ya es su nuevo hogar
Mayo de 2022. Pasaron pocos meses de aquel momento particular vinculado a un programa de televisión. Pero fue a través de ese medio –en otro canal de Montevideo- donde la obra de Juan Andrés en Santa Eugenia –lugar en el que procura junto a la asociación civil Cirineos mejorar la calidad de vida de esas persas a través de un techo digno- se logró visualizar.
Y casi de manera inmediata un anuncio más que especial: la mudanza de Juan Andrés desde su parroquia Stella Maris ubicada en un barrio residencial de Montevideo -conocido como Carrasco- para irse a vivir a un «hogar-container» en Santa Eugenia junto a la gente a la que está acostumbrado a ayudar.
En conversación con Aleteia, Juan Andrés contó cómo fueron esos primeros días viviendo en su nuevo hogar junto a personas de escasos recursos económicos:
«Estuve viviendo dos semanas en el barrio. Una transición. La primera semana estuve sin luz y sin agua. Pude experimentar cómo vivieron muchos de los vecinos cuando iba recorriendo el barrio y eran ellos los que me consolaban a mí diciéndome que ya me iba a llegar (el agua y la luz). Algunos que no creían que iba a ir. Me demostraron su sorpresa, cariño, de alguna manera».
«También alguna noche se me llovió -como todavía no estaba terminado de instalar los postigones de las ventanas- con las tormentas fuertes que hubo. Un par de noches se me llovió adentro del container», prosiguió Juan Andrés.
En medio de este cambio, en todo momento «El Gordo» ha experimentado cariño y hospitalidad de parte de sus nuevos vecinos, quienes lo están ayudando a terminar de armar su hogar container a través de la pintura, por ejemplo.
«Un contraste grande»
«Es todo un desafío y un regalo de Dios. Para mí también es un trabajo personal de ascesis, de quedarme con lo fundamental, lo necesario. De prescindir de aquello que no es tan primordial. Tratar de aprender. Tengo mucho para aprender y el hecho de compartir con estas familias es algo muy enriquecedor», esbozó Juan Andrés, quien reconoció que la mudanza le implicó un contraste grande con respecto a su situación anterior.
«Hasta hace muy poquito estaba viendo en Carrasco, que es una zona muy residencial en Uruguay y el contraste es grande. Yo sigo de alguna manera trabajando en la pastoral de Stella Maris, pero viviendo en otra realidad muy diferente, mucho más precaria», indicó.
«Es un desafío para mí adaptarme, desde salir, pisar barro y después tener una reunión en el Ministerio de Vivienda e ir con los pies embarrados porque no me los pude limpiar. Aprender los desafíos y también que las realidades van cambiando, siempre manteniendo la altura, la dignidad y apuntando bien alto», prosiguió.
Una carta el Día del Padre
En el poco tiempo que «El Gordo» lleva viviendo en Santa Eugenia, más allá de los desafíos y adaptación, también encontró situaciones que le «tocaron el corazón».
Una de ellas fue una carta que recibió con motivo del Día del Padre en Uruguay, en el mes de julio, y que decidió compartir a través de las redes sociales.
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«Esta carta fue una muy linda sorpresa de los niños. Es impresionante como Dios se manifiesta muchas veces a través de los niños», dijo Juan Andrés a Aleteia sobre ese mensaje.
Pero también lo ha conmovido a Juan Andrés la capillita que le han hecho en el mismo «hogar-container», sitio donde reza la liturgia de las horas y donde están presentes los santos que tanto quiere y que lo han acompañado durante su camino como San Juan Bosco y Josemaría Escrivá. La capillita estuvo siendo pintada por una artista llamada Fiorella.
«Escuelita de aprendizaje»
Juan Andrés de momento está viviendo solo en su nuevo hogar, a la espera de que lo acompañe su hermano menor. Pero desde que está en Santa Eugenia también ya tuvo que vivir una de las primeras tormentas donde llovió mucho y hasta pudo ser testigo de cómo la capilla que se logró construir en el barrio hizo las veces de «refugio» para vecinos a quienes todavía no les ha llegado el «hogar-container» y que han encontrado en ese lugar un techo seguro para pasar la noche.
«Una cosa es saberla y otra vivirla de cerca. Para mí es un regalo de Dios que el Señor me ha puesto en esta escuelita de aprendizaje para que pueda seguir creciendo como cura, como sacerdote suyo y buscando descubrir qué quiere de mí», indicó Juan Andrés.
Generosidad, agradecimiento
El container que habita Juan Andrés en la actualidad ha sido generosidad de un reconocido arquitecto uruguayo llamado Sebastián, quien, según «El Gordo», supo mezclar «sencillez con estética y confortabilidad».
Los «hogares-containers» que están recibiendo las familias en Santa Eugenia son realizados por la empresa Multcontainer. «Han logrado captar la necesidad concreta, respondiendo con gran profesionalidad y generosidad», dijo Juan Andrés sobre ese trabajo.
«Gracias a Dios y a la generosidad de muchos hemos logrado después de un año que de las 180 familias que viven en máxima precariedad -dentro del barrio que tiene más de 240 familias-, que unas 65 hayan recibido su "hogar container"», subrayó el sacerdote sobre la obra en el barrio.
«Esto es un gran logro porque cada uno tiene un costo de 12.000 dólares. Esto de forma transitoria hasta que puedan recibir un hogar definitivo. Estamos hablando de precariedad máxima, piso de barro, paredes de chapa, techos de nylon», agregó.
Con respecto a esto, Juan Andrés contó el caso de una niña de 12 años que por primera vez se pudo dar una ducha calentita. En determinado momento, cuando empezó el agua caliente, empezó a gritar: «¡Mamá, se prende fuego el baño!». La madre fue corriendo hasta lugar y lo que había era solo vapor del baño.
«Acostumbrada a bañarse en un latón calentando el agua nunca había visto tanto vapor de agua caliente salir en un baño. El llanto de alegría de la madre de saber que la hija se estaba pegando una ducha. Es un cambio abismal y, sin embargo, es un “hogar container”», comentó Juan Andrés.
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Se vienen cosas muy buenas
La obra de Juan Andrés en Santa Eugenia, sitio fortalecido con su presencia, de alguna manera recién empieza, pues él mismo reconoce que «se vienen cosas muy buenas en la medida que la gente siga apoyando».
«Nosotros no somos ni una ONG ni miembros estatales. Somos hermanos en Cristo y buscamos que todo lo que hagamos, lo hagamos por amor a Cristo en nuestros hermanos. Ese es nuestro principal secreto: si falta la eucaristía, falta todo», reflexionó.
«Nuestro desafío es que sean más vecinos los que escuchen hablar del amor de Dios, los que puedan de alguna manera no solamente recibir un techo digno, sino descubrir la razón para la cual uno vive. La razón más grande de un cristiano es servir a Dios allí donde él nos mande», concluyó Juan Andrés, el cura que abandonó las luces como «celebrity» por aquellas que iluminan el alma junto a los predilectos de Dios: los más pobres.