Partimos de la base de que en este tiempo de vacaciones los padres no deben entretener todo el tiempo a los niños, no son animadores socioculturales de los más pequeños. Por ello debemos plantear el verano con dos objetivos:
Pensemos que estar de vacaciones no es no hacer nada sino hacer otras actividades que no podemos hacer durante el año.
La importancia de la planificación
Llega el verano pero la casa no se convierte en una anarquía. Hay que seguir manteniendo ciertas normas por el bien de la convivencia. Es importante mantener un horario.
Poner una hora límite para levantarse y también para acostarse, sobre todo a los adolescentes. Poner una hora para hacer las tareas del hogar e implicar a los niños en ellas. Es bueno que tengan esa rutina de hacer su cama, recoger la habitación o poner la mesa. Incluso ayudar en la cocina ahora que están más relajados y pueden aprender recetas nuevas.
¿Cómo podemos hacerlo?
Colgar un calendario en un sitio visible puede ser buena idea. En él los niños verán cuánto queda para hacer un plan especial, una excursión o iniciar un viaje. Les ayuda a gestionarse.
Orientar su tiempo libre también es fundamental. Hay que hacerlo siempre en función de su edad. Tienen tantas opciones que a veces no saben qué hacer y acaban cayendo en la tecnología. Por ello darles ideas, que sepamos que les gustan, hará que no pierdan el tiempo.
Estrés en vacaciones
El 59% de los padres sufren estrés en este tiempo. Encajar trabajo y vacaciones de los niños les quita el sueño. Según un informe de Lingokids, estos meses de verano suponen un 10% de los problemas de convivencia en casa y alteran en un 90% la logística familiar. Hay que cuidar de los niños sabiendo que solo 2 de cada 10 padres pueden hacerlo mientras el otro trabaja. Hay que buscar alternativas en una situación que es una yincana para la mayoría de las familias.
Como explica Alejandra Corredera, orientadora del colegio CEU Montepríncipe, "la planificación y el ajuste de expectativas es fundamental para disfrutar de estos días y evitar disgustos".
Hacer a los niños partícipes
Una cosa debe quedar clara, apunta: "Los que toman las decisiones son los padres, pero enriquece escuchar y planear junto a los niños las actividades que realizaremos en verano". "Sólo si les conocemos realmente, sabremos qué les gusta y que les puede apetecer hacer en estos días de descanso".
Precisamente para escucharles y compartir con ellos es imprescindible dedicar un momento al día a hablar y relajarnos con ellos, "hacer familia". "La hora de la comida, sin dispositivos móviles sobre la mesa, puede ser una buena ocasión para hacerles partícipes y hablar con ellos sabiendo que nosotros somos el ejemplo".
Evitar la frustración
"Aún en vacaciones, no todo va a salir fenomenal". Hay que ser realistas, "los niños son niños también en verano y tendrán sus pataletas como el resto del año". Por ello "no debemos gastar toda la energía en conflictos puntuales y debemos focalizarlo en lo que realmente nos interesa para evitar frustraciones".
Aquí entra en juego la "negociación". Contentar a los chavales, dejarles tiempo para que hagan todas las actividades que les gustan pero, con la certeza de que hay planes innegociables a los que deben responder. Es tiempo de descanso pero no de rendición: “Muchas familias se han convertido en parques de atracciones y no pasa nada por dejar descansar y aburrirse a los niños, esto les llevará a estimular su creatividad y buscar recursos para entretenerse”, matiza Corredera.