"Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza", dice Jesús de sí mismo. La respuesta al porqué de esto se encuentra, por ejemplo, en el Evangelio.
Jesús decidió ir a Jerusalén.
El evangelio dice literalmente que Jesús "puso su rostro impasible, duro". Es una forma semítica de expresar que alguien ha tomado una decisión definitiva. Para Jesús, significa la decisión de cumplir la voluntad de Dios y salvar a la gente mediante su pasión, muerte y resurrección en Jerusalén. Todo estaba subordinado a esto en la vida de Jesús. El amor por la humanidad le impulsó.
Falta de acogida
Pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque supieron que iba a Jerusalén.
Los samaritanos sostenían que el único lugar de culto a Dios era el monte Garizim en Samaria, mientras que los judíos el de Jerusalén. De ahí la inhospitalidad, que no se dirigía personalmente a Jesús, sino que era el resultado de la disputa que había entre los dos pueblos.
A otro, Jesús le dijo: "Sígueme". Pero él le respondió: "Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre".
La honestidad de Jesús
Seguir a Jesús requiere libertad. El evangelio habla de tres tipos de la libertad: libertad de la comodidad, de las cosas materiales y de "mirar atrás".
Un hombre quería seguir a Jesús, pero no dijo nada cuando escuchó que "el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza".
El otro quería enterrar a su padre antes. Algunos comentaristas lo explican como un deseo de facto de heredar primero parte de los bienes de su padre, y luego poder irse.
El tercero quería despedirse primero de su familia y sus seres queridos. Esto recuerda a la llamada de Eliseo, que pidió poder despedirse de sus padres. Elías accedió a esta petición y le dijo que regresara rápidamente.
Jesús: compromiso total
La respuesta de Jesús es diferente. ¿Por qué? Jesús es más grande que los profetas del Antiguo Testamento y su misión es más importante, por lo que mayor debe ser el compromiso de sus discípulos. Jesús lo dice claramente: los que quieren seguirlo deben hacerlo incondicionalmente.
El Evangelio es un testimonio del amor de Jesús por los seres humanos. Lo hace todo por los demás, no por sí mismo.
Al mismo tiempo, es sincero para que quien quiera seguirle haga como Él. El amor a todo hombre y la libertad interior son dos condiciones para seguir a Jesús.