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Antonio Guzmán Díaz, nació en el estado de Puebla, México. Creció en un pueblo muy pequeño que se llama La preciosita, en Tlahuapan, Puebla, una zona muy rural alejada de la ciudad. Ahí vivió hasta los 12 años, hasta que se fue a vivir a Estados Unidos.
De cariño le dicen Tony. Tiene un liderazgo real entre la comunidad hispana de la Arquidiócesis de Detroit y también a nivel nacional Tony ha logrado con su ejemplo, carisma y coherencia, tener influencia positiva en miles de jóvenes. Esta es parte de su historia y como un niño de Puebla México, hoy se ha convertido en un joven con un liderazgo en todo EUA que mueve y arrastra las almas de los jóvenes al camino de Dios.
¿Nos puedes platicar cuál fue el motivo por el que llegaste a Estados Unidos?
El primer motivo fue tener a mi familia unida. Desde que yo recuerdo, mi familia siempre estuvo separada por causa de la migración. Mi papá venía, desde que yo tenía tres años, a trabajar por temporadas a los campos de California.
La situación era muy difícil para mis papás. Mi papá se vio obligado a migrar para apoyar a su familia, y no solo a su esposa e hijos, sino también a sus papás. Mi abuelo tenía Parkinson y todos los medicamentos y la situación médica de atenderlo era muy costosa y mi papá era responsable de atenderlo.
Cuando mi mamá me dijo que nos iríamos todos con mi papá, yo lo vi como la oportunidad perfecta de tener completa a mi familia. Para mi ese fue el principal motivo para migrar, no veía otros aspectos como violencia o pobreza.
¿Cómo podrías definirte en el sentido de los talentos o habilidades que Dios te ha dado?
Creo que soy bueno para liderar a otros. Es algo que nunca lo había tomado en cuenta, pero Dios me ha llevado por ese camino: el poder tener liderazgo e influenciar a otros para hacer trabajo dentro de la Iglesia o de la comunidad. Es algo que se me da de forma natural después de conocer a Cristo, porque antes de conocerlo era una persona callada, tímida, llena de inseguridades. También soy bueno para el baile, amo bailar. Cuando bailo todo se me olvida.
En todo camino de santificación siempre hay un área que hay que ir puliendo, ¿qué parte de ti estás mejorando?
Son muchas. Pero es en la paciencia en la que trabajo continuamente, para seguir puliendo esta vida de santidad a la que Dios me llama. Me desespero fácilmente y eso me lleva a actuar por impulso y no desde la reflexión. Otro aspecto a mejorar es el hecho de medir las palabras para no herir a la gente. Le pido a Dios que me ayude a tener las palabras correctas para poder seguir creciendo en amor y, con mis palabras, poder santificar mi vida.
Compártenos las actividades que estás realizando como líder hispano.
Actualmente estoy trabajando con la arquidiócesis de Detroit coordinando la oficina de Ministerio Hispano y eso me ha abierto la oportunidad para trabajar con otras organizaciones nacionales como lo son: La Red de Pastoral Juvenil Hispana, en la cual sirvo como secretario de la mesa directiva; la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, en la oficina multicultural, en un proceso que se llama “Caminemos juntos”, que convocó la Conferencia de Obispos Católicos para acercar a las familias de diferentes culturas, específicamente a los jóvenes.
“Caminemos juntos” lo hemos estado haciendo de manera virtual durante los últimos dos años y ahora estamos trabajando en su culminación, que se va celebrar en el mes de junio en Chicago, de manera presencial. Otra cosa en la que estoy apoyando y participando, es con la Oficina de Asuntos Hispanos, con Alejandro Aguilera-Titus, que es el coordinador nacional, en el mismo proceso de “Caminemos juntos”, con un enfoque en la familia hispana.
Además, a nivel regional trabajo con la organización de directores del Ministerio Hispano para el medio oeste, en iniciativas para poder seguir apoyando a los jóvenes latinos, para que pueden fomentar el liderazgo en favor de las estructuras de Iglesia. En Ohio y Michigan estamos haciendo lo mismo con los jóvenes en la región cinco.
Y también sirvo en organizaciones sin fines de lucro como lo son La casa guadalupana, que es una organización que se dedica a ayudar a personas que no tuvieron educación, para que puedan regresar nuevamente a la escuela y sobresalir en este país.
¿Qué podemos hacer los hispanos para cambiar esa mentalidad de no dejar crecer al “otro” y, al contrario, ayudar y apoyar para poder ser mejores?
Una de las cosas que siempre digo, es que hay que reconocer que no somos eternos, que nuestra vida es pasajera. Me gusta verlo desde esa perspectiva para seguir apoyando el liderazgo que viene detrás de mí. Me he dado cuenta cómo las generaciones anteriores han sufrido al llegar a este país, incluso para tener una misa o adentrarse en las estructuras eclesiales.
Me pongo a pensar en eso y a reflexionar que no podemos dejar que el liderazgo se caiga y empezar nuevamente desde cero, es decir, cuando no sabes trabajar con tu propia comunidad entra la envidia y se evita el progreso. Trabajando juntos las cosas salen mejor, aunque no siempre es fácil, porque hay personas de distintos países. Al trabajar juntos compartimos la riqueza de los hispanos y siempre será la solución. La sinodalidad de la que habla el Papa Francisco es el camino.
Te vimos muy contento en Raíces y Alas, ¿qué traías en tu corazón y qué significó para ti?
Fue la oportunidad de mi vida. Fue una experiencia maravillosa el poder expresar mi sentir ante líderes de toda la nación, como una persona joven a la que muchas veces se le puede ver como incapaz o sin experiencia. Lo vi como una oportunidad de poder traer a la mesa la voz de muchos jóvenes que están en sus comunidades sirviendo y desgastado su vida por el Evangelio. Me da mucha esperanza que podamos seguir generando cambios en nuestras comunidades y por eso estaba feliz y emocionado.
El Papa habla mucho de vicios, como la envidia, que se dan dentro de las agrupaciones, ¿cómo le haces para controlarlos?
No me gusta confrontar a las personas, pero sí entenderlas. Yo sé que las envidias no surgen de la noche a la mañana, algo más profundo debe estar dentro de la persona y, cuando no conoces la realidad de esa persona cometes el error de asumir cosas que no son, por eso me gusta tomarme el tiempo y hablar con esa persona. En ocasiones me cuestionan de mala manera, pero al final yo creo que es Dios quién te elige y te pone en el lugar en donde estas. Debemos ser caritativos y empáticos.
¿Cuáles son los elementos para no eternizarse en las organizaciones?
Es importante reconocer que hay que abrir espacio para el nuevo liderazgo y siempre he creído que el cambio es bueno cuando se sabe discernir. Entiendo que muchas personas puedan sentir posesión del trabajo que hacen, pero muchas veces puede dejar de ser sano y se vuelve toxica la situación. Se debe hacer espacio al nuevo liderazgo, a que otras personas pongan al servicio sus talentos. Debemos ser capaces de soltar la batuta y dejar que alguien más corra la carrera. De no hacerlo, el mal no solo es para los demás, sino también para nosotros mismos.