El papa Francisco afirma que “toda la Iglesia es comunidad evangelizadora”. Y recuerda la vocación de un laico, el beato venezolano, doctor José Gregorio Hernández, ejemplo de servicio a través de su profesión y voluntad de ayudar a los más pobres.
El 8 de mayo de 2022, cuarto domingo de Pascua, se celebrará la 59ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones con el tema “Llamados a construir la familia humana”.
En el mensaje que el papa Francisco envía para la ocasión a Obispos, sacerdotes, personas consagradas y fieles de todo el mundo, se lee:
“Es necesario cuidarse de la mentalidad que separa a los sacerdotes de los laicos, considerando protagonistas a los primeros y ejecutores a los segundos, y llevar adelante la misión cristiana como único Pueblo de Dios, laicos y pastores juntos”.
La Iglesia, la polarización y la guerra
El Papa subraya la utilidad del proceso sinodal, “mientras los vientos gélidos de la guerra y de la opresión aún siguen soplando, polarización, y presenciamos a menudo fenómenos de polarización, como Iglesia hemos comenzado un proceso sinodal”.
“Junto con todos los hombres y mujeres de buena voluntad queremos contribuir a edificar la familia humana, a curar sus heridas y a proyectarla hacia un futuro mejor”.
En este contexto, el Papa reflexiona ampliamente sobre el significado de la “vocación”, en el contexto de una Iglesia sinodal que se pone a la escucha de Dios y del mundo.
Llamados a ser todos protagonistas de la misión
La sinodalidad, el caminar juntos: “Sólo en este horizonte es posible descubrir y valorar las diversas vocaciones, los carismas y los ministerios”.
En su mensaje insiste que cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador»
En este sentido, el Papa pide evitar distinguir entre las vocaciones: sacerdotes o laicos. “Toda la Iglesia es comunidad evangelizadora”.
Llamados a ser custodios unos de otros, y de la creación
La palabra “vocación” no tiene que entenderse en sentido restrictivo, refiriéndola sólo a aquellos que siguen al Señor en el camino de una consagración particular. Todos estamos llamados a participar en la misión de Cristo de reunir a la humanidad dispersa y reconciliarla con Dios.
En definitiva, instar a “ser una única familia en la maravillosa casa común de la creación, en la armónica variedad de sus elementos”.
En este sentido amplio, no sólo los individuos, sino también los pueblos, las comunidades y las agrupaciones de distintas clases tienen una “vocación”.
Llamados a acoger la mirada de Dios
Luego indica que Dios “nos dirige a cada uno”, una llamada “alcanzando nuestra existencia con su Amor y orientándola a su meta última”.
Al respecto, cita a Miguel Ángel Buonarroti: «Todo bloque de piedra tiene en su interior una estatua y la tarea del escultor es descubrirla».
Asimismo, indica que su “mirada de amor siempre nos alcanza, nos conmueve, nos libera y nos transforma, haciéndonos personas nuevas”.
“Esta es la dinámica de toda vocación: somos alcanzados por la mirada de Dios, que nos llama”.
Dios nos mira y nos llama a todos
Dice un proverbio del Lejano Oriente: «Un sabio, mirando un huevo, es capaz de ver un águila; mirando una semilla percibe un gran árbol; mirando a un pecador vislumbra a un santo».
Así nos mira Dios, escribe el Papa, “en cada uno de nosotros ve potencialidades, que incluso nosotros mismos desconocemos”.
De este modo, indica, “nace la vocación, gracias al arte del divino Escultor que con sus “manos”.
“Dios, que nos indica caminos siempre nuevos para recorrer”.
El beato Gregorio Hernández Cisneros
A este respecto, el Papa mencionó la vocación del doctor Gregorio Hernández Cisneros.
“Mientras trabajaba como médico en Caracas, Venezuela, quiso ser terciario franciscano. Más tarde pensó en ser monje y sacerdote, pero la salud no se lo permitió.
Comprendió entonces que su llamada era precisamente su profesión como médico, a la que se entregó, particularmente por los pobres”.
Después de dos años de pandemia, el Papa también recuerda que el beato Gregorio Hernández Cisneros “se dedicó sin reservas a los enfermos afectados por la epidemia de gripe llamada “española”, que en esa época se propagaba por el mundo”.
“Murió atropellado por un automóvil, mientras salía de una farmacia donde había conseguido medicamentos para una de sus pacientes que era anciana. Este testigo ejemplar de lo que significa acoger la llamada del Señor y adherirse a ella en plenitud, fue beatificado hace un año”.
Hoy celebramos a...