Son muchos los cubanos que, después de pensarlo mucho, deciden abandonar su país para alcanzar una situación más estable en su vida y en la de sus familias. Sueñan con ir a México o a Estados Unidos.
Un gran número de ellos llega a Nicaragua en avión, porque este país permite ahora volar desde La Habana a Managua sin necesidad de visado. No llevan prácticamente nada y tienen que dormir en la calle. Les falta alimento. Solo esperan poder pasar cuanto antes a Honduras para seguir adelante en su camino de migrantes. La meta: el Norte.
Cuando logran atravesar la frontera con Honduras, quedan allí -en la ciudad de Danlí– varados hasta que el gobierno les dé permiso para proseguir. Y si al salir de su país no tenían casi nada, ahora menos. Lo que sí acumulan es cansancio y hambre.
En medio de esta situación tan precaria, un joven fue testimonio de lo que hacía un niño hondureño: atendía a los migrantes repartiendo platillos de comida. Lo cuenta el propio @Iamlopez, que es quien lo vivió.
López y su novia formaban parte del grupo de migrantes. Ella, al ver al pequeño distribuyendo alimentos, se le acercó para regalarle un pullover. Pero el niño se zafó. Al poco rato, sin embargo, regresó con un conmovedor mensaje para ellos. Les dejó alimentos y una nota donde decía:
“Con tus tristezas y anhelos un día dejaste tus suelos patrios, en busca de fortuna y oportunidades te marchaste. No muy lejos un día regresarás a tus tierras a sentir el calor de los que dejaste. De Jaffeth. Honduras Danlí”.