Cuando visitó el santuario de Nuestra Señora de Fátima en Portugal en 1982, san Juan Pablo II hizo un acto público de consagración al Inmaculado Corazón de María, mientras rezaba para que la humanidad se librara de una posible guerra nuclear.
Compuso una letanía muy específica a Dios, pidiéndole a él y a Nuestra Señora de Fátima que salvaran al mundo de una guerra global desastrosa: