Jesús pide algo que parece imposible, pero la fuerza que tienes para lograrlo no es humana...
Hay cosas que me parecen imposibles de realizar. Hazañas inalcanzables. Sueños improbables. Metas que no me conviene plantearme siquiera. Porque no tengo fuerzas, ni capacidad, y aunque lo intente no lo logro.
El otro día una persona decía: “Para él no hay nada imposible, por eso tiene tanto éxito en la vida. Nada lo detiene”. Me llamó la atención.
Lo imposible es lo que no se puede hacer. Y por más que me digan que si lucho lo logro no siempre resulta. Es lo que a veces me pasa con algunas cosas que Jesús dice y pide:
“A los que me escucháis os digo: – Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos”.
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