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Enciso llegó a Estados Unidos a mediados de los años sesenta del siglo pasado, buscando mejores oportunidades de vida. Como tantos otros latinoamericanos, en esta nación ha vuelto a echar raíces. Sin olvidar el drama que consiste en la migración, y menos en una región tan inhóspita como el desierto de Sonora.
Ahora, tras escuchar relatos de migrantes y de socorristas, de los “ángeles del desierto” y de otras fuentes, busca objetos que han pertenecido a los migrantes caídos en su lucha por encontrar una mejor forma de ganarse el pan, y con ellos adorna las cruces que va sembrando en el desierto.
Panorama desolador
El desierto de Sonora es una vasta extensión de territorio (260,000 kilómetros cuadrados) que comparten tanto México como Estados Unidos (en el sur de California, Arizona, y el noroeste de México). Es, quizá, el muro o la valla más “eficaz” para detener la migración ilegal que huye de México y Centroamérica.
Además de las tormentas de polvo que suelen experimentarse en el desierto de Sonora y los animales de ponzoña, tal vez la situación extrema más peligrosa para los migrantes sea el cambio de las temperaturas en esta zona del planeta que puede provocar deshidratación o congelamiento.
Según la Biopedia, en el desierto de Sonora puede alcanzar temperaturas de hasta 110 ° F (43.3 grados centígrados) durante el día y luego por la noche, descender casi hasta cero (o bajo cero, en grados centígrados). Estas variaciones implican que tanto personas como animales de la zona “deban encontrar refugio subterráneo o en el interior de la vegetación para sobrevivir”.
La muerte acecha
De acuerdo con la base de datos de Fronteras Compasivas, en los últimos 15 años alrededor de 3.658 migrantes han muerto solamente en la frontera de Arizona. Estos son los que han podido ser documentados; sin embargo, todos los organismos defensores de derechos humanos y la propia Patrulla Fronteriza de Estados Unidos creen que el número es mucho mayor.
Para evitar la muerte o el riesgo de daños permanentes por deshidratación severa, una persona que camina por el desierto de Sonora en el calor del verano debe consumir no menos de dos galones de agua por día. Un galón de agua pesa aproximadamente tres kilos y medio
“Por tanto, es físicamente imposible para una persona promedio llevar agua suficiente consigo”, advierte la Patrulla Fronteriza en un comunicado que se hace saber a los migrantes a través de los organismos como Fronteras Compasivas y otros muchos que tratan de ayudar a los migrantes en su camino.
Darles una cruz es darles un nombre
Enciso ha fabricado e instalado más de 900 cruces. “Más que símbolos religiosos, estas cruces son para Enciso demarcaciones que visibilizan las muertes ignoradas a diario en el desierto de Sonora”, dijo en una entrevista concedida a la web Democracy Now! de Estados Unidos.
Estas son algunas de las cruces (Galería)
“Estas cruces son parte de un proyecto que yo llamo Donde mueren los sueños. Es un proyecto cuyo objetivo principal es honrar la presencia de alguien que tomó la decisión de cruzar este desierto tan letal, tan peligroso, un viaje tan arduo, tan difícil, para venir a buscarse una mejor vida en este país, pero que el calor, la falta de agua, los elementos acabaron con él, con esa persona y murió aquí”.
A partir de un mapa de Arizona en el cual está lleno de “puntitos rojos” que representan el lugar donde fueron encontrados los migrantes muertos, Enciso se traslada a la zona del desierto y deja una cruz en el “puntito rojo· donde el migrante acabó con su camino al Norte.
“Y eso es parte del proyecto, la caminata hasta aquí, llegar al lugar aquí y reflejar en lo que sucedió aquí y en lo que sucedía aquí y en lo que está pasando aquí y que no hemos podido evitar estas muertes y que van a seguir pasando porque no hemos podido terminar con ellas”, aclaró a Democracy now!.