El año nuevo trae consigo los habituales propósitos de mejorar nuestras vidas de todo tipo de maneras, pero tengo malas noticias: si eres como el 92 % de las personas, tus propósitos no durarán. Es decir, a menos que aprendas los secretos para construir un nuevo hábito y que este permanezca. Así que aquí tienes algunas ideas prácticas para lograrlo.
Primero, tengo que reconocerle todo el mérito al libro de James Clear Hábitos atómicos. Probablemente ya hayas escuchado hablar de este libro o hayas visto la portada en alguna librería o biblioteca, y tengo que decirte que realmente está a la altura de las expectativas, al menos así fue conmigo.
Dudo en dar a un libro la capacidad de cambiar una vida, pero lo cierto es que esa ha sido mi experiencia con Hábitos atómicos. No solamente explica la ciencia detrás de la formación de hábitos, sino que aplica estos principios a situaciones de la vida real de manera práctica y directa. Si quieres deshacerte de un mal hábito o empezar uno bueno, ¡es imperativo que lo leas!
Desde que lo leí hace tres meses, he visto lo bien que funciona en la vida real. He podido ser fiel a unos hábitos diarios nuevos que ya había querido alcanzar antes y fracasado en el intento. ¡Es sorprendente la diferencia que supone entender el porqué y el cómo de los cambios conductuales!
La mayor lección que aprendí de este libro es dar prioridad a la consistencia y la construcción del hábito antes que intentar lograr un determinado objetivo. Es muy fácil caer en la trampa de intentar hacer las cosas perfectamente, pero lo que funciona de verdad es mucho más simple. Sencillamente, continúa adelante incluso cuando desaparezca la novedad.
Pero ¿qué quiere decir esto en la práctica? Hay dos cosas que tener en mente: empezar desde lo muy pequeño y centrarse en el proceso en vez de en el resultado.
Empezar por poco
La razón principal por la que el libro se titula "hábitos atómicos" es porque Clear defiende hacer cambios diminutos, lo que él llama "mejorar un 1 % cada día". Eso significa que necesitas descomponer tus nuevos hábitos en los cambios progresivos más diminutos posibles.
Así que, por ejemplo, si tu propósito de año nuevo es leer un libro cada mes de este año, empieza por centrarte en leer al menos una página antes de acostarte todas las noches. Poco a poco, puedes incrementar el tiempo que pasas leyendo pero, al principio, tu prioridad debería ser simplemente construir el hábito de leer diariamente a un nivel micro.
Lo que más importa en las fases iniciales de tu propósito es ceñirte a un cambio muy pequeño. Piensa en pequeño pero consistente.
Centrarse en el proceso en vez del resultado
Cuando las personas se hacen un propósito, a menudo se centran en el resultado en vez de en qué les hará llegar a él. Por ejemplo, quizás se digan: "Quiero perder 10 kilos". Sin embargo, la resolución debería centrarse en el proceso que conducirá a ese objetivo, por ejemplo: "Haré ejercicio 5 días a la semana y me comeré una buena ensalada todos los días". Pon tus energías en el establecimiento de una nueva normalidad en vez de en alcanzar cierto objetivo.
El motivo de esto es que necesitas ser capaz de ser fiel a tu rutina antes de poder esperar ver resultados. Según dice Clear:
En otras palabras, en los primeros 6 meses, es más importante no perderse ningún entrenamiento que hacer progresos. Una vez te hayas convertido en el tipo de persona que no se pierde los entrenamientos, entonces puedes preocuparte por realizar progresos y mejorar.
Pone el ejemplo de Mitch, que creó un hábito nuevo poniéndose un límite superior en su comportamiento:
Mitch se puso la norma de no permanecer en el gimnasio más de 5 minutos al principio. Tenía que ir todos los días, pero no se permitía quedarse 6 minutos. Se centró en crear el hábito de no perderse los entrenamientos. Después de hacer eso durante uno o dos meses, ya había establecido la rutina de ir al gimnasio, así que se centró en hacer entrenamientos más difíciles. Hoy, Mitch ha perdido más de 45 kilos.
Así que empieza por muy poco y confía en el proceso. Esta es la clave para hacer un cambio de estilo de vida que perdure, en vez de un “propósito” que desaparezca después de unas pocas semanas.
Con el tiempo, hacer de forma consistente estas acciones diminutas significará que habrás construido un hábito que perdurará. Y una vez tienes un hábito, es increíble ver cómo crecerás y progresarás en esa área. Estos “hábitos atómicos” de verdad pueden cambiarte la vida.