En mi mente, la hora de la cena es una experiencia maravillosa y pacífica que todo el mundo espera ansiosamente durante el día. Las principales obligaciones del día ya están hechas y la deliciosa comida restaura el humor de todo el mundo y los prepara para un descanso reparador. La conversación en la cena es estimulante, amena y fortalece los vínculos entre todos. Ese, al menos, es mi sueño.
Sin embargo, no tardé en aprender que una cena feliz no se materializa por arte de magia. El mal humor puede agriarlo todo, una conversación tonta y frustrante puede descarrilar toda la comida y, si no hay hábitos establecidos, la impaciencia y el “¿Me puedo levantar ya de la mesa?” toman el control. En la actualidad, mi cena de ensueño se hace realidad la mayoría de las noches, pero ha sido necesario un entrenamiento intencional y mucha práctica para que la cena se convierta en una experiencia memorable y positiva. Aquí tienes algunas cosas que hemos intentado y que nos han ayudado a hacer de la cena un encuentro más significativo.
1Guardad las pantallas y estableced un tiempo para la duración de la cena
Dejar las pantallas fuera del alcance de la mesa durante la cena limitará las distracciones y permitirá (u obligará) a todo mundo estar un poco más presente. Durante un tiempo, descubrimos que necesitábamos establecer un temporizador para mantener a todo el mundo en la mesa durante un mínimo de tiempo.
Empezamos con solamente diez o quince minutos y fuimos construyendo desde esa base, entrenando gradualmente a los niños pequeños a estar sentados tranquilos durante tiempos más largos con nosotros.
2Dar a todo el mundo una tarea para preparar la cena y para limpiar después
Añade un poco de tiempo antes y después de la comida y libera de la carga de prepararlo y limpiarlo todo una única persona, mejor compartir las responsabilidades. Alguien puede poner la mesa, otro fregar un poco, otro preparar una ensalada antes de la cena y, para después de cenar, se reparten también las tareas de recoger, fregar los platos y barrer.
Además, ayudar todos juntos a recoger puede facilitar un ambiente más relajado para la conversación que durante la cena en sí, lo cual implica que quizás logres que más personas se abran y se sumen a la conversación que si no existiera este tiempo.
3Empezar con una oración
Una vez se ha reunido todo el mundo, pero antes de empezar a comer, rezad juntos. Son un momento y un lugar fantásticos para que los niños más pequeños aprendan las oraciones y para que los niños mayores refuercen esas oraciones en su memoria.
Si todo el mundo está intentando aprender la oración de San Miguel o si tu pequeño de 7 años está memorizando el Acto de Contrición para su primera Reconciliación, este es un lugar donde todos podéis decir estos rezos juntos antes de pronunciar la oración de gracias por los alimentos.
4Orienta intencionadamente la conversación
Intenta que todo el mundo presente comparta algo sobre su día. O que cada miembro de la familia se turne para escoger un tema sobre el que se converse en la cena. De esta forma, puedes cubrir el tema favorito de cada uno en varios días o en un par de semanas.
Una cosa que hacían mis padres con nosotros de pequeños era que nos animaban a todos a pensar en un halago para la persona a nuestra derecha. Recurrían a estos cumplidos especialmente en los días en los que el mal humor era palpable y se podía oler el potencial conflicto.
Y un apunte final sobre el orientar las conversaciones: no te desanimes si, a la hora de la verdad, cuesta un poco que todo el mundo se suba al carro y se acostumbre a participar en la conversación de la cena. Poco a poco, sin prisa pero sin pausa, lograréis que el tiempo de cena vaya mejorando o, al menos, evitaréis que deteriore en un caos total.
5Termina la cena con todo el mundo compartiendo algo por lo que dar gracias de ese día
Independientemente del éxito de tus mejores esfuerzos por lograr una conversación fructífera, terminad la comida con una toque positivo compartiendo los momentos más hermosos de vuestro día.