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El peso que ha tenido en la opinión pública la reciente evacuación de migrantes haitianos, desde el Estado de Texas a la capital de Haití, Puerto Príncipe, ha reabierto las venas de América Latina, justo como en los dos años pasados (y aún en éste) las han abierto las caravanas de familias de Honduras y de Cuba.
A diferencia de otros continentes, la mayoría de los que abandonan su país (mexicanos centroamericanos y caribeños a Estados Unidos; venezolanos a los países vecinos y a otros lejanos del cono sur, etcétera) migran a otra región del mismo continente en busca de refugio.
El límite entre las tres Américas y el Caribe no es la frontera entre México y Guatemala. Está entre México y Estados Unidos. Y los haitianos hacinados bajo el puente que une a Ciudad Acuña (en Coahuila, México) con Del Río (Texas, Estados Unidos) han sido en estas semanas la dolorosa metáfora de la migración en el Nuevo Continente.
Se llama “mojados” a los migrantes mexicanos que cruzan el Río Bravo (aunque de los 3,150 kilómetros de frontera común el Río Bravo solo hace frontera en el Estado de Texas) y entran ilegalmente a Estados Unidos. El término ha sustituido, paulatinamente, al que primero ocupó estas funciones: braceros.
Los “mojados” han elegido como su santo patrono al mártir mexicano Santo Toribio Romo, un sacerdote nacido en Santa Ana de Guadalupe (16 de abril de 1900). Vicario con funciones de párroco en Tequila (arquidiócesis de Guadalajara), fue asesinado por los soldados durante la persecución religiosa la mañana del 25 de febrero de 1928.
Su “patronazgo” viene de las narraciones de algunos migrantes mexicanos que una vez perdidos en el desierto estadounidense se han encontrado con él, quien les ha dado agua, les ha indicado el camino e, incluso, les ha proporcionado algunos dólares para aliviar su llegada al pueblo más cercano.
De hecho, en el santuario que lleva su nombre en Santa Ana de Guadalupe, cada año más de medio millón de migrantes van a darle gracias o a pedir favores. La mayoría de ellos mexicanos, pero en la medida en que la migración latinoamericana y caribeña se ha diversificado, van al pueblo natal de Santo Toribio migrantes de otros países.
La organización “Águilas del Desierto”, con sede en Fallbrook (California), cuya misión es ayudar a las familias cuyos seres queridos están desaparecidos en el desierto o a recuperar sus restos (desde 1996, más de 7,000 migrantes han fallecido en California, Arizona y Nuevo México, principalmente) tiene una oración para Santo Toribio:
Hoy que el mundo acude asombrado a mirar la tragedia de Haití, la oración de intercesión de Santo Toribio Romo, mártir mexicano de la persecución religiosa, puede ser un instrumento invaluable para obtener de Dios una solución humanitaria de esta y otras tantas crisis que en “el continente de la esperanza” agobia a tantas familias.