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Vuelve ABBA. Lo imposible se hace posible, aunque es una vuelta con truco. La exitosa formación sueca regresa a los escenarios con nuevo disco y una gira. Pero el tour será virtual, es decir, volverán a través de unos avatares digitales que los sustituirán en el escenario y que tendrán la cara de los ABBA de hace 40 años. La gira está prevista para el mes de mayo del año próximo y, de momento, ya tenemos dos nuevas canciones, “Don't Shut Me Down” y “I Still Have Faith In You”. En el videoclip de esta última podemos ver un aperitivo de cómo será este espectáculo virtual de los ABBA.
La esperadísima vuelta del grupo se hizo todavía más larga desde que en 2018 anunciaron que estaban preparando nuevas canciones. Los temas tardaban en llegar y después irrumpió el coronavirus que lo retrasó todo.
ABBA es el anagrama con los cuatro nombres de los artistas suecos, Anni-Frid Lyngstad, Agnetha Fältskog, Björn Ulvaeus y Benny Andersson. A mediados de los 70 lograron la fama internacional tras vencer en el festival de Eurovisión con “Waterloo”.
Desde que se separaron en 1982, no habían publicado nuevas canciones, aunque sí un recopilatorio, “ABBA Gold”, que es uno de los discos más vendidos del mundo. Millones de discos, millones de fans y una carrera envidiable ocultan el drama de una de sus componentes, Anni-Frid Lyngstad, conocida como Frida.
Frida nació en un Lebensborn nazi en noviembre de 1945. Su madre era una mujer noruega. Su padre, un alemán nazi. Heinrich Himmler, quien fuera jefe de las SS y arquitecto del Holocausto, puso en marcha el programa Lebensborn para seguir “purificando” la raza aria y para que no dejara de nacer ningún niño ario. Paralelamente, Himmler había ya obligado a los miembros de las SS a tener, al menos, cuatro hijos, aunque no fueran necesariamente dentro del matrimonio. Todo con tal de seguir perpetuando “la raza superior”.
Podríamos definirlo, de modo muy gráfico, como una suerte de granjas humanas donde los oficiales nazis concebían hijos con mujeres que se prestaban para ello y que habían superado una serie de exámenes “raciales” que certificaran la presunta “pureza” deseada por los nazis.
La red Lebensborn (“Fuente de vida”) llegó a disponer de 11 casas en Alemania y Austria, 8 en Noruega y otras 3 en países occidentales bajo dominio del Tercer Reich.
Pero Himmler admiraba especialmente “la sangre vikinga” y consideraba a las noruegas como “puras arias”, mientras que las mujeres de otros países eran consideradas de razas inferiores. Por eso, animó especialmente a sus hombres a tener hijos con las mujeres noruegas.
Estos Lebensborn estaba instalados en hoteles o grandes casas confiscadas a sus legítimos propietarios. Allí se proporcionaba a las mujeres un hogar durante el embarazo y cuidados médicos. Los hombres alemanes que habían dejado embarazadas a estas mujeres tenían la opción de casarse con ellas y llevarlas consigo a Alemania, pero muy pocos de ellos lo hicieron. La mayoría de estas madres solteras, una vez terminada la lactancia, entregaban a sus hijos al Lebensborn. La red después los daba en adopción a familias alemanas de las SS que no habían alcanzado la meta de los cuatro hijos.
A estas madres que entregaban a sus hijos se las compensaba con una dotación económica o con empleos dentro de la administración del Tercer Reich.
Enseguida comenzaron con este plan por el que nacieron unos 8.000 niños. Uno de ellos era Frida.
Nació en noviembre de 1945, cuando ya había terminado la guerra. Su padre era un sargento alemán que estaba casado. Los noruegos rechazaban fuertemente a estas madres y, por extensión, a sus hijos. Mucho más cuando la guerra terminó. Ellos fueron el objeto de la venganza de los noruegos por la invasión nazi. Incluso el gobierno noruego en el exilio había advertido a través de la BBC británica que era mejor que estas madres colaboracionistas se marchasen de Noruega una vez los nazis fueran vencidos.
Al terminar la guerra, 14.000 de estas mujeres fueron llevadas a campos de trabajos forzados. Otras fueron ingresadas en instituciones mentales al igual que sus hijos. Eran los apestados de la sociedad noruega porque eran el fruto de la traición de sus madres.
Frida se libró de esta estigmatización porque su madre y su abuela buscaron refugio en Suecia. Synnim su madre, murió antes de que Frida cumpliera dos años. Fue entonces criada por su abuela y ella siempre pensó que su padre había muerto. Pero años después lo conoció en persona a instancias de su entonces prometido y también componente de ABBA, Benny Andersson.
Después de dos matrimonios, en 1992, Frida se casó con el príncipe Heinrich Ruzo Reuss von Plauen, del que enviudó en 1999. Frida, la hija del nazi, terminó codeándose con la realeza europea porque, gracias al matrimonio con el príncipe Heinrich, se convirtió en Su Alteza Serenísima la princesa Anni-Frid de Reuss, condesa de Plauen.
La historia del nacimiento de Frida es digna de una novela. El que ella misma revelara su doloroso origen ayudó mucho a reparar el sufrimiento de unos niños, y después adultos, que pagaron la culpa de haber nacido en las circunstancias en que lo hicieron y de ser los hijos de quien fueron.