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¿Por qué ha crecido tanto el precio de la luz?

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César Nebot - publicado el 12/09/21
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El alza de los precios de la electricidad puede tener un efecto devastador sobre las economías y sobre las familias

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Recientemente, la evolución alcista del precio de la electricidad se ha convertido en un quebradero de cabeza para las familias europeas. Apenas hace dos meses, el gobierno español decretaba unas franjas horarias y unas alzas de precios según acumulación de demanda tales que “invitaban” a desplazar actividades como poner la lavadora a horas intempestivas.

Los datos del Operador del Mercado Ibérico de la Electricidad (OMIE) sobre la evolución del precio del megawatio-hora muestran una espectacular alza durante los últimos seis meses.

De los 32 euros de mitad de marzo a los 148 a los que cotiza actualmente implica que los precios casi se han multiplicado por cinco. En un escenario de crisis post covid, la velocidad de recuperación depende del abastecimiento de energía y, por lo tanto, esta evolución de los precios impone un grave lastre.

Así como la crisis del petróleo de 1974 redujo a la mitad el crecimiento de la productividad de las economías avanzadas, el alza de los precios de la electricidad puede tener un efecto devastador sobre las economías y sobre las familias

Así pues, si hace unos años la preocupación por la evolución de la prima de riesgo y por el precio del barril de Brent copaba los medios de comunicación, ahora debemos añadir el temor al alza de los precios de la electricidad.

La primera pregunta que debemos hacernos es de qué manera el precio de la generación de electricidad nos puede afectar a nuestro bolsillo. Para entenderlo hay que tomar en cuenta varios aspectos.

En él existen múltiples de tarifas recogidas en la legislación. No todos los consumidores notarán el mismo impacto de este vaivén del mercado. Depende de si su tarifa se encuentra regulada de forma que se fija según el precio de generación.

Esta tarifa denominada Precio Voluntario de Pequeño Consumidor que entró en vigor el 1 de junio de 2021 en España otorgaba al consumidor la posibilidad de ajustarse a una discriminación horaria observando los precios de generación. A esta tarifa se vieron abocados unos 10 millones de usuarios.

El problema es a su vez también hace que su factura sea más sensible a los cambios en la generación si no tienen alternativa de cambiar o ajustar su consumo a horarios. De esta forma la factura mensual del usuario medio ha aumentado este agosto en unos 27.85 euros y se sigue esperando alzas en este esfuerzo familiar.

En el interviene impuestos y peajes varios de acuerdo con la regulación. De tal forma que un 74% de la factura de la luz no depende directamente del coste de generación. Es decir, si las empresas eléctricas decidieran regalar la energía que producen, la factura que pagaría cada familia no sería cero.

Es decir, hay pocas empresas que operan y se hacen poca competencia. Los mercados en competencia perfecta requieren de muchos agentes que operen de forma que la capacidad de alterar precios a su conveniencia sea nula. Por eso decimos que, en competencia perfecta, todos los agentes tomarían el precio como dado; sin capacidad de alterarlo a su placer.

Cuando un mercado opera bajo competencia perfecta, el precio que se cobra por bien producido se equipara al coste de producirlo. Si un productor desea cobrar algo más por encima del coste, siempre puede venir otra empresa y quitarle el cliente haciendo una oferta mejor.

Cuando se da un oligopolio, las empresas tienen margen para alterar precios e imponerlos a la demanda y así tener beneficios extraordinarios. Por esto mismo, el precio del mercado de electricidad no dependerá del coste degeneración de la energía, sino también de esa capacidad de las empresas oligopolítiscas de cobrar un margen por encima de dicho coste.

Dicho lo cual, hemos de tener en cuenta que este precio tendrá dos partes que pueden propiciar el aumento de los precios. Uno el coste de generación ( los economistas analizamos el coste marginal que obedece al coste de la última unidad producida) y el otro el margen sobre coste por el poder de negociación de los precios. Este margen dependerá entre otros aspectos de la cantidad de empresas y la concentración del poder de mercado.
En resumen, el alza del precio de la electricidad que tantos quebraderos de cabeza suscita tiene tres fuentes posibles de variación: el coste (marginal) de generación de la energía, el margen oligopolístico y los costes de peajes e impuestos.

Es sensato preguntarnos qué ha cambiado en los últimos meses para entender qué ha podido ser fuente de esta evolución.

Se entiende que ni los peajes ni impuestos habían cambiado, pero tampoco el número de empresas eléctricas que operan en el mercado. Por lo tanto, el único factor que nos quedan es el coste marginal de generación.

La regulación que disponemos en España es tal que el precio de generación se determina por el coste marginal del ultimo megawatio-hora producido. Claramente, si el coste marginal fuera decreciendo en la medida que aumentase la generación, ante aumentos de la demanda el precio iría bajando. Pero el problema es que el coste marginal es creciente. ¿Por qué? Es muy sencillo.

Imagine que regenta una churrería que vende ricos churros con una tecnología que le permite ahorrar aceite; con unas freidoras que usan aire caliente y unas gotas de aceite.

Dispone de 10 máquinas y es capaz de producir en una mañana una cantidad total de 500 churros a un precio muy bajo. Además, imagine que si quisiera producir churros hirviendo en aceite a la antigua usanza, además de ser más caro e ineficiente, usted debería pagar un canon por contaminación.

Un día vienen la cantidad de churros que le solicitan es de 700. Los 500 primeros los hará con la tecnología barata pero los 200 restantes los hará con una tecnología cara y pagando el canon. ¿Qué coste marginal tendrán esos últimos churros? Claramente superior a los 500 primeros. ¿Qué sucede si la regulación en materia de churros indica que debe cobrar para cada uno de los 700 churros un precio igual al coste de producción del último churro? Está claro que el precio se dispara.

En el sector eléctrico sucede algo parecido. Ese último tramo de generación se realiza con ciclos combinados que usan gas. Esta tecnología es cara e ineficiente. Como además genera emisiones de CO2 deben adquirir Derechos de Emisión, es decir que deben asumir gastos mayores que se meten en el coste marginal. Pero además hay que añadir una variable geopolítica y de competencia internacional. China, el gigante asiático, está pujando por el gas que proviene de Rusia, eso lo encarece y a su vez Rusia reduce el suministro hacia Europa como variable de presión geopolítica.

Si a esto añadimos la paulatina salida de la pandemia suscita un incremento de demanda de energía, además de las demandas estacionales por el calor veraniego, los precios de generación reflejan un incremento pro situarnos en ese tramo de generación de coste marginal mayor. Se asimila a disponer de mucha gente comprando churros, no tener máquinas eficientes suficientes, necesitar un aceite excesivamente caro y una regulación que fija el precio según lo que cuesta producir el último churro.

Respecto de las otras dos fuentes de variación en los precios, parece claro que una bajada de impuestos podría paliar el alza que proviene del coste marginal pero la reciente rebaja del IVA y el impuesto sobre la electricidad no ha conseguido ser un dique suficiente. A los pocos días, esa rebaja quedó superada con un precio que seguía creciendo.

Otra opción consiste en suscitar competencia introduciendo otras empresas y así modificar los márgenes. El problema es que no puedes improvisar una empresa de generación de electricidad de un día a otro. Se especula con la creación de una empresa pública que introduzca mayor competencia.

En el mejor de los casos, operando bajo criterios de mercado y ajenas de condicionamientos y dádivas políticas tan habituales en estos casos (en España, las cajas, banca pública, demostraron ser un claro ejemplo de lo que no se debía hacer), podrían influir en ese margen de negociación reduciendo el precio, pero seguiría persistiendo el problema del coste marginal de generación.

Lo que parece claro es que la regulación actual del mercado eléctrico, tanto por esa parte que no depende del coste de producción como por la determinación del precio, así como por el sostenimiento del estatus quo del oligopolio, muestra grandes problemas.

El problema del precio de los churros tal vez no esté tanto en la producción sino en qué normas se han impuesto para hacer pagar a los compradores por el acceso a la churrería, por las barreras que evitan la entrada de más churreros y por la fijación del precio según el coste del último churro producido.

En tanto que no se entienda esto, las medidas de intervención que se propongan para bajar el precio de la electricidad no pasarán de ser simples churros con olor a aceite chamuscado. En esencia, lo habitual.

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