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El Penal San Roque de la localidad de Sucre en Bolivia volvió a ser noticia. Esta vez no por el coronavirus (como ha sucedido meses atrás), sino por un gesto que permitido a varias reclusas estar más cerca de Dios.
En efecto, el amor se hizo presente una vez más en ese sitio donde habitualmente el vínculo es con el dolor y la soledad. Esta vez gracias a que el pasado sábado 4 de agosto un grupo de mujeres del pabellón 8 de ese penal recibieron el sacramento de la Confirmación, tal cual recuerda el portal Iglesia Viva. Además, se informó, otras seis reclusas recibieron la primera comunión.
Gracias a esto el pabellón fue arreglado y adornado por las propias confirmadas, quienes también estuvieron acompañadas de la comunidad de hermanas de la Caridad.
El encargado de presidir la ceremonia fue monseñor Adolfo, auxiliar de Sucre.
«Oremos por nuestras hermanas privadas de libertad, para que movidas por la gracia del Espíritu, sean testigos del amor de Dios, en este lugar, construyendo juntos el Reino de Dios», expresó el sacerdote José Miguel Marengo, hombre vinculado a la Pastoral Carcelaria de Sucre.
No es la primera vez que el Penal San Roque en esa zona de Bolivia se transforma en noticia. En agosto de 2020 hubo un recordado momento de oración por decenas de personas, entre ellos personal, policías y privados de libertad, que lograron superar el coronavirus.
“Agradezco a las autoridades de Régimen y Seguridad, por estos momentos compartidos y celebrados, tan deseados y pedidos por ellos. Damos gracias todos, por el trabajo en equipo, formando una verdadera comunidad, al servicio de la lucha contra el Covid 19, que superó en una parte del Penal San Roque”, había dicho en aquel entonces Marengo.
En lo previo, la lucha contra el coronavirus ha generado incluso un motín carcelario, además del reclamo de atención de salud. Meses después, en 2021, en momentos duros de restricciones por la pandemia, el propio Convento Santa Teresa de Sucre protagonizó la entrega de productos de la canasta familiar. Algo que también recibió gran agradecimiento.
Hoy todo aquello parece renovarse y la esperanza emerge de la mano del soplo del Espíritu Santo en un grupo de mujeres reclusas en Bolivia. Es ahí donde también retumba aquello del Evangelio:
“El viento sopla donde quiere y oyes su voz pero no sabes de dónde viene ni adónde va” (Jn 3-8).