Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
En el suroeste de Canadá una ola de calor que golpea a toda la costa del Pacífico de Norteamérica, ha hecho arder bosques y matado a más de quinientas personas con temperaturas que llegan hasta los cincuenta grados centígrados.
Mientras, en buena parte del territorio canadiense al menos han sido 48 los templos – la mayoría católicos – incendiados o pintarrajeados.
Las quemazones tanto como los actos de repudio tienen "justificación" en represalia por el hallazgo de 1.315 tumbas sin nombre de menores indígenas recluidos en internados manejados por instituciones religiosas.
Tanto la ola de calor como la ola de ataques en contra de templos e iglesias se sostuvieron a lo largo del mes de julio. Y, en el caso de la temperatura, todavía se espera para el mes de agosto otra dura prueba en el Pacífico canadiense.
Con respecto a los ataques a las iglesia, es previsible que sean esporádicos, toda vez que han sido tomados – como tantas otras acciones – por grupos radicales. Quieren expresar demandas muy diferentes a las demandas de esclarecimiento y restitución de los pueblos originarios de Canadá.
Los internados ya han cerrado sus puertas hace 25 años (funcionaron por más de un siglo, desde 1883 hasta 1996 auspiciados por las autoridades civiles de Canadá, quienes querían que los menores indígenas se integraran a la civilización occidental, borrando sus raíces étnicas, lingüísticas y culturales).
Pero las heridas han sido abiertas de nueva cuenta al utilizar métodos tecnológicos de punta para ubicar fosas donde yacen, alrededor de escuelas residenciales, restos de menores indígenas sin ningún tipo de marca.
De los 48 templos que han sido objeto de ataques, 21 de ellos han sido atacados por el fuego intencionado de quienes han visto en la Iglesia católica (responsable del manejo del setenta por ciento de los internados); y en otras confesiones como la presbiterana, la unionista o la anglicana, los sujetos designados de su ira por los hallazgos que se han acumulado en los últimos dos meses.
De hecho, tanto el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, como la Asamblea de las Primeras Naciones de Canadá, que agrupa a 634 jefes autóctonos, han exigido las disculpas por parte del Papa Francisco. Este recibirá a una delegación de los pueblos originarios del 17 al 20 de diciembre de 2021. Aunque Trudeau, ciertamente, ha manifestado su contrariedad por los incendios y los ataques
En la actualidad, 1.4 millones de personas en Canadá (4.9 por ciento de la población de este país) se definen como indígenas o descendientes de indígenas en primer grado. Los “fuegos sospechosos”, como los califican las autoridades canadienses, comenzaron en junio. Durante el mes de julio se propagaron en casi todas las provincias de este inmenso territorio, principalmente en las de Saskatchewan, Columbia Británica, Ontario y Alberta.
Si bien es cierto que los templos incendiados total o parcialmente (algunos han quedado reducidos, liberalmente, a cenizas) son la mayoría iglesias católicas como la del Sagrado Corazón en la Columbia Británica, también han sido vandalizados templos pertenecientes a los anglicanos, coptos ortodoxos e, incluso, de la alianza vietnamita.
No solo templos. Como comienza a ser una muy discutible "costumbre" en varios países del mundo (empezando por Estados Unidos y, más recientemente, en México o en Colombia), los atacantes se han ensañado con estatuas como una de san Juan Pablo II que amaneció en el atrio de parroquia del Santo Rosario en Edmonton (Alberta) pintada de rojo.
Pintarrajear de rojo ha sido la corriente de las protestas. Significa, según los atacantes, la sangre derramada por los pequeños pertenecientes a los pueblos originarios de Canadá que fueron víctimas de abusos o murieron por malos tratos, enfermedades curables o por abandono.
Las consignas estampadas en paredes de 27 de los templos son repetitivas: “Éramos niños”; “Nuestras vidas importan”; o diferentes numeraciones (correspondientes al número de tumbas sin nombre que han sido detectadas en cada uno de los internados).
Ante este andanada de incendios y destrucción, un boletín de la Conferencia de Obispos Católicos de Canadá dejó en claro lo siguiente:
Y en un comunicado de los obispos canadienses dirigido a los pueblos originarios, junto con el anuncio de que el Papa los va a recibir por delegaciones una semana antes de la próxima Navidad, dijeron:
La ira contra la Iglesia católica se ha ralentizado. Pero no se ha detenido.