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El cuadro del transhumanismo lleva tiempo pintado: un futuro en el que el hombre es sometido a la imposición de la ciencia, la robotización, las máquinas... Ya no se soportará el dolor ni la forma actual de "ser humano" y pasaremos a ser cyborgs. Ya no vamos a morir porque habrá posibilidad de modificar el genoma hasta el infinito. La ciencia y la técnica serán los motores de la evolución humana. Dios no será necesario para las personas, que habrán llegado a ser dioses...
Después de leer esto, uno no sabe si reír o llorar. Reír, digo, porque la pandemia ya nos ha dado un buen golpe como para recordarnos que somos mortales. Pero también llorar al ver el enconamiento de las posturas transhumanistas, que están dispuestas a sacrificar al hombre a cualquier precio con tal de alcanzar el "superhombre".
Albert Cortina, abogado y urbanista, ha expuesto su pensamiento en el nuevo libro "¡DESPERTAD! Transhumanismo y Nuevo Orden Mundial", que publica la editorial EUNSA. La foto de la portada es significativa: dos manos abiertas, una con una cápsula roja y otra con una cápsula azul, al estilo de Matrix. Escoger la lectura del libro ya es optar por la vía de los despiertos.
Para quienes crean que un título imperativo como "¡DESPERTAD!..." es sectario o alarmista o apocalíptico, todo lo contrario. Cortina expone las ideas de forma comprensible y argumentada e incluso añade resúmenes de ideas básicas al final de muchos capítulos, para lectores con poco tiempo pero interesados en el transhumanismo. el imperativo anima a la acción esperanzada y necesaria para quien, desde la fe cristiana, ve en su vida un sentido de misión.
Lo primero que hace este barcelonés de 60 años, director del Estudio DTUM y siempre interesado en promover la conexión entre ciencia, ética y espiritualidad, es informar.
El libro reúne la información clave para quien esté interesado en conocer qué es el transhumanismo. Y lo mismo con el Nuevo Orden Mundial: qué pretende y quiénes lo agitan.
Sobre el transhumanismo, que aboga por una mejora de la corporalidad humana basada en criterios técnicos y económicos, se cierne un gran interrogante. Miquel-Àngel Serra, doctor en Biología (UAB), investigador de biomedicina y gestor de investigación del Laboratorio de Neurofarmacología (DCEXS) de la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona) desde 2005, recomienda el libro para que seamos más conscientes de los aspectos negativos a que aboca el transhumanismo.
Por ejemplo, señala que si bien el avance de la ciencia es beneficioso en cuestiones como el desarrollo de las vacunas, "corremos el peligro de promover una discriminación social entre los mejorados y los pobres si se aplica el transhumanismo sin más". Lo mismo ocurre con el genoma: "¿Vamos a aceptar que se modifique el genoma en menores y que eso vaya a la descendencia? Si a eso se une el criterio de 'yo decido qué es lo mejor', podrían darse situaciones de manipulación y quizá el genoma se nos va de las manos porque abrimos la caja de Pandora."
Para no quedarse en discursos negativos, Serra propone una alternativa muy básica pero olvidada en algunos ámbitos y países: "Los principios de la bioética nos pueden ayudar:
Desde la ética, el famoso filósofo y teólogo Francesc Torralba también invita a leer el libro porque considera que "Cortina activa el músculo de pensar".
Torralba explica que "estamos saturados de análisis apocalípticos" y ha encontrado en el libro "¡DESPERTAD! Transhumanismo y Nuevo Orden Mundial" una propuesta que aporta "una gran esperanza, sustentada en Dios y el humanismo". "Aquí -señalando el libro- hay un contradiscurso", asegura.
Torralba recuerda que "el transhumanismo tiene intolerancia a la finitud y a la condición mortal. Es intransigente respecto a la indigencia y a la contingencia". Es, en sus palabras, "un fideísmo ciego, cientista, tecnocrático, que ve la ciencia como redentora de todos los males".
La fe, viendo cómo crece el transhumanismo en nuestra sociedad y cómo avanza la idea de crear un Nuevo Orden Mundial donde gobernarían los poderosos siguiendo criterios solo económicos y tecnocientíficos, "nos recuerda que somos sostenidos y cuidados por Dios" y por eso quien lea el libro encontrará resortes para pensar que el mundo no está abocado al desastre si contamos con la Providencia y actuamos como creyentes.
Carlos Llarandi, presidente de Profesionales por el Bien Común, se suma a la idea de Torralba. Cree que hay tres ideologías que ahora mismo son imperantes:
"Son tres bioideologías", afirma. Frente a ellas, Llarandi celebra que el libro de Albert Cortina promueva, hoy que tanto hablamos de inteligencias múltiples, la "inteligencia espiritual", que plantea una respuesta esperanzadora al transhumanismo".
Cortina explica que la ciudadanía vive en la perplejidad muchas veces de la maraña de informaciones (a veces contradictorias), mentiras y decisiones de gobiernos deshumanizados. A eso se añaden voluntades de grandes corporaciones (a nadie escapa el poder de las farmacéuticas, las compañías de seguros, el negocio de las armas...). El Nuevo Orden Mundial busca una sociedad al gusto de los que mandan, con objetivos económicos y egoístas que destruirían a la persona, la familia y la sociedad. Pasaríamos a ser títeres de los que mandan con intereses oscuros. Hablamos de fabricación de esclavos, de obsolescencia de seres humanos, de coartar la libertad, dirigir nuestras vidas... y comprometer el futuro de la humanidad si no se pone algún freno a la voluntad de hacer un Gran Reseteo.
Pablo Sanz, profesor de Derecho Mercantil en ICADE, recomienda el libro "¡DESPERTAD!..." para superar estos "tiempos de cibercracia", según sus palabras. "Hay un riesgo de abstracción de la naturaleza humana, que se matematiza y se corrige a través de algoritmos", explica. Es lo que sucede cuando todo se deja a los datos: "se intenta construir un nuevo panóptico, que se rige por la datificación. Se descomponen los fenómenos sociales y se descompone la realidad en números, lo cual conduce al dataísmo", alerta.
Esta vertiente del transhumanismo (que se da cuando hay un mal empleo del big data, por ejemplo) puede verse en "nuevos sesgos cognitivos o en programación a través de los softwares que nos instalan".
Para Sanz es crucial "la educación en internet y anticiparse a los riesgos de un capitalismo cognitivo".
A los expertos citados se suma Joan Costa, ingeniero y sacerdote, que subraya la actitud positiva con que Albert Cortina enfrenta el desafío del transhumanismo, sobre todo para los profesionales que se encuentran en situación de pensar y tomar decisiones que afectarán a otras personas. Sin olvidar que el transhumanismo es una cuestión que nos afecta a todos, porque todos formamos parte de la sociedad.
Costa valora que Albert Cortina haya enfocado este libro sobre un tema preocupante con una mirada positiva. Recuerda que los cristianos estamos llamados a trabajar por el progreso "desde la paz interior" sin olvidar que "siempre estamos en tiempo de misericordia".
El sacerdote recuerda que "las personas y la Creación entera somos fruto de un acto de amor de Dios, y Dios es Señor de la Historia, creador del mundo y redentor de la Humanidad".
Para Joan Costa, una lectura importante para combatir el transhumanismo es la segunda encíclica de Benedicto XVI, "Spe Salvi". Allí "se habla claramente de la fragilidad, de la debilidad del ser humano, y de Jesucristo que ha asumido esta miseria y nos ha redimido por amor. A nosotros nos toca recoger la misericordia de Dios. Y la última palabra en la Historia la tiene la misericordia de Dios".
El transhumanismo choca frontalmente con esta percepción de la vida y puede darse "lo que advertía san Juan Pablo II, que si se quita a Cristo de la entraña de la sociedad, se va contra el hombre tarde o temprano".
Con humor, Joan Costa señala que "a Dios no le ha agarrado por sorpresa el transhumanismo" y que "está preparando una gran primavera cristiana, tal como señaló san Juan Pablo II en la encíclica "Redemptoris Missio", en el número 86.