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Giannis Antetokounmpo desafió el destino que parecía escrito para su propia vida, trituró las estadísticas de las finales en el deporte de las estadísticas, y alcanzó su ya merecido título de leyenda del deporte al obtener su primer anillo de la NBA y de Jugador Más Valioso (MVP) de las finales.
En la victoria de los Milwaukee Bucks sobre los Phoenix Suns por 4 a 2, tras iniciar la serie con dos derrotas, el griego de ascendencia nigeriana ratificó en los partidos importantes lo que en anteriores temporadas regulares había insinuado: puede ser el mejor del mundo. En el partido definitorio, firmó una planilla de 50 puntos y 14 rebotes, animalada deportiva. Una locura. Pero él mismo encuentra mejores definiciones para lo que está viviendo.
Ya en 2019, tras ser elegido el mejor jugador de la temporada, fue interrogado por la cadena Fox Sport sobre la palabra que mejor define su increíble travesía. Y Giannis no dudó: Fe.
Un tiempo antes había escrito en redes sociales, parafraseando a San Pablo en la segunda carta a los Corintios, “camina por la fe, no por la visión”. Desde este lema que asume como propio, dijo en otra ocasión, se propone ser un mejor hijo, mejor hermano, mejor ser humano. “Y puedo serlo”.
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Por esos años, al recibir el reconocimiento al mejor de la temporada declaró en el acto oficial: “Primero que todo, quiero agradecer a Dios por bendecirme con este asombroso talento, por ponerme en esta posición en la que estoy. Todo lo que hago, lo hago a través de Él”.
Giannis Antetokounmpo fue bautizado en la Iglesia Griega Ortodoxa. El padre Evangelos Ghanas recordó tiempo después la devoción del niño Giannis, que fue bautizado el 28 de octubre de 2012, poco antes de iniciar su periplo por los Estados Unidos. Criado en la humilde Sepolia, el sacerdote que lo acompañaba en la escuela dominical en la Iglesia a la que Giannis amaba ir, recuerda que pese al difícil contexto nunca se quejaba de la vida, y no era agresivo para con la sociedad. “Él puede volar en los courts, pero en la vida real se mantiene firme sobre sus pies”, expresó al medio Ethnos.
Los padres de Giannis habían migrado a Europa en busca de nuevos horizontes. Con la familia a cuesta, dejando un niño a cargo de los abuelos en Nigeria, Charles y Verónica no tenían ni 30 años al iniciar el periplo europeo. Los inicios fueron muy duros, y los niños, los nacidos en África y en Grecia, tenían que colaborar con la venta ambulante para poder llevar un alimento al hogar. Pero el deporte abrió nuevos horizontes a la resiliente familia Antetokounmpo.
En la NBA con Giannis y Thanasis en los Bucks, Kostas hasta este año en los Lakers ahora con rumbo al griego Olympiakos, y Alex en UCAM Murcia, hicieron que el esfuerzo de los padres por mejores horizontes para sus hijos valga la pena.