separateurCreated with Sketch.

“¿Qué hace un iPhone en manos de un estudiante de secundaria?”

whatsappfacebooktwitter-xemailnative
Mathilde De Robien - publicado el 28/06/21
whatsappfacebooktwitter-xemailnative
Este experto en tecnología explica a los padres que no hay ningún buen motivo para que un niño tenga un teléfono móvil antes del bachillerato

Directo, convencido y convincente, Stéphane Blocquaux no se anda con rodeos. Bien durante sus conferencias o bien en sus publicaciones, este investigador francés y experto en educación digital que ha realizado diversos encargos para el ministerio de Sanidad francés y el Senado francés no disimula su punto de vista.

– Usted da muchas conferencias a padres e hijos sobre el tema de la tecnología digital. ¿Cuáles son sus descubrimientos en relación al uso de los smartphones entre los jóvenes?

Stéphane Blocquaux: Para empezar, que no ha mejorado nada en los últimos 10 años. Uno podría pensar que, tras 10 años de experiencia y cientos y cientos de incidentes graves (asaltos, suicidios, ciberacoso), el Estado [francés] habría legislado algo más o controlado o bloqueado el uso de Internet por menores. Pero podemos ver que, en 10 años, no se han tomado medidas suficientemente firmes y definitivas.

Por supuesto, [en Francia] los móviles se han prohibido en las escuelas, como si eso fuera una gran restricción. ¡Pero eso es únicamente el comienzo del comienzo de lo que es obvio [hacer]! Creo que no hemos comprendido la medida de lo que está sucediendo: hay herramientas sin ningún control en manos de menores totalmente incontrolables. Es una observación dura que también es un llamamiento a la atención de los políticos, los adultos, los educadores, la policía…

La segunda observación es que se ha intentado reprimir el acceso por parte del sistema judicial y por parte de los padres. Estos últimos instalan software de control parental y retiran el uso de los ordenadores durante ciertas horas, pero no estoy seguro de que estén educando a los niños sobre el mundo virtual.

Hay un auténtico defecto educativo global, general, social en relación a la gestión de los móviles. Creo que es un gran problema de nuestra sociedad y creo que las respuestas no son proporcionales al problema, con todo el daño que genera a diario en los hogares y en el sistema educativo.

– ¿A qué daño se refiere?

Primero, los estragos sobre la vida privada y, más concretamente, sobre la relación de las personas con la intimidad. Luego está la trivialización de la violencia por parte de ciertos videojuegos. Y finalmente, la sexualización. De forma masiva, los niños se están atiborrando de pornografía a unas edades impactantes, es decir, ¡en torno a los 11-12 años! Con un solo clic, pueden acceder a la pornografía digital sin ningún tipo de control. Aprenden sobre sexualidad en sitios web como YouPorn ¡y no creo que ese precisamente sea el lugar correcto! Hay múltiples problemas y el daño es significativo.

– Usted aboga por una educación digital. ¿Qué requiere esto de los padres?

Ante todo, una concienciación real. En términos concretos, no termino de ver qué puede hacer un iPhone con 5G en las manos de un niño en edad escolar. Igual que soy favorable a su uso en bachillerato, estoy totalmente en contra de su presencia en secundaria.

La educación virtual significa darles un teléfono con el que puedan llamar a sus padres cuando tengan un problema con el autobús, por ejemplo. Y ya está. Si quieren hacer trabajos con un ordenador, pueden hacerlo en casa bajo el control de la conexión a Internet familiar.

Y sí, ¡es menos tentador para ellos ver porno en la tablet familiar que en su móvil personal! Y se puede poner un filtro en la conexión a Internet del hogar para filtrar el contenido. Tenemos que dejar de tomar por adultos a los niños de 13 años. ¿Saben qué veo cuando voy a las escuelas secundarias? Veo a estudiantes que tienen en sus manos las herramientas de altos ejecutivos, ¡y están en secundaria!

– Se podría objetar que hay que estar al día de los tiempos que corren.

¡La idea no es convertirlos en forasteros digitales! No estoy en contra de algunos de los videojuegos actuales. Los jóvenes juegan en red, chatean, todo desde casa, ¡muy bien! No soy un nostálgico anticuado. Tengo 17 pantallas en casa y cuatro hijos, ¡no los aíslo del mundo digital! Pero, por otro lado, no les doy la posibilidad de ir donde quieran y cuando quieran. A las 19h, el router corta el acceso a Internet; a las 21h vuelve a abrirlo y a las 21:30 lo cierra. Si un niño tiene acceso toda la noche, ¿qué le impide parar? 

Hoy en día ya no hay tiempo sin pantallas digitales, no hay descanso, no hay tregua. ¿Necesitan los niños estar pegados a su smartphone durante el trayecto de 30 minutos del autobús? ¡No! En cuanto les das un móvil conectado al 5G, es la muerte de la infancia.

Es responsabilidad de cada uno de nosotros conocer cuánto queremos que dure la infancia. Algunos padres han decidido matar la infancia demasiado pronto.

¿Te ha gustado leer este artículo? ¿Deseas leer más?

Recibe Aleteia cada día.

Apoye Aleteia

Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia.  Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.

  • 20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
  • Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
  • Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
  • Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
  • 600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
  • Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
  • Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).

Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.