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A veces nos sentimos solos, es natural, sobre todo en esta pandemia que nos obligó a encerrarnos en nuestras casas bajo una cuarentena interminable. Necesitamos compañía, sentirnos amados, abrazados.
Hace unos años Aleteia publicó un artículo desgarrador sobre dos ancianos en un departamento de Roma que lloraban por sentirse solos.
La soledad es muy dolorosa. Es muy triste dejar a nuestros ancianos solos cuando debemos cuidarlos.
Nunca estamos solos
Recuerdo a un amigo que vivía solo en su departamento y una tarde le pregunté: “¿Nunca te sientes solo?”. Su respuesta me sorprendió: “Yo nunca estoy solo. Dios siempre está conmigo”.
Con los años, leyendo las Escrituras pude comprender su respuesta. Él tenía razón. Nunca estamos solos.
También nos dice:
Somos nosotros los que nos alejamos
Dios siempre nos acompaña. Va con nosotros. San Agustín, en su famosa obra autobiográfica Confesiones escribió:
Es lo que nos ocurre a menudo con Dios. Él está con nosotros, pero nuestro corazón se encuentra en otro lado, cerca de las apetencias del mundo, el dinero, el placer. Olvidamos nuestra alma inmortal con demasiada frecuencia por lo terrenal.
Padre fiel
Dios es un padre muy especial.
Una tarde que me encontraba en una oficina realizando unos trámites importantes, llegó un sacerdote que conocía bien.
De casualidad se colocó detrás de mí en la fila. Estaba consternado por la historia que un parroquiano le había confiado como amigo suyo y me la compartió.
Resulta que su amigo venía del hospital con los resultados de sus análisis médicos, le dieron un año de vida.
Angustiado pensó en sus hijos pequeños y su joven esposa. ¿Qué sería de ellos? Tomó el auto y se puso a dar vueltas por la ciudad sin rumbo fijo, clamando a Dios en su desesperación:
Entonces sintió una suave brisa y escuchó una voz venida de atrás que con ternura le dijo:
Es una historia maravillosa que no he podido olvidar. Y si un día dudas, busca en tu Biblia Isaías 41, 10 y lee:"