Rezar con los salmos es una guía semanal que te ofrecemos para meditar sobre la Palabra de Dios. Hoy te presentamos el Salmo 146(145).
Nos topamos con una serie de salmos finales que ya no muestran a un ser humano mortificado por las dificultades, que duda, que teme, que se llena de vergüenza.
Por el contrario, se trata de una serie de cantos de alegría, de festejo, de celebración por tantos dones recibidos, por haber contemplado la gracia de Yavhé en todo su esplendor.
Con espíritu cristiano
Casi como cuando los cristianos alaban al Señor en el día de la Resurrección. Ya no se trata de un triste y oscuro Viernes Santo, sino más bien de un canto de alabanza y gratitud en un Domingo de Resurrección.
Y es interesante notar que es justamente este el espíritu cristiano de vivir la fe. Se pasa por el Viernes, pero el objetivo es el Domingo; la fiesta.
Estos cantos enfatizan el hecho de que confiar en Dios nunca defrauda, en contraste con la confianza puesta en el hombre, un hombre frágil, débil y sujeto a una serie de condicionantes para hacer el bien.
Sin embargo, en Dios siempre hay esperanza, es lo que podríamos llamar tener una fe ciega en quien sabemos que nunca falla.
Pero no son alabanzas vacías o frívolas, sino que van acompañadas de una acción concreta: confiar en la voluntad de Dios y poner en Él toda esperanza y fe, invitando a los demás a hacer lo mismo, confiando en un Padre providente y misericordioso.
Hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos.
Esta frase casi hace recordar las palabras de Jesús: Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos? (Mt 6,26).
Este salmo describe esa misericordia de Dios de una forma literal: El Señor libera a los cautivos, abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados…
Es un Dios de lo concreto, no abstracto, que escribe en la historia y en las historias particulares de sus hijos.
Por tanto, confiar, creer y depositar la fe en el único Dios es fuente inagotable de paz, sabiduría y felicidad.
Salmo 146(145),2.5-6.7.8-9a
Alabaré al Señor toda mi vida;
mientras yo exista, cantaré a mi Dios.
Feliz el que se apoya en el Dios de Jacob
y pone su esperanza en el Señor, su Dios:
Él hizo el cielo y la tierra,
el mar y todo lo que hay en ellos.
El mantiene su fidelidad para siempre,
hace justicia a los oprimidos
y da pan a los hambrientos.
El Señor libera a los cautivos,
abre los ojos de los ciegos
y endereza a los que están encorvados.
El Señor protege a los extranjeros
el Señor ama a los justos.
Texto bíblico: Libreria Editrice Vaticana
