La misa Tridentina es la manera de celebrar la misa en el rito latino o romano de la Iglesia según el misal de la edición publicada por el papa Juan XXIII en 1962.
Esta es la última edición del misal romano promulgado en el año 1570 por el papa Pío V, como uno de los frutos del Concilio de Trento (En latín Concilium Tridentinum); de aquí los términos tridentino o tridentina.
Por tanto la misa tridentina fue la manera dominante de celebrar la Santa Misa en el rito Latino o romano de la Iglesia durante cuatro siglos.
Esta manera de celebrar la misa se mantuvo vigente hasta que apareció el novus ordo o la misa actual según el misal romano promulgado por el papa Pablo VI en 1969, como uno de los frutos del Concilio Vaticano II.
¿Pero qué motivó a la Iglesia proponer la misa actual o misa Novus ordo?
Litúrgica y pastoralmente hablando, el objetivo principal de la reforma litúrgica fue la participación plena, responsable y activa en la liturgia por parte de los fieles para que salieran de una actitud pasiva, dejaran de ser unos meros espectadores mudos, ausentes y ajenos.
A la misa tridentina también se la conoce como misa de San Pío V, misa latina, misa preconciliar (hablando de la misa que se celebraba antes del Concilio Vaticano II), misa tradicional y -a partir de la publicación del motu proprio Summorum Pontificum del papa Benedicto XVI- se le dice forma extraordinaria del rito romano o, simplemente, forma extraordinaria.
Pero el cambio en la forma de celebrar la Santa Misa, que implantó el Concilio Vaticano II, como habitualmente se celebra hoy en el mundo nunca supuso la abrogación de la celebración de la misa de la forma anterior.
Lo demuestra el motu proprio Summorum Pontificum (SP) promulgado el 7 de julio del 2007.
De esta manera el papa Benedicto XVI recupera aún más y de manera más especial la Misa tridentina.
Gracias a este Motu proprio todos los sacerdotes podrán celebrar la misa en cualquiera de las dos maneras con o sin pueblo (SP, 4).
Y se dice que la Iglesia recupera aun más la misa tridentina pues la autoridad de la Iglesia, durante el pontificado del papa Juan Pablo II, con el documento Quattuor abhinc annos ya había concedido, en el año 1984, un indulto para el uso restringido del misal tridentino.
Y más tarde el mismo papa Juan Pablo II con el motu proprio Ecclesia Dei, del año 1988, instó a los obispos a no poner obstáculos para quienes solicitaran el uso de dicho misal.
Ahora bien, cabe aclarar una cosa: no es apropiado hablar de dos ritos (el rito ordinario o conciliar y el rito extraordinario o preconciliar o tridentino), sino más bien hay que hablar de un doble uso del mismo y único rito, el rito romano o latino de la Iglesia (SP, 1).
Hay que mencionar que dentro de la Iglesia, fuera del rito romano o latino, hay otros ritos (el ambrosiano, el siro malabar, el maronita, el mozárabe, etc.).
Los documentos más antiguos que hablan de la misa muestran diferencias en la forma en que la misa se ha celebrado de una región a otra a lo largo de la historia.
Como es sabido la misa se celebraba de manera diferente en Roma, Jerusalén, Antioquía, Alejandría, Milán, etc., lugares claves de la Iglesia.
Sin embargo, nunca se dudó de que estas tradiciones litúrgicas estuvieran en línea con la misma tradición apostólica y que, en consecuencia, fuera la misma misa, el mismo sacrificio y la misma fe.
Aun en las regiones de Rito latino, han existido variaciones considerables en la celebración de la Misa a través de los siglos, hasta que llegó el Concilio de Trento.
Ese concilio apoyó algunas de estas diversidades pero al mismo tiempo llamó a una mayor unidad para promover la uniformidad y así hacer más evidente la catolicidad de la Iglesia.
Es importante, pues, ser conscientes de que la celebración de la misa será siempre digna, lícita y válida, indiferentemente del rito o forma, siempre y cuando dicho rito pertenezca a la Iglesia, sea aprobado por ella y se siga al pie de la letra cada una de las normas dadas para ello.
Entre otras, las características más notorias y fundamentales de la misa tridentina son tres:
1. La lengua utilizada en todo el mundo es el latín. Pero hay partes que se dicen en la lengua del lugar: las lecturas se leen primero en latín y luego en la lengua propia, así como la homilía se hace en la lengua del pueblo.
Algunos han objetado el hecho de que la misa sea en latín pues afirman que la gente no entiende nada.
Esto es irrelevante pues, por un lado, quien va a una misa tridentina sabe a qué va, entiende la misa y participa de ella con mucho fruto.
Y por otro lado, como ya se ha dicho, las lecturas y la homilía se llevan a cabo en la lengua del pueblo y además los fieles disponen de misalitos en su lengua para que sigan la misa.
Por otra parte, el hecho que la misa sea en latín tiene su ventaja, pues quienes están habituados a esta misa no tienen problemas para vivirla en cualquier parte del mundo.
Y se pone en evidencia que, indiferentemente del país, de la raza y del idioma, todos somos hermanos miembros de una misma familia, la Iglesia.
Se siente el vínculo que nos une a las personas que comparten una misma fe, más allá de los confines del propio país.
2. El altar está unido al retablo y por tanto el sacerdote celebra de espaldas al pueblo.
La forma correcta de llamar esta postura celebrativa es ‘ad orientem’ o ‘versus Deum’. Es que todos, fieles y celebrante, miran hacia el oriente, miran al sol que nace de lo alto (Lc 1, 78).
Algunos han creído que esta manera de celebrar la misa es una manera de ignorar al pueblo o de faltarle al respeto.
Pero el presidir la misa de esta manera no es un desprecio al pueblo, no es ignorarlo, no es impedirle expresamente ver lo que acontece.
Celebrar la misa de esta manera tiene un profundo sentido teológico.
El sacerdote no le da la espalda al pueblo; más bien, él está en la misma dirección del pueblo y delante de él presidiendo las oraciones dirigidas a Dios, en la divina persona de Jesús, que se encuentra en el sagrario que junto al retablo y al altar conforman una unidad.
3. Es una misa mucho más rica en lo que tiene que ver con los gestos rituales.
En este sentido la gente afirma que la misa tridentina es muy larga y aburrida. Este es otro argumento sin fundamento pues hay gente que también dice lo mismo de la misa actual.
Cuando se piensa así, es posible que falte fe o conocimiento de la esencia de la misa.
Al igual que la forma actual de celebrar la Misa, la duración de la misa tridentina es variable.
¿Pero por qué habríamos de lamentarnos o sufrir por la duración de la misa? ¿Por qué deberíamos estar pendientes de la duración de la celebración?
Quien se queja de que la misa dure mucho está invitado a revisar su fe y su relación con el Señor.
Si la Misa te parece larga o aburrida, aumentar tu amor por Dios, por la misa y/o por tu salvación podría hacerte cambiar de opinión.
1.- Hay tres tipos de misa:
- La missa solemnis: Hay seis velas sobre el altar, hay un sacerdote, un diácono y un subdiácono, monaguillos y coro. Esta misa se celebra cuando hay una solemnidad.
- La missa cantata: Hay seis velas sobre el altar, hay un sacerdote, monaguillos y coro. Esta misa se celebra cuando hay una festividad.
- La missa lecta: Hay dos velas sobre el altar, sacerdote y monaguillos. Esta misa se celebra en un día ferial.
2.- La liturgia se compone de dos partes: la misa de los catecúmenos (sería el equivalente a la liturgia de la palabra de la misa de hoy, que a su vez se divide en dos partes: Introducción e instrucción), y la misa de los fieles (sería el equivalente a la liturgia eucarística de la misa de hoy, que a su vez se divide en dos partes: celebración del misterio y la acción de gracias).
- La introducción: Saludo, acto penitencial, introito, gloria, colecta.
- Instrucción: Epístola, gradual (sería como el salmo), evangelio, credo,
- Celebración del misterio: Ofertorio, lavabo, secreta, prefacio, canon de la misa, memento de vivos, invocación de los santos, consagración del pan, consagración del vino, oblación de la sagrada víctima, memento de difuntos, padre nuestro, deseo de la paz, oraciones del sacerdote antes de la comunión, comunión del sacerdote, comunión de los fieles.
- Acción de gracias: Purificación, oración de postcomunión, último evangelio (será siempre el mismo).
3.- Los ornamentos son diferentes: casulla abierta en forma de guitarra en la parte anterior y recta en la parte posterior, la estola sobre el pecho del sacerdote va cruzada en forma de ‘X’, el sacerdote lleva un manípulo (una especie de pequeña estola sobre la muñeca del brazo izquierdo, un bonete (se pone en la cabeza para ir al altar y regresar del mismo), un amito (este es el primer ornamento se pone el sacerdote) sobre el cual el sacerdote se pone el alba abierta en la parte superior, bolsa para los corporales, etc..
4.- Los colores litúrgicos son: Morado, rosa, blanco, encarnado, verde, negro y azul celeste.
El morado denota penitencia y se usa en Adviento, Cuaresma y Témporas.
El rosa o rosado significa alegría atenuada y puede usarse el tercer domingo de Adviento y el cuarto de Cuaresma.
El blanco denota santidad (pureza e inocencia) y se usa en las fiestas del Señor, de la Virgen, y de los Santos no mártires.
El encarnado, símbolo de la caridad, se emplea en las fiestas del Espíritu Santo, de la Cruz, de los Apóstoles y mártires.
El verde simboliza esperanza y se manda para los domingos después de Epifanía y después de Pentecostés.
El negro significa luto y se emplea el Viernes Santo y en los funerales.
El azul celeste es el símbolo de la pureza, y se emplea en las fiestas marianas.
Hoy, en día, en la misa novus ordo o misa conciliar se usan ordinariamente cuatro colores: Blanco, verde, rojo y morado. Excepcionalmente se pueden usar también el rosado y el azul.
5.- Para la celebración de la misa son necesarios, fuera de lo que se usa para la misa actual, algunos objetos tales como: la palia redonda, una hijuela cuadrada, un velo sobre el cáliz, las sacras (son tres cuadritos enmarcados que se colocaban de pie sobre el altar, apoyados en la base del retablo para que el sacerdote pudiera decir unas oraciones determinadas sin necesidad de recurrir siempre al misal), una cucharilla, un pabellón para cubrir el copón, etc..
6.- Sólo hay una plegaria eucarística, el canon romano, (la primera plegaria actual). El canon romano se hace en voz baja. Este casi silencio nos recuerda que el mundo se mantuvo silencioso durante las horas de la crucifixión.
7.- No hay concelebración. Sólo hay un sacerdote celebrando la misa.
8.- El sacerdote sale de la sacristía llevando al altar el cáliz junto con los respectivos elementos accesorios.
9.- Sólo hay una lectura que se llama epístola.
10.- No hay ambón: El leccionario y el misal están sobre el altar.
11.- Hay un ritual a realizar en la sacristía tanto antes como después de la misa.
12.- No hay lectores legos, como tampoco hay ministros instituidos (lectores, acólitos). Es el sacerdote quien realiza las lecturas.
13.- Sólo se usa el canto gregoriano y el único instrumento musical utilizado es el órgano de tubos.
14.- No hay moniciones ni oración de los fieles.
15.- El sacerdote nunca se sienta durante la misa.
16.- El sacerdote da la comunión a los fieles trazando una cruz con el cuerpo de Cristo. Y todos los fieles comulgan de rodillas y en la boca.
17.- Después de la bendición final, el sacerdote lee otro evangelio.
Hay gente que no está de acuerdo ni con la misa actual ni con la misa preconciliar, esgrimiendo sus propios argumentos que generalmente son infundados.
Tanto la misa tridentina como la misa conciliar tienen la misma validez, licitud, belleza, dignidad, solemnidad e impacto positivo en la espiritualidad de los fieles.
Cada quien, pues, vaya a la celebración de su preferencia pues así le sacará más fruto a favor de su vida espiritual.