Había una vez una pequeña ciudad en Viterbo, llamada San Ángel de Rocalvecce que estaba poco a poco muriendo. El furioso dragón de las pocas oportunidades espantaba a toda la población, sobre todo a los jóvenes.
Los únicos que resistían a la furia del dragón eran los ancianos que conservaban las tradiciones y las añoranzas del hermoso lugar que un día fue.
Y es aquí donde entra el héroe de este cuento, llamémoslo “el príncipe”, llamado Gianluca Chiovelli. Un valeroso "guerrero" que decide combatir el dragón.
¿Cómo? De esta manera: Rescatando los cuentos de hadas, aquellos clásicos que han sido desde siempre una gran enseñanza para el aprendizaje de las virtudes y valores.
En diciembre de 2016, Gianluca Chiovelli, decide fundar la asociación cultural ACAS (Associazione Culturale Arte e Spettacolo) con la intención de crear de forma independiente un proyecto que diera vida a su pueblo, transformándolo en una gran colección de libros al aire libre, con coloridos murales.
Esto pudo realizarse gracias a la colaboración de un equipo de artistas callejeros, inaugurándolo precisamente con la magnífica aventura de "Alicia en el país de las maravillas" de Lewis Carrol, el símbolo por excelencia de un mundo que solo se puede ver con la imaginación.
El mural fue creado por Tina Loiodice y se encuentra en la plaza principal de San Ángel, el reloj del famoso conejo blanco de la historia. Marca las 11 y 27 minutos indicando la fecha de su inauguración el 27 de noviembre de 2017.
Desde aquel día comenzaron poco a poco a llegar los “curiosos” de las ciudades vecinas. Crecían los visitantes y crecían los murales, hasta hoy. Son 38 murales, muchos de reconocidos muralistas, algunos premiados o con reconocimiento internacional como la obra de Vera Bugatti, “Caperucita Roja”.
Paseando por esta curiosa ciudad, uno no solo puede ver la "resurrección" de un pueblito que se estaba muriendo sino también, el volver a viejos valores perdidos.
Uno se encuentra con el anciano que sale de su casa a relatar el cuento retratado en el muro de su casa a los visitantes. A veces hasta ofreciendo un pedazo de torta. Un paseo que nos recuerda ese valor, un poco perdido, de expresar por medio de la tradición oral la vivencia de tu pueblo. Una riqueza absoluta que se pierde poco a poco con el uso desmedido de la tecnología.
Tradición revivida de un pueblo a través de las historias, como podemos ver en el libro de los libros, el que cuenta la historia del Pueblo de Dios, la Biblia.