El Informe sobre la Libertad Religiosa en el Mundo (RFR, por sus siglas en inglés) de 2021, elaborado por la fundación pontificia internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), señala que la libertad religiosa se viola gravemente en uno de cada tres países.
Según este informe, presentado oficialmente en Roma y en otras ciudades importantes del mundo hoy (20 de abril), este derecho fundamental entre 2018 y 2020 no se respetó este derecho fundamental en 62 (el 31,6%) de los 196 países del mundo.
Según el estudio, en 26 de estos países las personas sufren persecución y en el 95% de ellos, la situación se ha agravado aún más durante el período que se examina. Nueve países aparecen en esta categoría por primera vez: siete en África (Burkina Faso, Camerún, Chad, Comoras, República Democrática del Congo, Malí y Mozambique) y dos en Asia (Malasia y Sri Lanka).
Estas estadísticas reflejan una de las principales conclusiones del Informe: la radicalización del continente africano, especialmente en el África Subsahariana y Oriental, donde se ha producido un dramático aumento de la presencia de grupos yihadistas. Las violaciones de la libertad religiosa - incluida la persecución extrema, como los asesinatos en masa - se producen actualmente en el 42% de todos los países africanos: Burkina Faso y Mozambique son dos ejemplos paradigmáticos de ello.
La radicalización no solo afecta al continente africano: el RFR revela un aumento de redes islamistas transnacionales que se extienden desde Mali hasta Mozambique en el África subsahariana, pasando por las Comoras en el Océano Índico y las Filipinas en el Mar de China Meridional, con el objetivo de crear un llamado "califato transcontinental".
El Informe evidencia otra nueva tendencia: el abuso de la tecnología digital, las redes cibernéticas, la vigilancia masiva basada en la inteligencia artificial (IA) y la tecnología de reconocimiento facial para aumentar el control y la discriminación en algunas de las naciones con el peor historial de libertad religiosa. Esto es evidente en China, donde el Partido Comunista Chino, han estado oprimiendo grupos religiosos con la ayuda de 626 millones de cámaras de vigilancia con IA y escáneres de teléfonos inteligentes. Los grupos yihadistas también están utilizando la tecnología digital para la radicalización y el reclutamiento de seguidores.
Según otros datos la investigación mostró que en 42 países (el 21% del total) apostatar o cambiar de religión puede acarrear graves consecuencias legales y/o sociales que van desde el ostracismo familiar hasta la pena de muerte.
Por otra parte, el RFR destaca y denuncia el aumento de la violencia sexual utilizada como arma contra las minorías religiosas; crímenes contra mujeres y niñas que son secuestradas, violadas y forzadas a convertirse.
Hoy en día, alrededor del 67% de la población mundial, unos 5.200 millones de personas, viven en países donde se producen graves violaciones de la libertad religiosa - entre ellos los más poblados del planeta: China, India y Pakistán.
En muchos de ellos, las minorías religiosas son las más atacadas. Como se indica en el informe, la persecución religiosa por parte de gobiernos autoritarios se ha intensificado. La apología en favor de una supremacía étnica y religiosa en algunos países asiáticos de mayoría hinduista y budista ha llevado a una mayor opresión de las minorías, reduciendo a menudo a sus miembros a ciudadanos de segunda clase.
La India es el ejemplo más extremo, pero se aplican políticas similares en Nepal, Sri Lanka y Myanmar.
En Occidente, afirma el informe, ha habido un aumento de la "persecución educada", un término acuñado por el Papa Francisco para describir cómo las nuevas normas y valores culturales entran en profundo conflicto con los derechos de libertad de conciencia individuales y marginan a la religión "a los recintos cerrados de iglesias, sinagogas o mezquitas”.
La investigación también aborda el profundo impacto de la pandemia de la COVID-19 en el derecho a la libertad religiosa. Ante la magnitud de la emergencia, los gobiernos han considerado necesario imponer medidas extraordinarias, aplicando en algunos casos limitaciones desproporcionadas al culto religioso en comparación con otras actividades seculares.
En algunos países como Pakistán o India, se ha negado ayuda humanitaria a las minorías religiosas. Especialmente en las redes sociales, se utilizó la pandemia como pretexto para estigmatizar a ciertos grupos religiosos por ser supuestamente los causantes o propagadores de la pandemia.
Reflexionando sobre la gravedad de los hallazgos de la RFR, el presidente ejecutivo de ACN International, el Dr. Thomas Heine-Geldern, declaró: “Lamentablemente, a pesar de las -ciertamente importantes- iniciativas de la ONU y de la dotación de personal para embajadores de la libertad religiosa, hasta la fecha la respuesta de la comunidad internacional a la violencia motivada por la religión - y a la persecución religiosa en general - puede calificarse de demasiado débil y demasiado tardía".
“Lamentablemente, a pesar de las - aunque importantes - iniciativas de la ONU y la dotación de personal de embajadas de libertad religiosa, hasta la fecha la respuesta de la comunidad internacional a la violencia basada en la religión, y la persecución religiosa en general, se puede clasificar como muy poco, demasiado tarde ".
Publicado por primera vez en 1999, el RFR analiza cada dos años en qué medida se respeta el derecho humano fundamental a la libertad religiosa, protegido por el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y lo hace considerando todas las religiones en los 196 países del mundo.