Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
‘Tierra Santa. El último peregrino’ no es una película turística al uso sobre la belleza de los lugares sagrados por los que discurrió la vida de Jesús de Nazaret.
Ni siquiera una recreación de su predicación arropada en la imagen actual de esos espacios míticos, que están ya asociados a episodios fundacionales del cristianismo. Algo de esto hay en el último trabajo de Goya Producciones, desde luego. Pero el objetivo principal es otro y es doble.
Por un lado, reivindicar el carácter transformador de la visita a Tierra Santa y, por otro, alertar sobre el peligro cada vez más real de que la población cristiana se extinga en aquella región. Un riesgo que es tanto mayor cuanto más se reducen las peregrinaciones que le proporcionan un medio de subsistencia, como ha ocurrido especialmente en el año de la pandemia.
La película es también innovadora en lo formal y se estructura a partir de la historia de ficción de una familia en crisis que se ve transformada por el viaje a los recintos sagrados.
Sus historias están inspiradas en testimonios reales a los que se va dando paso y que son el verdadero punto fuerte de la película que dirige Andrés Garrigó (que ha contado con la colaboración de Pablo Moreno para la parte narrativa).
Una policía nacional abulense que vio su vida cambiar en el monte Tabor, el Monte de la Transfiguración; una ingeniera acomodada que decide romper con su vida para instalarse en Belén a atender a niños con problemas cerebrales “que ni siquiera me lo van a poder agradecer”; una misionera argentina que atiende desde hace 13 años un hogar para niños discapacitados abandonados al que acuden tanto musulmanes como cristianos; un legionario de Cristo que montó en Magdala una Casa de Peregrinos; un maquillador chileno que se replanteó su homosexualidad y su vida entera en Cafarnaúm; un guía de peregrinos alemán que lleva 40 años instalado en Tierra Santa… Son algunos de los testimonios que se van desgranando a lo largo de un documental que logra tocar los corazones y remover las conciencias.
“Aquí muchas personas llegan sin esperanza y en alguno de los lugares sagrados se sienten tocados”, explica Aquilino Castillo, vicedirector de la Revista Tierra Santa. Fue su caso. Como parte de sus estudios de lengua hebrea viajó hasta la tierra de Jesús de Nazaret.
“Un día sentí un gran vacío interior y salí a caminar sin rumbo, y llegué a la Plaza del Santo Sepulcro”, relata. Se sentó allí y sintió que su vida empezaba a cambiar. “Fue como una teofanía.
En ese momento entiendo que Jesucristo no murió por sus ideales o por sus amigos, sino que murió por mí. Estuve cinco horas sentado, pero todo pasó como en un instante. Es el momento en que me convierto a Jesús y me dirijo al Calvario y busco la confesión, que había abandonado durante años”.
Por su propia experiencia, Castillo anima a las parroquias y a los obispos a resaltar la importancia de la peregrinación a Tierra Santa. “Europa sin el Camino de Santiago no sería Europa. La Cristiandad sin Jerusalén no sería la Cristiandad”, recalca.
El capellán de la Encarnación, en Ávila, Arturo Díaz, es de los hombres que asumieron ya hace años la importancia de las peregrinaciones a Tierra Santa y que trabaja por impulsarlas. Suya es la idea del Camino de Jesús, una forma de peregrinaje más económica, con muchas partes a pie, pensada para los más jóvenes, pero sin renunciar a los lugares esenciales.
“El tiempo vivido en Tierra Santa ha sido para mí una riqueza espiritual única que recomendaría a cualquier sacerdote, porque cambia tu predicación y tu meditación”. Por su parte, el periodista y escritor Jesús García, autor de un libro sobre los hallazgos arqueológicos en Magdala, asegura en la película que “ir de viaje de novios a Tierra Santa hace que toda tu vida matrimonial sea diferente”.
Sea cual sea tu estado o disposición, es un viaje con una inmensa capacidad para transformar la vida de las gentes.
“El objetivo de la película es reivindicar la importancia de la peregrinación, no sólo como algo valioso a título individual, sino imprescindible para la supervivencia de los cristianos en Tierra Santa”, explica Andrés Garrigó, director del documental y artífice de la creación de Goya Producciones, que acaba de cumplir 20 años como empresa dedicada a la evangelización audiovisual.
La modesta producción -financiada por un crowdfunding que sigue abierto en www.tierrasantalapelicula.com y en el que ya se han involucrado unas 600 personas – fue extremadamente compleja y, además, se vio entorpecida por la irrupción de la pandemia.
“Estuvimos 8 días grabando en Tierra Santa, pero con la idea de tomar un primer material de partida para mejorarlo después en un segundo viaje que no pudimos hacer”, recuerda Garrigó. Afortunadamente, aquellas grabaciones tenían fuerza y valor testimonial suficiente y pudieron complementarse con un segundo viaje a los lugares sagrados para recabar otros testimonios y rematar con otras grabaciones realizadas en España de personas que también estuvieron allí.
A primeros de abril se realizó un preestreno de la película para los patrocinadores, pero el estreno oficial en cines tendrá que esperar hasta el 21 de mayo. “Es un momento muy complicado, pero nuestro distribuidos se ha animado a hacer un esfuerzo especial”, explica Andrés Garrigó.
Aunque luego la película se comercializará también mediante video doméstico y alquiler digital “intentamos apurar la vía del cine, que da más prestigio y visibilidad, aunque no renunciemos a las otras posibilidades para rentabilizar la inversión y llegar al máximo de público posible”.
Una película que se resume en el alegato final del legionario de Cristo Juan María Solana: “Le pido a Dios que los lugares de Tierra Santa no se conviertan en museos, que haya siempre cristianos, aunque sean pocos, pero que testimonien esa continuidad que ha habido desde el inicio. Tenemos todos una responsabilidad sobre Tierra Santa; no podemos perder esas raíces”.