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Una semana después del ataque a Palma, el padre Antonio Chamboco, párroco local, muestra, en declaraciones enviadas a la fundación ACN, su aflicción por la falta de información sobre el paradero de los fieles de su comunidad.
Si bien no se encontraba en Palma, ciudad ubicada en el extremo norte de la provincia de Cabo Delgado, cuando comenzó el ataque el 24 de marzo, siguió las noticias desde la distancia.
El ataque fue reivindicado el 29 de marzo por el autoproclamado grupo yihadista 'Estado Islámico'.
"Cuando escuché sobre el ataque, mi sentimiento fue de dolor y tristeza. Con dolor porque llevaba un año en Palma y ya le tenía cariño a la gente, a la comunidad". Al principio, todavía fue posible para el sacerdote mantenerse en contacto con Palma, pero rápidamente las líneas telefónicas se volvieron inutilizables.
"Estuve en contacto con dos coordinadores de la comunidad católica en la primera fase [del ataque], cuando la red [de teléfonos] estaba funcionando me informaron que estaban disparando [en la ciudad], cinco minutos después no hubo más comunicación…"
El párroco explica que no sabe si la iglesia y la casa parroquial fueron destruidas o destrozadas por los terroristas. También es incierto y preocupante el paradero de sus habitantes. La ciudad de Palma tenía unos 50 mil habitantes, según informes hubo decenas de muertos y es ahora un pueblo fantasma.
Imágenes de un video que fue enviado a la fundación ACN y que habrían sido tomadas en Palma después del ataque, muestran imágenes con los restos de una masacre sin precedentes, personas decapitadas y cuerpos mutilados.
"Las imágenes que hemos visto son espeluznantes. No podemos siquiera compartirlas porque hieren la dignidad humana por su brutalidad. Los terroristas parecen querer causar el máximo daño y sembrar el mayor terror en su frenesí destructivo".
"Nos preguntamos cuántos muertos más tiene que haber para que el mundo haga algo y ponga fin a esta violencia. Parece que estas vidas no cuentan. Se me desgarra el corazón" dice Ulrich Kny, responsable de proyectos para Mozambique de la fundación internacional ACN.
"La fundación está intentando apoyar muy de cerca a la Iglesia local que está haciendo lo posible y lo imposible por aliviar la crisis humanitaria. Pero hace falta parar esta violencia sin límites. Recemos por su gente, por todos los que han perdido todo y también por todos aquellos que están desaparecidos o escondidos. El mundo no puede ignorar este drama", pide Kny.
Miles de personas siguen desaparecidas. El padre Chamboco teme por la vida de sus feligreses y asegura que "casi no se sabe nada" sobre el gran número de fieles de su comunidad. De su equipo, sólo logró establecer contacto con los dos coordinadores de la pastoral.
"A uno de ellos lo pude localizar cerca de la frontera con Tanzania. Cuando huyó de los ataques se fue a Tanzania y está allí". El otro coordinador de la parroquia parece haber buscado refugio en Nangade, según le informó una señora que fue rescatada de Palma.
Para el padre Antonio Chamboco, a pesar de toda la violencia, se necesita un mensaje de esperanza.
"Rezamos esta Semana Santa para que Cristo, con su pasión, muerte y resurrección, traiga alivio a estas personas que están sufriendo en este momento. Tenemos que orar y confiar en Dios para que él pueda ayudar y aliviar todo este problema que está pasando en la provincia de Cabo Delgado".
La región de Cabo Delgado ha sido escenario, desde octubre de 2017, de ataques de grupos armados que han reivindicado su vinculación con los yihadistas del grupo Estado Islámico y ha llevado a la región a una situación de profunda crisis humanitaria.
Según Naciones Unidas, a finales del año pasado había más de 670 mil desplazados y más de 2500 muertos. Con los últimos ataques la situación ha empeorado.
"El ataque a Palma es una clara escalada del conflicto. Palma era un lugar importante. En el distrito se calcula que habían más de cien mil personas porque, además de los habitantes locales, más de 40 000 personas habían buscado refugio allí huyendo de ataques anteriores en otros distritos. Estas personas son de nuevo fugitivas. ¿Qué puede ser más trágico que huir como una presa de caza de un sitio a otro?" explica Kny.
La fundación ACN ha buscado desde un principio ayudar los esfuerzos de la Iglesia local con las poblaciones desplazadas, habiendo proporcionado una primera ayuda de emergencia por valor de 160 mil euros.
La fundación también ha proporcionado asistencia de subsistencia a sacerdotes y hermanas de la región, financiado la formación de seminaristas, así como de otros proyectos relacionados con las necesidades más urgentes de la vida de la Iglesia en Mozambique.
"Debemos aumentar nuestro apoyo financiero y nuestras oraciones por la Iglesia en el norte de Mozambique. Ante el previsible aumento drástico del flujo de refugiados, la diócesis de Pemba y las diócesis vecinas, que ya están completamente desbordadas por este desastre humanitario, no van a ser capaces de incrementar su trabajo sin la ayuda exterior", dice Kny.