Algunas situaciones límites tienen la capacidad de mostrarnos que no lo controlamos todo. Pero eso, en lugar de desequilibrarnos, puede llevarnos a la paz. Fray Nelson Medina lo explica en esta reflexión para el sexto viernes de Cuaresma:
Nos acercamos al misterio sublime de la cruz, que siempre está más allá de nuestra capacidad de comprensión y de nuestras fuerzas.
Es parte del plan de Dios que la cruz nos exceda.
Hay una especie de sobrecarga que trae la cruz a nuestra inteligencia, efectividad, voluntad.
Y ese exceso -de dolor, de injusticia, de pecado, pero también de misericordia, deoración, de sacrificio, de obediencia- tiene un efecto finalmente saludable sobre nosotros. Viene a ser como una especie de despertador.
Cuando se te presenta algo que puedes comprender, sientes que la situación está bajo control.
Pero cuando aparece la maldad más allá de cualquier explicación posible, nuestra inteligencia queda como abrumada.
Y cuando aparece la bondad más allá de nuestras expectativas, otra vez nuestra inteligencia queda rebasada.
Resulta que en la cruz sedan las dos cosas.
Rechazamos con asco toda esa injusticia. Pero también nos sentimos incapaces de los niveles de misericordia.
Pues es parte del plan de Dios que a llegar el gran viernes nos sintamos rebasados. Porque en ese momento sentimos que no tenemos el control. Enfrentamos un misterio que nos sobrepasa y sin embargo es parte de nuestra historia.
Rebasados por todos estos misterios se produce algo maravilloso en nososotros: se abre una brecha frente aquello que nos asombra.
Y a través de esa brecha puede llegar a nosotros un mensaje nuevo. Un mensaje de salvación: el control ya no está en nuestras manos, está en el poder del amor deDios.
Escucha aquí la meditación: