La Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) vuelve a ser noticia en Brasil y con ello el testimonio de una pediatra en primera línea de batalla contra el coronavirus. El avance de la pandemia en el gigante sudamericano tiene en vilo a la región
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Cinara Carneiro se desempeña como pediatra en la UCI de covid-19 del Hospital Infantil Albert Sabin de Fortaleza, en el estado Ceará (noreste Brasil). No todas las mañanas son iguales para esta mujer, quien desde que llega al lugar su misión se transforma en custodiar a bebés, niños y adolescentes que luchan por su vida debido a la pandemia.
Pero el mayor dolor de Cinara consiste en no poder tener un acercamiento más humano para con los menores, pues la barrera de las mascarillas y equipos de bioseguridad impide incluso mostrar una buena sonrisa.
Cinara es la protagonista de un reciente artículo publicado por BBC Mundo Brasil a través del cual queda de manifiesto el duro momento que vuelve a vivir el país sudamericano en el combate contra el coronavirus.
Los niños en la UCI
“La interacción con el niño, con máscara y chaleco, es algo que nos causa sufrimiento. En nuestra unidad no permitimos la presencia de familiares, como se permitía antes, por el riesgo de contaminación. No tenemos suficientes equipos de protección personal para poner a disposición de los padres”, expresa.
Es que si bien los casos de niños graves con coronavirus no son los más habituales, la situación de estas semana con repunte de casos ha derivado también en efectos como la saturación hospitalaria y hasta otros como carencia de insumos o colapso en cementerios.
Si bien Brasil ya comenzó el proceso de vacunación, hasta el momento se viene desarrollando de manera lenta. Mientras tanto, aumentan los casos y hasta siguen explotando en diversos estados otras variantes de la pandemia. Este aspecto, además de la preocupación generalizada, mantiene a la región en vilo.
No obstante, cuando los efectos se hacen tangentes en poblaciones especiales como la de los niños, todo cobra otra dimensión.
Morir sin ver a los padres
A continuación una de las declaraciones más duras que ha dado Cinara a BBC Mundo:
“Duele ver morir a un niño sin ver a sus padres. El duelo de estos familiares es muy duro por no haberlo visto, por no haber monitoreado físicamente el deterioro. Por mucho que intentemos explicarles por teléfono, muchas cosas no se ven ni se viven “, dice.
Efectivamente, ante la ausencia de familiares debido a que no pueden ingresar a las UCI por carencia de insumos, por ejemplo, toda el trabajo de apoyo recae sobre estos profesionales como Cinara.
Es ahí donde aparece el momento de ofrecer los cuidados que se puedan y de alguna manera suplir esa ausencia de los padres.
El drama continúa
A la difícil situación de ver el padecimiento de los niños se le suman otros que también tienen que ver con sus padres. Es que ellos, además de no poder verlos, cuando reciben la triste noticia de algún fallecimiento tampoco pueden tocar los cuerpos de sus hijos por cuestiones de protocolo.
“Como si no fuera suficiente perder a un ser querido, no puedes tocarlo. La cantidad de sufrimiento que existe alrededor de eso es muy difícil. Estamos entrenados para cuidar, además de curar. Y no estamos pudiendo cuidar como antes“, señala Cinara.
Colecta para tablets
A pesar de tantas dificultades también hay espacio a la no resignación (confianza en Dios también añadir). Un ejemplo de esto ha sido una acción que han desarrollado diversos integrantes del personal sanitarios. A través de una colecta han adquirido tabletas para que los niños puedan tener una videollamada con sus padres.
He aquí algo que llena el alma cuando se puede concretar, lo mismo que cuando un niño logra salir del estado de gravedad y recuperarse. Ahí se produce un momento de verdadera alegría, momento de fiesta.
Brasil coronavirus y la vida de los fieles
El país sudamericano atraviesa una vez más uno de los peores momentos. No solo por no haber podido mejorar sus registros y haberse posicionado entre los países más afectados del mundo, sino también por todo lo vinculado a las diversas variantes del virus. Los estragos son latentes. En sitios como la Amazonía, como Manaos, la crisis del oxígeno se ha multiplicado. Pero ahí también ha aparecido la mano de consuelo de parte de la Iglesia, congregaciones religiosas y organizaciones vinculadas. Desde los franciscanos hasta Caballeros de Colón, por citar dos ejemplos.
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En tanto, la difícil situación también afectado la vida de los fieles en Brasil. Entre las noticias más recientes se destaca la decisión de la suspensión de celebraciones religiosas con presencia de gente. Todo parece indicar que Semana Santa en Brasil volverá a ser virtual. Mientras tanto, el llamado insistente al respeto de las medidas, no participar de aglomeraciones y la vacunación.
Desde que se confirmó el primer caso de coronavirus en Brasil (26 de febrero de 2020) se han registrado hasta el momento más de 11 millones de positivos y un número de fallecidos superior a 265.000.
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