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A dos meses de su boda, escribe esto sobre su futuro matrimonio

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Javier González García - publicado el 07/03/21
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Dentro de poco me caso, y mis amigos me dicen que es una locura

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Me quedan dos meses para casarme. Algo más de 60 días. Y evidentemente, por lo menos para mí, esto no va a ser como comprarse un nuevo coche o conseguir un buen trabajo. Es mucho más que eso.

Hoy mientras iba a verla a casa de sus padres me ha dado para pensar mucho. Mientras iba en el coche escuchando la radio, he tenido la necesidad de apagarla. Va a ser una de las últimas veces que vaya a verla a su casa. Y no he podido evitar acordarme de esa vez que bebimos margaritas debajo de su bloque, del día que nevó y nos quedamos atrapados o de la vez que fui a darle una sorpresa por su cumpleaños.

¿Miedo a los cambios?

Todavía no soy muy consciente de que no queda nada para que nuestra vida cambie por completo. Y a veces a uno los cambios no le gustan: dan miedo, son inciertos… Al fin y al cabo, nunca me he casado. Mentiría si te dijera que es que “es el camino a la felicidad”. Porque no lo sé. Para muchos no ha sido así.

Eso me decía el otro día un amigo con el que tomaba una ‘coca cola’. Hay muchas personas a las que el matrimonio les ha hecho muy infelices. Seguro que tú también conoces algún caso. Mucha gente ha sufrido en su vida de pareja y no siempre ha acabado bien.

“¿Adónde vas, loco?”

Entonces, ¿a dónde vas loco? Mientras salgo del coche, me quedo mirando el edificio de mi prometida. Pronto dejará de serlo, y pasará a ser simplemente la casa de su madre. Porque a partir de un par de meses, tendremos una casa. Y viviremos juntos el resto de nuestras vidas. Pero claro, el ‘resto de nuestras vidas’ no es mucho tiempo. Es todo el tiempo.

El tiempo. A veces se nos olvida, pero yo ya no voy a tener más noviazgos en mi vida. Cuando me case, no voy a volver a ir a ‘ver a mi novia a su casa’. No voy a volver a tener ‘mi cuarto’. El cambio por tanto, es muy grande y arriesgado.

Arriesgado porque la otra persona no tiene por qué ser como yo quiero. De hecho no lo es y así es como debe ser. Claro, tiene algunas cosillas -igual que yo- que hace que muchas veces discutamos -para qué nos vamos a engañar. Y la mayoría de veces por tonterías. Y nos enfadamos y no queremos ni vernos. Pero nos queremos.

COUPLE

Javier González García

¿Qué es eso de querer y querer casarse?

Querer. Pero, ¿qué es entonces esto de querer? Me quedan dos meses y no voy a volver a estar de visita en casa de mi novia. Estoy subiendo en el ascensor y mis amigos no confían nada en eso del ‘amor para siempre’. ¿A dónde voy entonces? No está nada claro. ¿Por qué esto y no otra cosa? Tengo 28 años, espero que mucha vida por delante, infinitas posibilidades… ¿para qué complicarme la vida? No le gusta el fútbol, me dice que no la entiendo, se pone dramática, me dice que no le cuento nada…

Pues es que de eso se trata. La vida al final es tomar decisiones. Y la felicidad es algo bien distinto a lo que nos han pintado. Y el amor, también. Yo no tengo la verdad absoluta y me encuentro ante el mismo abismo que todos los demás. Pero voy a dar ese paso confiando y con fe -muy ciega-, que al otro lado habrá un Dios al que llamo Padre. Es una decisión que tomo gracias a mi libertad, sabiendo que no será fácil y que para nada está vestida de rosa.

La libertad de casarse

El amor, el matrimonio, la vida… no es fácil. Está llena de sufrimientos. La historia está en con quién decidas sufrir, vivir y querer. Yo llevo preparándome toda mi corta vida para este momento que se acerca inexorablemente. Al momento en el que -según mis amigos- perderé la libertad. Y que curiosamente, es un momento que es la expresión máxima de la libertad: estoy dispuesto a tomar esta decisión, pese al dolor y el sufrimiento. Corrijo: estoy dispuesto a tomar esta decisión… con el dolor y el sufrimiento. La decisión más importante de mi vida. Con todo lo que eso supone.

Este es mi camino. Ella es mi camino. Y quiero creer que es el que mi Padre quiere para mí. Y por ello decido apostar por el amor, por la felicidad, por la vida… por ella. Me he puesto muy melancólico y parece que solo hablo del dolor y el sufrimiento… Espera. Mi todavía novia me abre la puerta de su casa en una de estas últimas veces. Y en un día me ha dado tiempo a olvidarme de lo maravillosa que es. No podría tomar otra decisión.


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