En infinidad de ocasiones y con bastante acierto el Cine ha llevado a la gran pantalla la debacle. Películas que hablan del Holocausto
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El 27 de enero de 1945 las tropas soviéticas liberaron el campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau. Por tal motivo, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó oficialmente esa fecha Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Han pasado 76 años y los homenajes se han visto limitados por la COVID-19.
En esta ocasión nos vamos a centrar en cuatro de ellas: El noveno día (Volker Schlöndorff, 2004), Remember (Atom Egoyan, 2015), Sin Olvido (Martin Sulík, 2018) y Descubriendo a Anna Frank (Sabina Fedeli y Anna Migotto, 2019).
El noveno día (Volker Schlöndorff, Alemania, 2004)
Son tiempos complicados los de estos días, donde a veces no sabemos por dónde tirar, cómo hacer más llevaderos los tiempos. O cuál es la mejor de todas las opciones. Y todo ello me ha recordado a este drama bélico, que recibió el premio bravo en el año 2006.
El galardón lo otorgaba la Conferencia Episcopal Española. En concreto puso el acento «al poner de manifiesto, en la persona y circunstancias de un sacerdote católico en un campo de concentración alemán durante la II Guerra Mundial, la condición histórica de la Iglesia, que obliga a los cristianos a serlo en medio de las contradicciones y complejidades de cada momento histórico, en cuya diversidad siempre brilla en ellos la misma esperanza de salvación y de salvaguarda de la dignidad del ser humano».
La historia arranca en un campo de concentración nazi, donde se encuentra el padre Henri Kremer, un sacerdote católico que está viviendo los horrores del holocausto. Los alemanes quieren que el obispo de Luxemburgo, sin contar con el Vaticano, firme un acuerdo para permitir a los nazis actuar, algo que va en contra de su moral, creencias y fe.
Por ello, un miembro de la Gestapo deja salir al padre Kremer durante nueve días para que consiga convencer al obispo y firme el acuerdo, chantajeándole con liberar a su familia y dar a los sacerdotes una vida mejor lejos de los muros del campo de Dachau.
Se trata, pues, de un duro drama sobre la vida y circunstancias de un sacerdote real. La película es una adaptación de los relatos autobiográficos del cura luxemburgués Jean Bernard y la dirección corrió a cargo del alemán Volker Schlöndorff (El tambor de hojalata) y protagonizada por Ulrich Matthes (El hundimiento).
La historia presenta a un hombre de fe que se encuentra en un terrible dilema moral, donde el remordimiento y la culpabilidad le atormentan continuamente, sin dejar de lado sus profundas creencias, que le darán fuerza suficiente para afrontar la situación.
Mención especial para el anguloso rostro del actor Ulrich Matthes, que tan bien conviene a uno de los torturados presos del abyecto régimen nazi. Curiosamente, el mismo año en que rodó este filme, Matthes interpretaba en El hundimiento un papel radicalmente distinto: Daba vida a Goebbels, un atroz ministro de Hitler. ¡Qué extraño es, a veces, el oficio de actor…!
El noveno día, por su parte, cuenta con un excelente guión y está acompañado de una suave banda sonora y de una fotografía oscura y fría que ayudan a que la película se convierta en un filme profundo y muy recomendable.
Remember (Atom Egoyan, Canadá, 2015)
Muy aclamada en el Festival de Venecia del año 2015, la película del director de cine egipcio (Guest of Honour, filmada en 2019 es su último trabajo hasta la fecha), aunque desarrolla su trabajo profesional en Canadá, es de origen armenio.
Existe una cantidad infinita de películas dedicadas al nazismo y a la Segunda Guerra Mundial, provenientes sobre todo de Alemania, cuyos directores hunden el bisturí sobre la gravedad de los acontecimientos de esta época para que nunca más se repitan y para, de una cierta manera, lavar las culpas que aún hoy día están presentes en la sociedad.
No es la primera vez que Atom Egoyan aborda el tema de la memoria histórica en relación al exterminio de un pueblo. Lo hizo en Ararat (2002) con el genocidio armenio y lo hace en Remember.
Pese a su tremenda irregularidad en su trayectoria fílmica, Egoyan retoma las mismas obsesiones de sus películas -la incomunicación, el peso del pasado, la presencia de un personaje-demiurgo que funciona como alter ego del cineasta- de nuevo.
Y como en el cine de Shyamalan, aspira a subvertir el sentido moral de la historia. Tampoco es la primera vez que Egoyan habla de las consecuencias de un trauma (El dulce porvenir, 1997) ni de la humanidad del monstruo (El viaje de Felicia, 1999).
En este thriller, el oscarizado actor canadiense Christopher Plummer encarna a Zev Gutman, un superviviente del Holocausto nazi de unos 90 años de edad con demencia senil, que se da a la búsqueda de Rudy, un criminal de guerra nazi que fue responsable de la muerte de su familia en Auschwitz.
Digamos que es como el protagonista de Memento (Christopher Nolan, 2000): en su viaje a los infiernos, y para hacer uso de la venganza, tiene que releer la carta que lleva consigo para recordar cuál es su meta. Es un aprendiz de marioneta, un personaje que reescribe otro.
Y los sucesivos candidatos a nazi que encuentra en su camino han tenido que crearse otra identidad para desarrollar una vida normal. Eso sí, la historia no podría completarse sin la presencia, en el apartado actoral, y en categoría de secundarios, de un trío de ases: Martin Landau, Bruno Ganz y Dean Norris.
Aunque el tema no es especialmente original, el acercamiento que propone Egoyan y la profundidad con la que lo hace su protagonista merecen nuestro aplauso.
La narración, no obstante, tiene algunos problemas al intentar evadir los clichés más comunes, estirando los límites de la plausibilidad con demasiados trucos de guion, coincidencias y reiteraciones. Pero es capaz de conseguir una notable espiral de tensión hasta el final del viaje, así como de dotar al filme de ritmo durante todo el relato.
Sin embargo, los potenciales fallos del guion se compensan por el magnífico uso de los efectos de sonido y la música, cortesía de Mychael Danna, que ayuda a crear algunos de los mejores momentos en la película.
Remember es un filme que debe verse -al margen de todo lo bueno que pueden dar de sí las historias sobre la Segunda Guerra Mundial, como pasó con el original punto de vista que ofrecía En la oscuridad (Agnieszka Holland, 2011)- por la personalidad narrativa que destila su director y por la calidad interpretativa del elenco principal.
Sin Olvido (Martin Sulík, Eslovaquia, 2018)
Gracias a Surtsey Films llega a España esta historia sobre la reparación de la memoria, escrita y dirigida por el cineasta eslovaco de 55 años, Martin Sulík. Multipremiada por medio mundo, fue preseleccionada por Eslovaquia para competir en los Oscar en la última edición de estos premios.
La película sigue las andanzas de Ali Ungar, un hombre 80 años. Ha encontrado un libro de un exoficial de las SS que describe sus actividades en Eslovaquia durante la guerra y se da cuenta de que sus padres fueron ejecutados por él. Inicialmente querrá saldar la deuda para honrar la memoria de estos parientes.
En el intento se topa con Georg Graubner, hijo del alemán asesino, que resulta ser un profesor jubilado al que le gusta vivir bien y no quiere saber nada de la historia sobre su padre. Sin embargo, la visita de Ali despierta su interés y los dos hombres emprenden un viaje a través de Eslovaquia en busca de testigos -respuestas- supervivientes de la tragedia.
Vaya por delante que Sin Olvido es una historia elaborada al margen de las habituales películas sobre la Segunda Guerra Mundial, donde se exprime el Holocausto, a veces con un realismo abrumador, como ocurría con La lista de Schindler (Steven Spielberg, 1994) o con Katyn (Andrzej Wajda, 2009), por citar sólo dos de los muchos ejemplos fílmicos existentes sobre el conflicto. En el caso que nos ocupa, la búsqueda del padre ausente -en todos los sentidos- se sostiene a través de personajes contemporáneos, cuya lucha no es física, sino reflexiva y, si cabe, más rotunda que la otra.
Para ello, Martin Sulík y Marek Lescák han pertrechado un sólido guión, fácil de seguir, donde enseguida quedan perfectamente definidas las chocantes personalidades de nuestra pareja principal, a la que dan vida con suficiente talento y personalidad, el director de cine checoslovaco Jiří Menzel (Trenes rigurosamente vigilados -Oscar en 1966 a la mejor película en lengua no inglesa-) y el austríaco Peter Simonischek (Toni Erdmann), dos veteranos cuya acreditada experiencia son lo mejor del filme.
El primero se caracteriza por su seriedad y templanza y el segundo no puede escapar de su ironía y jocosidad. Sin embargo, poco a poco se irá construyendo entre ellos una emotiva amistad. Buena parte de este éxito es asunto de Sulík, que ha sabido recoger con valentía la autenticidad que ambos personajes destilan.
Por su parte, Sin Olvido se encuentra estructurada en dos partes. En la primera de ellas, la más sutil y dialogante, de estilo depurado y poético, pone de relieve las singularidades que experimentan estos hombres en busca del sentido. La segunda, con más hondura dramática, se acentúan las asfixiantes vicisitudes con que se van encontrando.
Además, funciona muy bien en su tono gris y desgarrador, trufado de humor para rebajar la tensión, y cuya puesta en escena y ambientación se acompañan de una banda sonora de gran elocuencia. Así las cosas, resultan llamativas las localizaciones donde nuestros protagonistas comienzan a hallar respuestas, la otra gran baza del filme.
Queda, pues, un afinado retrato sobre la búsqueda del ser perdido a través de un guion redondo, donde se perfila con acierto las relaciones entre víctima y verdugo y abre un atractivo debate sobre la importancia del diálogo para comprender al que está a nuestro lado y llegar a acuerdos, aunque no piense del mismo modo. O dicho de otro modo: juntos el camino que se hace es más enriquecedor, lo cual también da pie a una reflexión más serena sobre el sinsentido de las guerras y de la necesidad de que las futuras generaciones puedan entenderse mejor.
Descubriendo a Anna Frank (Sabina Fedeli y Anna Migotto, Italia, 2019)
Documental narrado con talento por la oscarizada actriz Helen Mirren. En él se explica la vida de Anna Frank a través de las páginas de su diario: un texto extraordinario que ha dado a conocer la tragedia del nazismo a millones de lectores en todo el mundo, que también incluye ese subgénero narrativo, “¿qué hubiera pasado si?”.
Anna Frank cumpliría 91 años este 2021 (12 de junio). La historia de este apasionante trabajo se entrelaza con la de otras cinco supervivientes del Holocausto, otras adolescentes como ella, con los mismos ideales y el mismo deseo de sobrevivir. De esta manera nos encontramos con Arianna Szörenyi, Sarah Lichtsztejn-Montard, Helga Weiss y las hermanas Andra y Tatiana Bucci. La dureza y crudeza de sus testimonios se alternarán con los de sus hijos y nietos.
Por otro lado, fuera del set de rodaje, Martina, una joven de hoy, recorrerá algunos de los lugares comunes por los que transitaba Anna Frank, que conservan aún su esencia y, como es natural, también despliegan un montón de sentimientos. Además, la joven irá publicando sus descubrimientos a través de las redes sociales.
Generalmente, cuando se habla de Holocausto y documental, lo que viene a nuestra mente es el trabajo de Claude Lanzmann, Shoah (1985) que, para mí, es el que mejor describe el horror en un campo de concentración nazi, aunque, en sentido contrario, su Sobibor, 14 de octubre, 1943, 16 horas (2001) también estaría en esta línea.
https://www.youtube.com/watch?v=NwZkxiNmLgI
Con este punto de partida, las realizadoras de Descubriendo a Anna Frank están al mismo nivel de los documentales citados, con el añadido de su enfoque. Y es que el tono de la propuesta, con fines didácticos, añade un valor singular al relato en el sentido de dar a conocer este capítulo de la Historia a las generaciones de estudiantes más jóvenes. A todo ello contribuye la enorme sensibilidad y emoción de la precitada actriz Helen Mirren que, sin lugar a dudas, es lo mejor del filme.
Por otro lado, hay que reconocer que Descubriendo a Anna Frank no pone el foco solo en narrar las vivencias de la II Guerra Mundial, sino en la repercusión que hoy tienen esas vivencias, en un claro ejercicio de memoria, como ocurría con la imprescindible Remember. Y es que a pesar de la inclemencia del despiadado nazismo de aquella época, sus directoras ha optado por tratar los acontecimientos desde un punto de vista luminoso.
Y todo ello favorece el resultado final de este trabajo documental sobre el Holocausto, duro y sobrecogedor a veces, técnicamente impecable, muy apropiado para que las nuevas generaciones de jóvenes valoren y entiendan ese despreciable capítulo de nuestra Historia reciente, pero urgente y necesario, a partir de las notas del diario de una niña. Muy, muy recomendable.
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