¿Qué propósitos te has hecho para este año nuevo cuando 2021 ya está marcado por la pandemia? Yo quiero ser una persona que contagia alegría.
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
¿Ya has pensado algo sobre ese tema? Es fácil ilusionarse con dejar de fumar, iniciarse en la liga del ayuno intermitente, decidirse a ordenar el trastero o proponerse hacer 60 sentadillas cada 6 horas cuando tenemos todas las energías en el banco del alma.
Pero este año parece que hemos pagado un alquiler muy alto a esta pandemia. Me atrevería a decir que más del 80% de nuestras energías. Gastamos energía para:
– Mantener la calma y no sucumbir al pánico.
– Levantarnos cada día e ir a trabajar; en muchos casos, a un negocio que no sabemos si conseguirá mantenerse a flote.
– Controlar las lágrimas, o liberarlas silenciosamente en cuestión de segundos en el cuarto de baño y salir con la sonrisa de fiesta bien colocada.
– Ilusionarnos con un futuro absolutamente incierto.
– Aceptar que ya se canceló la Semana Santa de Sevilla; y yo me voy mentalizando de que pasará lo mismo con la mejor Semana Santa del mundo, la mía, la de Ferrol.
Es mucha energía la que tenemos alquilada a esta pandemia, pero esa pequeña porción que nos queda yo ya sé dónde la quiero invertir. Tiene relación con un término que escuché hace muchos años a mi marido. Quiero ser mujer corcho y no mujer plomo. Ya sabéis a lo que me refiero.
Quiero ser de esas personas que contagian alegría, no por mirar a la realidad con un filtro de ingenuidad, sino porque la realidad está llena de cosas bellas; y, cuando alguien te las señala, es como cuando te explican una obra de arte: te hacen estrenar tu realidad, tu vida, como recién sacada del horno.
Quiero ser corcho, un cable que tire para arriba de todo el que sienta que se hunde, un soporte para todo el que quiera apoyarse. Regalando momentos, conversaciones, y abrazos (cuando se pueda), de esos que te impregnan el olor a “no estás solo” y a “cuenta conmigo”.
Si hay una persona corcho en tu vida, te aseguro que tus problemas te pesarán menos. Desahogarse con ellas suele ayudar a adoptar la perspectiva correcta para solucionar un conflicto o superar un dolor.
Otras características de las personas corcho son que no juzgan, que no se ofenden fácilmente, que disculpan siempre. La psiquiatra Marian Rojas define a estas personas como “personas vitamina”, y recomienda encarecidamente rodearse de ellas.
Sí, hablo de metas muy altas, lo sé. Pero, cuando sueñas hacia dentro para cambiar lo que sale de ti, no dependes de nadie ni de nada. Por eso, ni una pandemia, ni las cuestiones económicas, deben ser disculpa para no realizar ese viaje.
Por el contrario, las personas plomo son esas que dejan tras de sí una sensación de desasosiego, irritabilidad y amargura, y que consiguen contagiar su mal humor de una manera más violenta que el propio coronavirus.
Las personas plomo ven siempre la versión más oscura de cualquier situación. Normalmente, son personas rápidas para colocarse en la acera de los ofendidos, y llevan una regla en la mano para medir, comparar, e inmediatamente, reivindicar.
Este tipo de personas contribuyen al hundimiento, en mayor o menor medida, de todos los que les rodean. Pero, hay algunas cosas que podemos hacer con las personas plomo:
– Convertirlas en nuestro segundo objetivo a perseguir en este recién desembalado 2021. Debemos ponernos las gafas de la caridad para intentar conocer el porqué de su actitud. Nada despierta más hondamente la ternura que conocer la historia de una persona después de haber realizado un juicio rápido sobre ella, esa historia que la llevó a adoptar en la vida una postura tan antipática.
– Recordar que nadie, absolutamente nadie, es inmune al amor. Como decía San Juan de la Cruz: “Pon amor donde no hay amor y sacarás amor”.
En resumidas cuentas, para ser personas corcho y alejarnos de la tentación de resultar plomos, sólo tenemos que hacer una cosa: imitar el “bluestyle”, imitar el estilo azul de María de Nazaret. Cómo pronunciaría esas palabras de ánimo, cómo daría los consejos adecuados desde la humildad, desde el cariño, sin juicios. Ella, María, es la perfecta mujer corcho