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4 secretos para recuperar el asombro esta Navidad

CHRISTMAS
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¿Será una Navidad aburrida? El pesebre causa siembre admiración, y si te cuesta creerlo, detente en estos cuatro motivos para asombrarse

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De acuerdo: esta Navidad va a ser diferente a las demás. Pocas reuniones con los familiares y amigos, tal vez por disposiciones sanitarias, distanciados, sin poder saludar a nuestros seres queridos. Una navidad “encerrados”, con cuarentena, con virus,… todo eso nos podría llevara exclamar: una Navidad aburrida. Pero, ¿realmente será así?

Algo que caracteriza este tiempo es el espíritu infantil, el volver a ese asombro propio de los niños al descubrir una luz, al destapar un regalo, al compartir con los demás. Y ese espíritu de niño encuentra ese asombro en todo momento y en toda circunstancia.

Te comparto que una de las grandes enseñanzas de Francisco, con su Carta Apostólica sobre el pesebre, Admirable signum, ha sido esa capacidad de asombro que tiene nuestro Papa para contemplar el pesebre.

Y lo comparte con nosotros, diciendo que el pesebre “causa siempre asombro y admiración”. En el pesebre, en ese pesebre que hacemos todos los años, en el que ponemos figuras sencillas, el Papa encuentra motivos para asombrarse.

Con ese espíritu, te invito a que contemples los siguientes hechos, para que vuelvas a descubrir este asombro del “Hijo de Dios que se hace carne”, el “Emmanuel”: Dios con nosotros.

1.La Navidad es el corazón de la gran novedad cristiana

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Di sjors evers|Shutterstock

 

Nadie hubiera podido pensar lo que Dios sí pensó: que Dios se hiciera hombre y habitara entre nosotros. Y si lo hubiera pensado, nadie hubiera pensado en que ese Dios se encontraría envuelto en pañales, en un pesebre, y nacería de una Virgen.

Solo Dios podía pensar así y obrar de esta manera.

El Creador del mundo, el Eterno, Omnipotente, por quien fueron creadas todas las cosas, se hace uno como nosotros, menos en el pecado, establece su morada entre nosotros.

2. El Verbo se hizo carne

BABY JESUS

Mar Dorrio

El Concilio Vaticano II dice que el Hijo de Dios -piensa en esto, el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad- trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre.

Considera tu dignidad, recupera el amor que Dios te ha tenido y la grandeza a la que eres llamado.

Dios, por medio de Su Hijo, Jesucristo, que se hace uno como nosotros, menos en el pecado, recorre nuestros caminos, entra en nuestro tiempo. Y lo hace, no como lo haría un soberano, sino como un niño.

Con esta expresión, “hacerse carne”, se significa que Dios toma a todo el hombre en su integridad. Dios viene a tocar al hombre en su realidad concreta, y en cualquier situación en que se encuentre.

Esto es “Evangelio”, “Buena noticia”: Dios viene a tocar tu realidad, y, al tocarla, viene a sanarla, redimirla.

San Irineo expresa “el motivo por el cual el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del Hombre: para que el hombre, entrando en comunión con el Verbo y recibiendo de este modo la filiación divina, llegara a ser hijo de Dios

Hoy, cuando vemos el transhumanismo, la transespecie, el cristianismo en Navidad tiene una Buena Nueva que proclamar: Dios ama tanto al hombre que se hace carne.

En la situación en que te encuentres, en la realidad que vivas: Dios te ama tanto que te comparte su vida misma. No estás llamado a ser perro, reptil, o cualquier otra cosa…estás llamado a ser hijo de Dios.

3. Donde los extremos se tocan

 

Star of Bethlehem

vovan | Shutterstock

El gran autor inglés G.K Chesterton afirmaba que “Belén es, definitivamente, un lugar donde los extremos se tocan: la omnipotencia y la indefensión, la divinidad y la infancia”.

En Belén se encuentra todo: lo divino del Niño que nace, y la pobreza del hombre al que viene a redimir; la virginidad y la maternidad…grandes misterios que se encuentran en esta noche buena.

Por ello, Chesterton, también decía que la Navidad es el sonido simultáneo de muchas notas: la humildad, la alegría, la gratitud, el temor sobrenatural.

No es el sonido de un solista. Dios no quiere cantar solo. Es el canto de un coro con múltiples voces que retumban en esta noche.

4. Los ángeles colaboran para que te asombres

ANGEL

Victoria Pickering-(CC BY-NC-ND 2.0)

Belén une el cielo y la tierra. El Hijo de Dios puede encarnarse, hacerse hombre, porque la tierra es el planeta que reúne las condiciones para que exista vida.

De acuerdo a los hombres de ciencia, todo se ha dado para que el universo sea hecho para el hombre (es lo que se conoce como el principio antrópico). Todo se ha dado por una finalidad, y es que pueda darse la vida inteligente en la tierra.

Esto supone un trabajo y una precisión de “relojero”, pues al variar, en una mínima proporción, cualquiera de las condiciones requeridas para que haya vida inteligente, esta seria imposible.

Y al considerar esta precisión, no se puede dejar de hablar de los ángeles, pues son ellos a quienes Dios ha confiado la administración y manutención de la creación material.

Es cierto que Dios, con su poder infinito, no necesitaría del auxilio de estos seres espirituales; sin embargo, en su sabiduría, ha querido dar un colorido especial, una belleza llena de color, pues su poder se ejercita a través de una jerarquía de ángeles; y así, en cuanto mayor es el número de intermediarios, mayor se manifiesta todo el poder y la gloria de Dios.

Estas criaturas tuvieron a su cuidado el mantener las condiciones en esta tierra y en el universo, para que pudiera nacer el Hijo de Dios, y habitara entre nosotros.

San Agustin afirma: “Cada una de las cosas visibles de este mundo es confiada a un poder angélico“.

La Tradición afirma que la segunda jerarquía de los ángeles, conformada por Dominaciones, Potestades y Principados, es la encargada de la administración de todo el universo creado.

Son estos coros de ángeles los que tienen el gobierno del mundo, y ejercen la Providencia de Dios sobre la creación material.

Ángeles en Belén

Asímismo, los ángeles nos ayudan a entender este gran misterio. “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres que él ama” (Lc 2, 14) es el canto de los ángeles que entonan en el pesebre donde ha nacido el Niño.

Con este canto, los ángeles nos llevan a ese asombro agradecido por poder contemplar la gloria de Dios que se manifiesta en este Niño que ha nacido, con el cual todos los dones mesiánicos han llegado: el de la paz. Y esto, por el amor de Dios hacia los hombres.



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Así que en esta Navidad unámonos a nuestros ángeles, Permitamos que este Niño que nace siga asombrando nuestro espíritu y corazón con su luz, paz y amor. Y así, juntos, cielo y tierra, cantemos: ¡Gloria a Dios en las alturas!



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Una feliz Navidad para ti, apreciado lector, y un año lleno de la bondad y presencia de Dios.

 

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