Al encargar que resetearan un portátil, en la tienda ocurrió algo inesperado
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Hacía mucho tiempo que tenía “aparcado” en casa un ordenador portátil. Cayó en desuso hará unos 7 años y de vez en cuando lo veía guardado en un armario, cogiendo polvo. Teóricamente me debía servir en caso de urgencia si algún día se me estropeaba el portátil que utilizo.
Hace poco, supe que la ONG Petits Detalls, que trabaja en Uganda, recicla ordenadores viejos. Quico Germain, el joven que la puso en marcha en 2014, y su equipo les dan nueva vida para enseñar a los niños del orfelinato-escuela que han levantado.
Así que me fui a Media Markt* con el portátil. Mascarilla, gel hidroalcohólico, cola de espera y al rato me atiende un chico del que solo puedo reconocer la voz, las manos, los ojos, las gafas y un pelo largo, negro y rizado, como de rockero.
Le pregunto cuánto me va a costar resetear el ordenador y me dice que un borrado superficial son 8 euros, pero si quiero que mis datos no sean recuperables de ningún modo, tardará unas 10 horas y me va a costar unos 20-30 euros. Para ello deberé dejarlo y recogerlo otro día.
Me lo pienso y decido finalmente que voy a gastar el dinero: prefiero que mis datos no puedan circular por ahí.
Para qué querría yo resetear ese portátil
En la conversación, él se sorprende de que le lleve un portátil de marca “x”, que le es desconocida y que ni siquiera consta ya en las opciones del resguardo de Media Markt. Es tan “viejo”…
Pero le digo que todavía puede tener su utilidad y le hablo de mi intención de regalarlo a una ONG de África.
Vuelvo a los dos días, aprovechando otra gestión, y pregunto si ya está hecho el pedido. Me atiende el mismo chico y me dice que le está costando por no sé qué cosa (no sé nada de informática y no retengo lo que me dice).
Quedamos en que esperaré a que me llegue un mensaje de texto con el aviso de Media Markt para que pase a recogerlo.
Al día siguiente, sí está arreglado y me llega el mensaje de texto. Voy a la tienda, y de nuevo toca mascarilla, gel hidroalcohólico y cola de espera. Está el mismo dependiente.
Prepara el portátil, lo introduce en la bolsa que le llevé y me da la factura de tamaño Din A-4 plegada. “Ya lo tienes”, me dice. La desdoblo y veo que el importe que aparece es 0,00€.
“No es nada”
Como mi memoria no va muy allá, le pregunto si es que ya lo pagué el primer día, pero con la cabeza hace que no. Agarra la bolsa del ordenador con las dos manos y me la acerca. “No es nada”, me dice.
Veo que no piensa cobrarme y que lo ha hecho porque este ordenador irá a la ONG de África.
Me quedo con los ojos abiertos, sorprendida por este “pequeño” gran detalle, le doy las gracias y le pregunto su nombre. Me dice que se llama Albert. Sigo sin verle más que la melena y unos ojos que llevan gafas.
Noto que no se quiere hacer el importante, pero está contento de haber contribuido a un proyecto que ayudará a esos niños de Uganda.
*La tienda de Media Markt donde me ocurrió está en Lleida (España).
La ONG Petits Detalls agradece todo tipo de ayuda. Puedes informarte clicando aquí.
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