Las respuestas que buscamos están en un solo libro
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El mejor libro de todos, el que ha sido traducido a más idiomas y el que a veces se nos olvida recomendar cuando nos preguntan por nuestro libro favorito. Estos clásicos autores no sólo aplicaron valores cristianos en sus propias obras, sino que además recomendaron las Santas Escrituras para llevar un estilo de vida inspirado en las enseñanzas de Jesús.
- “A menos que formemos el hábito de recurrir a la Biblia tanto en los buenos como en los malos momentos, no podremos responder completamente a sus consolaciones porque careceremos de equilibrio entre la luz y la oscuridad”. Helen Keller.
Fue la primera mujer sordo-muda que adquirió un diploma en Artes y se convirtió en una famosa escritora. Siempre agradeció a su maestra de infancia, Anne Sullivan, por introducirle los correctos libros en su formación, incluida la Biblia, la cual le dio el consuelo de que las cosas que se pueden ver son temporales (también era parcialmente ciega) pero son aquellas que no se pueden ver las que son eternas.
Por eso hace esta invitación a recurrir a las Santas Escrituras en todos los momentos de nuestra vida, no sólo cuando presentemos algún desafío, porque a veces se nos olvida que no se trata sólo de pedirle a Dios sino también agradecerle.
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- “Todas mis grandes ilustraciones se derivan del Nuevo Testamento. Todos mis abusos sociales son mostrados como alejamientos de su Espíritu. Todas mis buenas personas son humildes, caritativas, llenas de fe, perdonan… una y otra vez. Las declaro en palabras expresas como discípulos del fundador de nuestra religión”. Charles Dickens.
Canción de Navidad es quizá el libro más famoso de este autor inglés, donde vemos precisamente cómo Scrooge se transforma de un hombre avaro a generoso. Pero en general, Dickens siempre buscó aplicar los valores cristianos a sus relatos.
Esta cita sobre el Nuevo Testamento se desprende de una carta que le hizo al Reverendo D. Macrae, quien fue un crítico de su trabajo por considerar que no era un cristiano convencional y confundía a la gente haciendo creer que sus libros eran especie de sermones fuera de los lineamientos de la iglesia británica.
¿Qué nos queda de este escrito? Que quizá nos esforzamos demasiado buscando héroes en y/o ejemplos de buenos hombres y mujeres en todas partes, cuando ya los tenemos en la Biblia desde hace varios siglos y hasta por escrito.
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- “La Biblia nos dice que amemos a nuestros vecinos, pero también que amemos a nuestros enemigos, probablemente porque generalmente son las mismas personas”. G.K. Chesterton.
Este escritor fue criado como protestante y luego se convirtió al catolicismo. Quizá a muchos les suene su nombre por los famosos Relatos del Padre Brown.
Esta frase, en su característica jocosidad, es una invitación a tratar bien al que nos hace daño o molesta y que probablemente está muy cerquita de nosotros y por eso se nos hace aún más difícil, pero no como un acto de masoquismo, sino porque cuando actuamos con amor, paciencia y comprensión, podemos entender al otro, encontrar las cualidades positivas que tiene, rezar por ellos y perdonarlos en lugar de buscar venganza.
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- “La Biblia cristiana es una farmacia. Su contenido se mantiene igual, pero la práctica medicinal cambia”. Mark Twain.
Este escritor norteamericano no se caracterizaba por ser el más religioso o amante de la Iglesia (aunque escribió todo un libro a Santa Juana de Arco, el cual consideró su mejor trabajo) y esta frase quizá pueda tener varias lecturas; pero como yo lo veo, es una invitación a encontrar la cura de todos nuestros males en las Santas Escrituras.
No importa cuánto tiempo pase, y quizá la misma enseñanza (“medicina”) de un versículo aplique para varias situaciones (“enfermedades o molestias”) a lo largo de nuestra vida, igual la Biblia sigue siendo el “lugar” donde debemos recurrir, especialmente, cuando queremos sanar el alma. Es nuestro gran alimento espiritual.
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- “Las Santas Escrituras son nuestras cartas que vienen de casa”. San Agustín.
Sin duda, uno de los mayores autores de la literatura cristiana. Sus obras (siendo la más icónica, Confesiones) son grandes lecciones de fe y su historia de conversión al cristianismo está precisamente ligada a la lectura de la Biblia.
Leyendo la palabra de Dios fue como él encontró la manera de dejar atrás los pecados que le atormentaban y es precisamente lo que nos dice en esta frase, que no nos olvidemos que las Santas Escrituras con como una especie de recopilación de cartas que el Señor nos mandó desde el cielo con guías para resolver nuestras vicisitudes aquí en la Tierra.
Una especie de “manual” donde, aunque no tan explícitamente como a veces queramos, encontraremos todas las respuestas. Si nos sentimos bien cuando nuestros abuelos, papá, mamá o un hermano nos mandan un mensaje alentador hasta por Whatsapp, imagínense leer un fragmento de la Biblia pensando como lo que es: una carta que Dios nos ha enviado desde la gran casa.
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