Una investigación mundial del Pew Research Center arroja grandes diferencias sobre la necesidad de Dios para ricos y pobres
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Una reciente encuesta del Pew Research Center, realizada con 38.000 personas en 34 países del mundo, revive el educado y profundo debate que sostuvieron hacia 1995 el cardenal y arzobispo de Milán, Carlo María Martini, y el intelectual Umberto Eco; polémica que dio pie al best-seller ¿En qué creen los que no creen?.
El asunto es el siguiente: ¿puede ser una persona moralmente buena sin necesidad de creer en Dios?. Eco decía que sí, y apelaba a la ética del otro; el cardenal Martini, sin negar ni denostar la postura del autor de El Nombre de la Rosa, le decía que en cuestiones como el respeto a la vida desde la concepción hasta la muerte natural, la ética tropieza y solo la fe en Dios le da consistencia a una moral de la dignidad del otro.
Pero, ¿qué dice sobre esto la gente de a pie de 34 países? El resumen de la investigación del Pew puede ser éste: las personas que viven en países ricos, particularmente en Europa, tienen mucho menos posibilidades de asociar la fe en Dios y la vida moralmente solvente.
En otras palabras, mientras mayor sea el nivel educativo (y el PIB per cápita que esto lleva consigo), más difícil le será a una persona entender que necesita a Dios para ser una buena persona. La brecha entre países ricos y países pobres es evidente.
Los dos extremos de entre los 34 países encuestados por el Pew Research Center fueron Kenia y Suecia. En el país con menor riqueza y menor ingreso (obviamente Kenia), 95 de cada 100 personas dijeron que sí es necesario creer en Dios para ser una persona moral, mientras que Suecia, uno de los países con mayor nivel de ingreso por persona en el mundo, solamente 9 de cada 100 así lo dijo.
La secularización avanza entre los ricos
Cabe señalar que la encuesta no hizo distinción de religiones, asociando, únicamente, la creencia en Dios y la moralidad de las personas. Y esa “brecha” no solo se da entre países, también entre ricos y pobres de países como Estados Unidos.
En efecto, la diferencia es de 24 puntos porcentuales entre los estadounidenses ricos (que son como los suecos pero mucho más moderados) y los pobres (que son como los kenianos, pero mucho menos creyentes de la relación entre Dios y moralidad). Esto derrumba la vieja creencia de que en Estados Unidos tanto las personas ricas como las pobres eran igualmente religiosas.
Independientemente de la observancia religiosa –resalta el estudio—una media de 62 por ciento de las personas en los países encuestados señalaron que la religión juega un papel importante en su vida; 61 por ciento afirma que Dios juega un papel importante en su vida y 53 por ciento dice algo similar sobre la oración.
Es de resaltar que desde 1991, el porcentaje de personas que dicen que Dios es importante para ellas se ha incrementado en Rusia y en Ucrania, mientras que lo opuesto ha ocurrido en el mismo lapso de tiempo en Europa occidental donde la secularización va en avance, a pasos agigantados. La encuesta encontró que en esa porción de Europa, la media es de 22 por ciento de las personas que piensan que Dios es necesario para ser moral.
Los países con más probabilidades de conectar a Dios con la bondad y con la moralidad son: Indonesia (98 por ciento), Filipinas (96), Kenia (95), Nigeria (93), Brasil, Sudáfrica y Túnez (84). Por el otro lado, los países menos propensos a ligar a Dios con la moral son: Suecia (9 por ciento), República Checa (14), Francia (15 ), Reino Unido (20) y los Países Bajos y España (22).