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Eneas, el héroe que no dejó atrás a su anciano padre

AENEAS
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Dolors Massot - publicado el 15/06/20
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Bernini plasmó en una escultura el inmenso amor de un hijo hacia su padre: Eneas llevando a hombros al viejo Anquises para salvarlo del incendio de Troya.

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Arde Troya. Los aqueos han destruido la ciudad y es urgente huir. Eneas se plantea si debe permanecer allí, pero la diosa Venus le aconseja marcharse, le dice que no quiera morir como un troyano entre ruinas: para él hay un destino muy superior. Deberá hacer un viaje: es el viaje que cantó Virgilio en la “Eneida”.

Eneas será el héroe que enlaza la estirpe del emperador Augusto con los fundadores de Roma, Rómulo y Remo, y con los dioses.

Eneas carga a hombros a su padre Anquises

Eneas ha de salir rápido de la ciudad en llamas. Pero el héroe no quiere emprender la huida sin llevarse lo más importante: toma de la mano a su hijo Ascanio, un niño, y carga a hombros a su padre Anquises. Le acompaña su esposa Creúsa, para quienes los dioses tienen previsto otro destino: Afrodita hará que desaparezca y solo hable una vez más con Eneas convertida ya en una sombra.

Eneas lleva consigo también los penates, las figurillas que representan las deidades domésticas en la Antigua Roma.

Un tema innegociable

Anquises es viejo, no puede ir deprisa. Es imposible que pueda correr, porque anda y se mueve con dificultad. Eneas piensa que dejar a su padre en esas circunstancias supondría la muerte para el anciano y eso es algo implanteable.

En las manos de Bernini

Gian Lorenzo Bernini describió magistralmente la escena de la huida de Eneas de Troya en una escultura: “Eneas, Anquises y Ascanio”.  

Es una pieza de mármol de enorme belleza. Es una de las cuatro piezas que le encargó el cardenal Borghese, sobrino del entonces Papa Pablo V. Todas ellas estaban dedicadas a temas mitológicos o bíblicos: “David”, “El rapto de Proserpina” y “Apolo y Dafne” eran las tres restantes.

Bernini solo tenía 20 años cuando esculpió la pieza, entre 1618 y 1619, y lo hizo cuando trabajaba todavía con su padre, el también escultor Pietro Bernini (al que hoy muchos conocen por ser el autor de la monumental barcaza de mármol de la Plaza España de Roma).

Unidos forman una torre

La escultura de “Eneas, Anquises y Ascanio” tiene una particularidad. Cuando los expertos hablan de esta obra maestra del Barroco, afirman que es como una torre: hay varios personajes y, sin embargo, configuran una sola pieza. Esa unidad, en este caso, confirma el mensaje que transmite: en el peor momento, el héroe no abandona a sus seres queridos. Y eso es lo que lo hace grande, al proteger a los más vulnerables, el anciano y el niño.

No importa que deba cargar a hombros al viejo Anquises. El respeto ayuda a llevar la carga.

Esa carga del momento duro no le impedirá a Eneas convertirse en un personaje de leyenda. Al contrario, le suma mérito.

La escultura hoy puede verse en la Galería Borghese de Roma. Es digna de admiración, por cómo está hecha y por el mensaje universal que nos presenta.

El 15 de junio es el Día Mundial de Toma de Consciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez. La mirada a esta escultura de Bernini nos recuerda la valía de quien honra a su padre anciano. Es un mensaje que lleva más de 400 años escrito en mármol.


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