El Papa presidió la misa en la Casa Santa Marta del Vaticano este jueves de la segunda semana de Pascua. En la introducción dirigió sus pensamientos a las familias en dificultades en esta época de pandemia.
En muchas partes se siente uno de los efectos de esta pandemia: muchas familias necesitadas, hambrientas y lamentablemente el grupo de usureros que les está ayudando. Esta es otra pandemia. La pandemia social: familias de personas que tienen un trabajo diario o, por desgracia, un trabajo no declarado que no pueden trabajar y no tienen comida… con niños. Y luego los usureros se llevan lo poco que tienen. Oremos. Recemos por estas familias, por los muchos hijos de estas familias, por la dignidad de estas familias, y recemos también por los usureros: que el Señor toque sus corazones y los convierta.
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En su homilía, el Papa comentó el pasaje de los Hechos de los Apóstoles (Hechos 5, 27-33) en el que Pedro, ante los reproches y amenazas del sumo sacerdote que quiere prohibirle enseñar al pueblo, responde que es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres y anuncia abiertamente ante todos, la resurrección de Jesús, el Salvador, al que los jefes religiosos querían dar muerte.
La valentía de Pedro, que era débil, llegando a negar al Señor -afirmó Francisco- proviene de la oración de Jesús por él. Jesús rezó para que su fe no fallara. Jesús reza por Pedro.
Y Jesús también reza por nosotros ante el Padre mostrando sus heridas, el precio de nuestra salvación. Jesús es el intercesor: debemos tener más fe en la oración de Jesús -concluyó el Papa- que en nuestras oraciones.
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