A veces los mayores razonamos con prejuicios y etiquetas que nos impiden avanzar. ¿No sería mejor descomplicarse?
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
“Madurar hacia la infancia”. Es lo que propone un profesor, Juan Jesús Pleguezuelos, después de comprobar que los alumnos más pequeños son capaces de enfocar las grandes cuestiones con respuestas que los adultos nunca nos atreveríamos a dar.
Pleguezuelos es profesor de Historia y se ha hecho famoso en España gracias a sus intervenciones en la radio, donde explica en todo muy divulgativo y ameno los grandes episodios de la Historia Universal.
El defecto de los adultos
Este maestro acaba de publicar el libro “Como una historia” y en boca de su protagonista pone sus propios pensamientos. “Los adultos están contaminados, llenos de prejuicios“. ¿Será eso lo que nos impide avanzar?
Imagina cómo se aplica esto en una familia. Imagina una discusión fuerte entre papá y mamá porque no se ponen de acuerdo en qué harán el fin de semana. Llega su pequeño, los ha escuchado y pregunta: “¿pero vosotros os queréis o no?”. Caso cerrado. El niño ha sabido ir a lo esencial y eso cambia la actitud de la pareja y suaviza la conversación.
En las relaciones que establecemos en la vida cotidiana (en el trabajo, en casa o en la calle) es posible que los adultos nos compliquemos, nos enredemos, y en vez de dar pasos para llegar a la solución de un problema, nos encallemos. Cada uno en su posición o con una actitud de escucha muy pobre.
Una actitud del corazón
Hacerse como niños es una recomendación que Jesús da en el Evangelio y que hace referencia a una actitud del corazón.
Los psicólogos aconsejan esta actitud porque favorece valores y hábitos positivos: la sencillez, la humildad, el perdón…
¿Hay niños en tu casa? ¿Te has detenido a observar cómo resuelven algunas situaciones? Yendo a lo esencial.
Misión: cambiar el mundo a mejor
El profesor Pleguezuelos confiesa -a través del protagonista de su libro- que como docente “guarda la misión secreta de cambiar el mundo a través de sus clases”. El objetivo puede aplicarse a los padres y madres. En su caso, quiere “construir una educación mejor”.
Como ejemplo de esta flexibilidad para llegar a buen puerto, el profesor habla de la facilidad con que los niños resuelven la multiculturalidad, en contraposición a los problemas de convivencia en el mundo de los adultos: “Esa gente tendría que entrar en una clase de niños de distintos orígenes y ver lo poco que les importa que su compañero de clase tenga un apellido extranjero, su procedencia, la religión o el color de piel“.
Y sigue: “Los niños pueden llegar a ser muy crueles, pero si se caen bien, solo se preocupan por jugar y ser felices“.
Modelos de conducta positivos
Para llevar a cabo este cometido, una de sus “tácticas” consiste en presentar a los alumnos modelos de conducta positivos. Rescata personajes de la Historia que sirven de ejemplo o antiejemplo, para que reflexionen. “De manera inevitable nos acabamos convirtiendo en aquello que admiramos“, escribe. Y añade: “Aquellas personas que tenemos en mente acaban dejando huella en nuestro comportamiento”.
Una enseñanza de ida y vuelta
Puesto que el primer modelo que perciben los niños es el de los padres, se produce una curiosa “educación” en las dos direcciones: de padres a hijos y de hijos a padres. Aprender de tus hijos la sencillez para enfrentar los asuntos que les presente la vida, hará que los pequeños comprueben en ti que ese camino es también el mejor que podrán tomar cuando sean adultos.
Te puede interesar:
Las 7 causas que ponen en peligro nuestras relaciones
Te puede interesar:
Cómo curarse de una dependencia emocional insana
Te puede interesar:
Cómo sacar partido al aburrimiento