La Iglesia no es ni “antiderechos” ni “retrógrada” en la discusión propuesta por el presidente Alberto Ferández Antes de concluir su gira europea en la que visitó al Papa Francisco, el presidente argentino Alberto Fernández ratificó que enviará un proyecto de ley para permitir que las mujeres puedan libremente abortar en centros de salud públicos del país.
No es la primera vez que el mandatario se expresó en ese sentido, aunque sorprende su contundencia en la misma gira en la que se encontró con el Papa, y en la que en el Vaticano Fernández se había referido al Papa como “un líder moral inmenso”.
“No vivo en paz con mi conciencia si una mujer termina en manos de un curandero y con una aguja la termina lastimando o matando”, sostuvo Fernández durante un encuentro con estudiantes en el Instituto de Estudios Políticos de París. La dramática escena descripta por el presidente en su argumentación parece arcaica en un país donde los protocolos de aborto no punible que ya funcionan en distintas jurisdicciones contemplan amplias nociones de salud en las que factores psíquicos o sociales bastan para que agentes de salud suministren fármacos abortivos.
En el encuentro con periodistas tras la visita al Papa, había insistido ya en su histórica postura pública sobre el tema, pese a decir que no lo abordó con el pontífice. En la misma línea en que en esa ocasión habló de evitar confrontaciones, se expresó en París diciendo que “quisiera que el debate no sea una disputa entre progresistas y conservadores, entre revolucionarios y retrógrados, es un problema de salud pública que debemos resolver y hay que asumirlo así”.
No obstante, calificó en sus palabras de retrógrados a quienes defienden la legislación vigente que protege la vida desde la concepción y penaliza el aborto libre.
El mandatario insiste en sus exposiciones en que además busca apoyar la maternidad vulnerable con programas de apoyos similares a los de los mil días, programas que ya se llevan adelante en municipios bonaerenses como San Miguel o provincias como San Juan, que contemplan un seguimiento integral desde la concepción hasta los primeros años de vida del niño. Se trata de jurisdicciones, como otras en el país, que pese a llevar adelante proyectos que podrían ser imitadas por la nación, perderían con un proyecto de ley como el que se estaría impulsando el derecho a no tener que financiar prácticas contrarias a la voluntad popular en ellas, como el aborto.
Negociaciones con el FMI
La nueva exposición del tema se da en el marco de negociaciones del gobierno argentino con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que involucra entre sus pilares de promoción en los países asistidos la perspectiva de género. Como evidencia, el mismo fondo publicó el documento “How to operationalize gender issues in country work”, en el que refieren a una prueba piloto en la Argentina. Aunque el documento no habla explícitamente de aborto, el abrir las puertas a la perspectiva en los países lleva casi indefectiblemente al tema como “políticas complementarias”.
“Sí a las Mujeres, Sí a la Vida”
Independientemente del nuevo lanzamiento de este tema, la Iglesia argentina, desde la Conferencia Episcopal Argentina se venía trabajando en una convocatoria para celebrar el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, una Misa convocada bajo el lema “Sí a las Mujeres, Sí a la Vida” en la Basílica de Nuestra Señora de Luján.
La defensa de la vida ha sido contundente y explícita en distintas manifestaciones durante los últimos años, ante coyunturas similares a ésta. En particular, el 18 de diciembre último, los obispos expresaron al gobierno la desazón por el protocolo de aborto no punible promulgado por el Ministro de Salud en el que, en la práctica, como expresamos anteriormente en este artículo, abre las puertas al aborto libre.
Este año, al mensaje de apoyo a la vida se une el del reconocimiento y reivindicación de las mujeres en la sociedad argentina. Defender la vida desde la concepción rechazando el aborto no convierte a la Iglesia en una institución “antiderecho”, como se considera en algunos sectores. Se puede rechazar el aborto, pero al mismo tiempo acompañar la búsqueda de derechos para la mujer, cómo se ha hecho en los inicios del movimiento Ni una Menos, y como se realiza desde múltiples iniciativas de la vida de la Iglesia.
La perspectiva propuesta, que se une a las celebraciones por el Día Internacional de las Mujeres, es más amplia y abarcadora,
independientemente de la discusión parlamentaria que toca a las puertas de la Argentina. Una discusión que era esperada por lo enunciado por el gobierno y sus principales funcionarios en múltiples ocasiones, que tiene factores de presión interna y externa como la presión de organismos internacionales -además de FMI, Amnistía Internacional, entre otros-, pero tras la cual, sea cual sea su desenlace, habrá muchas otras cuestiones pendientes para trabajar por la dignidad de la vida en todas sus etapas. En esa Argentina, defendiendo la dignidad de las mujeres y de la vida por nacer, la Iglesia no es ni retrógrada ni antiderechos.
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