Jugar al escondite. A la pelota. Con los coches. A pintar. A cantarles. A lo que sea. Jugar, jugar y jugar con tus hijos. Es, según la ciencia, uno de los mejores consejos que puedes recibir si quieres contribuir al desarrollo de los más pequeños de la casa.
Un estudio de Princeton
Porque ya sabemos que el juego ayuda a crecer, a desarrollar la creatividad, a desempeñar roles, a afrontar el mundo… pero además, es que jugar con papá y mamá crea una conexión más que especial entre quienes juegan. Lo acaba de confirmar un estudio de la Universidad de Princeton.
Según esta investigación, el cerebro de papás e hijos se conecta al compartir juegos y tener contacto visual. Y ayuda al desarrollo de ambos. Porque, atención, en esta sincronización, no siempre ‘lidera’ el adulto…
Sabemos desde el nacimiento que el piel con piel -tenerlos pegados a nuestro cuerpo desde el momento que llegan al mundo-, que abrazarles y besarles cada día les ayuda a desarrollarse con más seguridad.
Descubrimiento de un nuevo beneficio
Y ahora, que jugar crea un nexo único y fuerte, una comunicación más allá del juego en sí. Y que beneficia a ambos, porque lo que acaba de concluir la Universidad de Princeton es que tanto el cerebro del adulto como el del niño -aunque sea bebé- registra mayor actividad de oxigenación y neuronal. Es decir, que tu cerebro -el tuyo, sí, papá o mamá- está mejorando su funcionamiento por jugar con tu hijo.
Se trata del primer estudio de cómo interactúa el cerebro entre padres e hijos mientras juegan y encontrar que hay una actividad neuronal similar en ambos es todo un descubrimiento. La investigación, según ha indicado el equipo en nota de prensa, se ha realizado en el llamado Princeton Baby Lab, donde los investigadores de la Universidad analizan cómo aprender a ver, hablar y comprender el mundo.
La “sincronización neuronal” entre papás e hijos
“Investigaciones anteriores habían demostrado que los cerebros de los adultos se sincronizan cuando ven películas y escuchan historias, pero se sabía poco acerca de cómo se desarrolla esta ‘sincronización neuronal’ en los primeros años de vida“, explica Elise Piazza, investigadora asociada en el Princeton Neuroscience Institute (PNI).
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Piazza y sus coautores: Liat Hasenfratz, investigadora asociada en PNI; Uri Hasson, profesor de psicología y neurociencia; y Casey Lew-Williams, profesor asociado de psicología, aseguran que la sincronía neuronal tiene implicaciones importantes para el desarrollo social y el aprendizaje del lenguaje.
Porque tal sincronización, tal conexión, se produce, dicen los investigadores, en la corteza prefrontal del cerebro, que es en la que interviene el aprendizaje, la planificación y el funcionamiento ejecutivo. Una parte que, hasta ahora, se pensaba no se desarrollaba demasiado en la infancia.