El clásico de Jane Austen no pasa de moda pues la historia de Elizabeth y Mr. Darcy mantiene los principios universales sobre el amor
La novela Orgullo y Prejuicio cuenta la historia de Mr. Darcy y Elizabeth; una relación que ilustra la realidad más profunda del amor recogiendo unos principios que, pasando por todas las épocas, se mantienen vigentes al día de hoy.
Es una historia que no nos deja indiferentes entendiendo que el amor es una experiencia real y llena de sentido para aquél que la vive, pero al mismo tiempo un desafío que nos arroja el destino y del que podemos aprender mucho.
Estas son algunas de las lecciones que nos transmite la novela de Jane Austen.
Es necesario tomarse un tiempo para conocerse
Las primeras impresiones pueden engañarnos. De hecho, esto ocurrió la primera vez que Elizabeth y Darcy se conocieron. Fue en un baile y ella estaba sentada porque no había suficientes parejas masculinas. Escuchó a Darcy decirle a su amigo Bingley que no la invitaría a bailar porque “no era lo suficientemente bonita como para tentarlo”.
Elizabeth se queda con esa primera impresión: un hombre arrogante y engreído. Una figura en torno a la cual pronto comenzará a crear una serie de prejuicios en su contra como por ejemplo considerarlo responsable de frustrar la felicidad de su hermana Jane al separarla de Bingley.
Más tarde se da cuenta que Darcy tenía razones válidas para creer que Jane y Bingley no eran aptos el uno para el otro, así como también comprender que en realidad Darcy quería ayudar como demostró cuando intervino en la situación difícil de su otra hermana Lydia con Wickham.
Al final Elizabeth se da cuenta que él era una buena persona que actuaba de buena fe y, por su parte, Darcy termina enamorándose completamente de ella. Hechizado en cuerpo y alma, atraído por su fortaleza de carácter, su integridad moral y una personalidad que la hace admirable a sus ojos, es la persona con la que quiere compartir su vida.
Una de las lecciones que nos enseñan es que las primeras impresiones son rápidas y fugaces y pueden ser superficiales. Es necesario tratar a las personas para saber cómo son realmente, especialmente compartir tiempo y conversar. La gente no hace buenas predicciones de compatibilidad sin tomarse un tiempo para conocerse.
Una buena relación siempre nos desafía a crecer
Elizabeth y Darcy parecen tener las ideas muy claras sobre lo que quieren, pero tienen que someterse a un proceso de maduración pasando por una dolorosa disciplina en la que admiten sus errores y amplían sus miradas para ver lo que sucede a través de los ojos del otro antes de que puedan amarse completamente.
Elizabeth es lo suficientemente valiente como para admitir que está equivocada y evaluar objetivamente su comportamiento pasado. Después de leer la carta de Darcy, se da cuenta de que lo había juzgado mal. Se reprendió a sí misma por sus juicios erróneos, se enfrentó a la desagradable verdad sobre sí misma y decidió cambiar.
Aunque la novela termina con su unión feliz, sabemos que eso no los librará de nuevos desafíos en el futuro. Sus mentes fuertes y personalidades enérgicas nos hacen pensar que habrá mucho por delante, incluyendo momentos de dificultad.
La verdad es que uno es para el otro alguien con quien puede crecer, sacar lo peor de sí para corregirse y encaminarse poniéndose en un sitio de humildad para sacar lo mejor de sí mismo. Darcy y Elizabeth nos dejan una de las mejores lecciones: vale la pena casarnos con alguien cuyo amor nos convierte en una mejor persona.
En el amor verdadero hay pasión pero también razón
El matrimonio de Elizabeth y Darcy es el triunfo de los sentimientos, pero también de la razón. Tanto el corazón como la cabeza afirman que es una combinación que refleja un aspecto importante del verdadero amor: la pasión ordenada por los valores.
La inteligencia es el valor que nos permite elegir el mejor medio para tender a un fin bueno. La reacción a un impulso puede fácilmente herir innecesariamente al otro sin aportarle ningún bien, pero una relación que integra virtudes en cambio permite que amemos de modo más completo.
La integridad de Elizabeth es tal que incluso no siendo conveniente para ella, no duda en rechazar la primera propuesta de Darcy para casarse con él por estar en desacuerdo con su comportamiento. Sus convicciones y lealtad hacia su hermana, la hicieron rechazar la oferta, y con ello, asegurarse un futuro cómodo.
No estaba intimidada por la riqueza y el alto estatus social de Darcy, atreviéndose a decirle lo que pensaba de él. Está muy claro que los principios de Elizabeth son intransigentes y eso hace que Darcy se enamore aún más de ella. Cuando finalmente acepta estar con él es porque sabe en todo su ser y sin corromperse interiormente, con sus fortalezas y defectos, que lo ama.
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