Concepción Arenal nació en Ferrol, España, el 31 de enero de 1820. Cuando tenía nueve años quedó huérfana de padre, por lo que su madre tuvo que hacerse cargo de ella y de sus hermanas (una de ellas fallecería siendo una niña).
Educada en el catolicismo, estudió en un colegio de señoritas de Madrid. Pero Concepción no tenía suficiente con la educación recibida, por lo que continuó formándose por su cuenta y empezó a plantearse la idea de ingresar en la universidad, algo que, en aquellas primeras décadas del siglo XIX era excepcional, pues las mujeres tenían vetado su acceso a la educación superior.
Según afirman algunos de sus historiadores, Concepción se vistió de hombre para poder asistir de oyente a las clases de la facultad de Derecho.
En 1848 se casó con Fernando García Carrasco, abogado y escritor quince años mayor que ella, con quien tuvo tres hijos, de los cuales una niña no sobrevivió a la infancia.
Fernando apoyó siempre a su esposa y su afán por aprender y ser una mujer profesional, por lo que no tuvo inconveniente en que lo acompañara a las tertulias literarias y políticas, para lo cual también se vistió de hombre. Junto a Fernando, colaboró activamente en el periódico liberal La Iberia.
Contagiada del espíritu solidario y caritativo
El feliz matrimonio de Concepción terminó prematuramente en 1857 cuando Fernando falleció de tuberculosis. Dejó Madrid y se instaló en la localidad cántabra de Potes, donde conoció a un músico llamado Jesús Monasterio.
Ferviente católico, implicado en distintas causas sociales, contagió a su amiga el espíritu solidario y caritativo que daría sentido al resto de su vida.
En 1859 fundaba el grupo femenino de las Conferencias de la Sociedad de San Vicente de Paúl de Potes a la que Jesús Monasterio estaba estrechamente vinculado.
Desde entonces, y hasta el final de sus días, Concepción Arenal se volcó en infinidad de obras de caridad y en escribir en varios libros y multitud de artículos sus experiencias en los que defendió siempre que "la caridad es la compasión cristiana que acude al menesteroso por amor de Dios y del prójimo".
Tras el éxito de su publicación Manual del visitador pobre, que fue traducido a varios idiomas, Concepción era nombrada en 1864 inspectora de cárceles de mujeres y cuatro años después, inspectora de casas de corrección de mujeres.
Defendió la labor de religiosas y religiosos
En 1870 fundaba La voz de la Caridad, donde su propia experiencia y las reflexiones alrededor de la pobreza se convirtieron en principal fuente de inspiración.
Para Concepción Arenal, la labor de religiosas y religiosos en las casas de caridad era indispensable y así lo defendió siempre. También tuvo una importante vinculación con la Cruz Roja del Socorro ayudando en hospitales de campaña durante las guerras carlistas.
Concepción estableció una estrecha relación de amistad y colaboración con la reina consorte María Victoria dal Pozzo (esposa de Amadeo de Saboya) para llevar a cabo distintos iniciativas sociales.
Libre acceso a la educación para todos
Además de su vinculación con el mundo de la caridad, Concepción escribió varias obras en las que defendió la igualdad entre hombres y mujeres y reivindicó el libre acceso a la educación y poder realizar profesiones hasta entonces vetadas a las mujeres asegurando que "es un error grave y de los más perjudiciales inculcar a la mujer que su misión única es la de esposa y madre".
Obras como La mujer del porvenir, Estado actual de la mujer en España o La educación de la mujer la convirtieron en una de las primeras feministas españolas de la historia. Así, en esta última obra, afirmó que "si la mujer tiene deberes que cumplir, derechos que reclamar, benevolencia que ejercer, nos parece que entre su educación y la del hombre no debe haber diferencias".
Concepción Arenal fue una mujer de férreas creencias religiosas que, según, María Teresa Álvarez, intentó "armonizar fe y liberalismo. Ella es profundamente católica, pero también liberal, y sabe que en su interior no son realidades contradictorias".
En este sentido, en su obra La mujer del porvenir, afirmó que la mujer debía avivar "el sentimiento religioso por medios que estén en armonía con la época en que vive. Ya no se imponen las creencias con la autoridad ni se infunden por el martirio. La caridad y la razón deben fortificar la idea de Dios".
Concepción Arenal falleció en Vigo el 4 de febrero de 1893.